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Yolanda Morillo posa ante una de las estanterías de su tienda.

Decide abrir una tienda de complementos después de 20 años de administrativa

Yolanda Morillo atiende a sus clientes en un local de la plaza Mayor de Valladolid desde hace dos meses

LAURA NEGRO

Domingo, 6 de diciembre 2015, 19:56

La acogida de su nuevo negocio ha cubierto las expectativas que se había marcado. Yolanda Morillo Asenjo, de 45 años, abrió su tienda, Yolanda Morillo Complementos, el pasado 5 de octubre y afirma que está muy satisfecha con el buen recibimiento que la ha dispensado el público.

Se trata de un pequeño establecimiento dedicado a la venta de artículos de bisutería y complementos, situada en plena Plaza Mayor de Valladolid. Una decoración con un aire vintage-industrial que sirve para crear un ambiente cálido y acogedor, que invita a los clientes a recorrer cada rincón en busca de complementos para cualquier momento del día y también para ocasiones especiales.

La historia de Yolanda Morillo viene de atrás. Para ella, emprender en este sector suponía entrar en un mundo desconocido. Es cierto que contaba con una experiencia previa en el trato con el público, pero en una actividad completamente distinta. Esta emprendedora llevaba veinte años trabajando en la recepción de una clínica dental, donde efectuaba labores administrativas, de trato con pacientes, proveedores, tareas de facturación y presupuestos. «Me encantaba mi trabajo, pero decidí que era el momento de dar un giro a mi carrera profesional. En los últimos meses parecía que la crisis estaba remontando y decidí aprovechar la situación para montar mi empresa. Ahora que he empezado a trabajar para mí, me he dado cuenta de que todavía falta bastante para que salgamos de la crisis. La gente entra, mira y pregunta mucho, pero es cierto que todavía se retrae a la hora de tomar la decisión de comprar. Y todavía más en esta época del año, ya que prefieren retrasar la compra para una ocasión especial, como puede ser la Navidad», explica Morillo, que dejó su trabajo el pasado mes de julio.

Yolanda Morillo ha contado con un gran apoyo de familiares y amigos, y muy especialmente de su cuñada, quien tiene a sus espaldas una larga trayectoria en el sector de la moda y complementos. «Ella ha sido la que más me ha animado y apoyado. Desde hace años tiene una tienda en Salamanca que le va muy bien. Me ha dado grandes consejos y me ha arropado mucho».

Bolsos, guantes, paraguas, pañuelos y bisutería de marcas muy conocidas, como Pertegaz, Sitara o Alibey, lucen en las estanterías del establecimiento.

Morillo también exhibe otras marcas que se ofrecen de forma exclusiva para Valladolid. Así, en bisutería destacan Nature Bijoux y Velatti, y en bolsos, la francesa Catherine Parra o la italiana Caterina Lucchi, de las que solo trae un modelo para que sus clientas no repitan. «En los bolsos, por ejemplo, la gente se deja guiar a menudo por las grandes marcas, que son mucho más caras, todo el mundo va igual y, además, hay más imitaciones. En cambio, hay otras marcas no tan conocidas, que tienen una calidad de piel mucho mayor, un diseño muy innovador, y que, además, pueden tener la seguridad de que nadie más en Valladolid tiene un bolso igual».

El horario, lo peor

Después de toda una vida trabajando como empleada, Yolanda está encantada con esta nueva faceta profesional como autónoma, aunque reconoce que lo que peor lleva es el horario. «Yo antes trabajaba de 8:00 a 16:00 horas, en cambio ahora tengo horario de comercio y para mí ha supuesto un cambio muy drástico, que inevitablemente me ha influido en la organización familiar», añade la emprendedora, cuyo horario actual es de 10:30 a 14:00 y de 17:30 a 20:30 horas de lunes a sábado.

El local fue un factor decisivo a la hora de poner en marcha su idea empresarial. Buscaba un lugar céntrico para instalarse y barajó varias opciones, hasta que encontró uno perfecto en la Plaza Mayor, que apenas necesitaba reforma. «No quería invertir demasiado en decoración, pero entendía que debía dar una buena imagen. Por ello decidí asesorarme con profesionales que, de acuerdo con el estilo que yo quería para mi tienda, me ayudaron a elegir la pintura, el papel y los muebles», expone.

En ocasiones, reconoce que le asaltan las dudas, pero que estas se disipan cuando los propios clientes le animan a seguir adelante. «Es inevitable pensar que antes tenía la seguridad de un sueldo fijo, pero todo se compensa cuando la gente que pasa por mi tienda me dice que les encantan los productos que vendo», concluye esta emprendedora.

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