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SILVIA G. ROJO
Domingo, 22 de enero 2012, 01:29
La del Marrano de San Antón es una de esas tradiciones que han sabido preservar estupendamente en la localidad salmantina de La Alberca. En el mes de junio se bendice un cerdo que, desde ese instante, comenzará a deambular por las calles albercanas y que no tendrá otro sustento que el de la buena voluntad que le aporten vecinos y foráneos. Pero la historia del Marrano de San Antón no termina hasta enero, cuando coincidiendo con la fiesta del santo se hace una rifa con la que al cebón se le busca dueño. Como siempre sucede en La Alberca, todo tiene su historia y en esta, los protagonistas son los judíos conversos que con el objeto de demostrar que se habían convertido al cristianismo cebaban cada año un cochino que luego donaban a la iglesia.
El matiz caritativo se ha conservado y en la actualidad lo que se consigue con la venta de papeletas para la rifa se destina a alguna asociación sin ánimo de lucro. La segunda parte viene con el padrino de la rifa de San Antón. Cada año, se busca a algún personaje representativo que haga de mano inocente para sacar la papeleta afortunada. En el día de ayer, ese honor recayó en el seleccionador nacional de fútbol, Vicente del Bosque.
Y es que en esta oportunidad, ni marrano, ni San Antón, simplemente Vicente. Con una plaza totalmente abarrotada, no hubo un alma que no pretendiera hacerse una fotografía con el seleccionador. Después, ya en el balcón del Ayuntamiento, reconoció no ser «hombre de grandes titulares», pero a su manera, y siempre elegante, dejó palabras que fueron interpretadas por la concurrencia: «Nuestra obligación es intentar ganar de forma ética y con buen comportamiento».
La multitud de personas que se dieron cita en la plaza albercana no dejaron de corear su nombre, y él, una vez más, volvió a recordar que es «salmantino de nacimiento y de corazón», y que toda esa zona de la Sierra de Francia la había frecuentado en numerosas ocasiones.
Hasta el momento, al cerdo no se le había visto asomar el hocico por las inmediaciones, pero por hacer honor al protagonista y a su especie, Vicente señaló que estaban «en plena ruta del colesterol, pero pocas cosas hay tan ricas como el cerdo». Asimismo, el seleccionador confirmó que lo recaudado en esta edición iría a parar a una asociación de la que es patrono.
Finalmente, Jesús Pascual, alcalde de La Alberca, tras cinco años de espera se salió con la suya: llevar a Vicente del Bosque a su pueblo, con la consiguiente repercusión mediática que esto concita. Y si a estas alturas de la película alguien se pregunta si el ganador del cebón tiene que improvisar una matanza, nada que ver, porque en la sierra tienen soluciones para todo. Desde hace algunos años el cerdo se lo queda una cooperativa que a cambio surte de embutidos al afortunado con la papeleta ganadora. Para que la ruta del colesterol sigua su curso.
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