Adiós a la zapatería más antigua de Valladolid: «Da rabia que el negocio no continúe»
Gonzalo Villalonga, tataranieto del fundador, se despide de la que ha sido su casa durante más de 40 años en una última jornada donde liquidó género que aún conservaba el precio en pesetas
Basta con ver el escaparate en la calle Ferrari con carteles de liquidación total y echar un vistazo al interior del comercio para darse cuenta ... de que este jueves, 28 de agosto, es el último día de Calzados Villalonga, la zapatería más antigua de Valladolid. Gonzalo Villalonga recoge carteles y empieza a empaquetar desde media mañana «el poco género que me ha sobrado». Aunque las últimas ventas se producen, y a precios asequibles para todos los bolsillos, el sentimiento del dueño del establecimiento es «algo extraño». «Yo también tengo derecho a jubilarme pero me da pena por los recuerdos vividos y rabia porque nadie continúa con el negocio», detalla Gonzalo Villalonga, al frente de la empresa, que puso en marcha siglo XIX su tatarabuelo, durante más de 40 años.
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Los recuerdos se agolpan entre las cuatro paredes de la zapatería más antigua de Valladolid y que hoy, al finalizar el día, baja su persiana para siempre. «Han sido unos años magníficos, con sus crisis, sus épocas mejores y peores pero ha sido precioso», relata Gonzalo Villalonga mientras observa la que de algún modo siempre será su casa, ahora convertida en un esqueleto de zapatos sueltos, últimas tallas y carteles con precios muy asequibles «para liquidar todo el género posible». Algunos, incluso, con el precio de la etiqueta original escrito en pesetas, son muchos los años que llevan esperando dueño en el almacén de Calzados Villalonga.
«Soy la quinta generación de mi familia vendiendo zapatos en Valladolid, llevamos 146 años y hoy aquí se acaba», explica Gonzalo Villalonga. «Este último día no tiene mucho de particular más allá del lío de recoger y empaquetar todo. Da pena porque llevo muchos años detrás del mostrador», argumenta el dueño del establecimiento quien ofrece un visión, basada en la experiencia de cómo se está transformando el mundo del comercio en Valladolid.
«El comercio en Valladolid se va a quedar en manos de grandes cadenas y franquicias y el comercio pequeño tiene poco futuro tal y cómo está planteado. Esperemos que sea un ciclo y dentro de unos años la gente vuelva a apostar por el comercio de proximidad y una atención personalizada», confiesa Gonzalo Villalonga, quien ya se ha ido despidiendo de clientes, «convertidos en familia», durante este verano. «Ha habido gente a la que se le han saltado las lágrimas al enterarse de que cerrábamos», apunta Villalonga.
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El local situado en la calle Ferrari, 26, en plena Fuente Dorada, es alquiler y «nadie se ha interesado ni por alquilar el local ni por un traspaso del negocio. El precio está regalado y yo me comprometí con la propietaria del mismo a que si yo encontraba un inquilino le respetaran mi contrato y mi renta y no tenían problema pero no ha habido nadie», afirma Gonzalo Villalonga. «El problema está en que se está perdiendo la figura del emprendedor pero porque también se están poniendo muchas trabas a los autónomos y a las pequeñas empresas», sentencia.
Todo lo que empieza acaba y Gonzalo Villalonga disfrutará de esta nueva etapa de jubilación con ganas. «Tengo una casa en Asturias y quiero hacer muchas cosas allí aunque para mi Valladolid siempre será Valladolid y mi casa y mi sitio», relata. Los clientes no paran de sucederse durante este último día de Calzados Villalonga, los hay que simplemente ojean el escaparate repleto de zapatos del pie izquierdo con etiquetas a 5, 10 y 15 euros. Algunos incluso se animan a entrar a preguntar por una talla en concreto o a comprar el último bolso que decora la tienda.
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El origen de Calzado Villalonga en el siglo XIX
La empresa que crearon en 1879 José Villalonga Paus y Joaquina Vaquero Granell, tatarabuelos de Gonzalo Villalonga, se llamaba La Barcelonesa. «La Barcelonesa fue en su origen un bazar especializado en deportes», apunta el actual propietario de Villalonga. El hijo del matrimonio, Manuel Villalonga, dio el relevo a su padre al frente del negocio y reconvirtió el primigenio bazar en un comercio de venta de calzado ya confeccionado.
No fue hasta 1932, y con una empresa familiar especializada en calzados, cuando La Barcelonesa cambia su nombre a Calzados Villalonga. «Fue por motivos políticos, tras la aprobación del Estatuto de autonomía de Cataluña. Aquello les hizo temer la pérdida de clientela», señala Gonzalo Villalonga, en referencia al cambio de nombre.
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Gonzalo Villalonga, junto con sus hermanos Enrique y Esperanza, comenzaron a formar parte del negocio familiar en 1985 y consiguieron por aquel entonces tener hasta diez tiendas en Valladolid y Oviedo. Gonzalo Villalonga Martín de Aguilera, el único que hasta el día de hoy ha continuado al frente, con la tienda en Fuente Dorada, pone punto final a una historia que comenzó 146 años atrás.
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