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La Audiencia de Valladolid ha absuelto a Alejandro B. H. de los delitos de apropiación indebida, estafa e intrusismo profesional por recomendar inversiones en ... criptomonedas que después se desplomaron, causando pérdidas totales a varios damnificados. Con un grado medio de mecánica, el acusado participaba también como profesor en una academia virtual dedicada a informar a los clientes sobre posibles inversiones.
Divulgaba esos conocimientos a la par que formaba parte de un grupo de Whatsapp con el mismo fin al tener el acusado «prestigio como inversor» por lo que garantizaba una rentabilidad de entre el 10 y 15% si se metían en un servicio de creación propia llamado Alex Pool después de que en los tres primeros meses desde su creación con un resultado satisfactorio.
Fue en ese momento cuando varias personas, que han ejercido la acusación particular al considerarse perjudicados, decidieron invertir. Una de esas personas era también profesora de esa academia virtual, aunque advertía, según recogen los hechos probados, de «algún riesgo».
Atendiendo al ofrecimiento de Alejandro, uno de los clientes completó tres envíos de dinero en criptomonedas (equivalentes a 2.147 euros, 676 euros y 8.726 dólares). A esta persona se unieron otros dos con transacciones de 13.700 dólares y 4.080 libras esterlinas.
Con ese dinero digital, el acusado, defendido por el letrado Adrián Garrido Moliner, depositó cada capital en una 'cartera fría' diferente para cada inversor y de ahí su producto. Estas rentabilidades, recoge la sentencia, son variables por las fluctuaciones de los pares de monedas involucrados y, aunque obtuvo inicialmente beneficios, cuando completó las operaciones investigadas, se empezó a generar una pérdida de rendimiento. Fue en ese momento cuando el acusado retiró el dinero restante para realizar una nueva inversión de Futuros sobre el 'bitcoin' alcista.
Creía que el precio iba a subir, pero se desplomó con la pérdida de los fondos invertidos. Recogen los fundamentos de derecho que «el acusado participaba como profesor en una academia virtual que tenía por objeto enseñar e informar a las personas que se apuntaran a la misma sobre la forma de gestionar fondos en criptomonedas y a invertir». Continúa la sentencia que los tres denunciantes habían invertido con anterioridad, «por lo que sabían de la volatilidad del mercado en este tipo de inversiones, sin que la inversión en una moneda estable pueda ya de por sí asegurar que no se pueden producir fluctuaciones de su valor».
Durante el juicio, Alejandro, que se enfrentaba a penas de prisión de casi nueve años , alegó que «no era tan listo como creía».
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