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Escena del tercer corto, 'I am Abhimanyu'. :: EL NORTE
CULTURA

Compromiso y delectación

Cuatro historias en primera persona retratan micromundos de la India actual

VICTORIA M. NIÑO

Miércoles, 26 de octubre 2011, 02:31

Cuatro historias de la India de hoy es la propuesta de Onir en 'I am' (Yo soy). Una joven que se somete a una fecundación in vitro, otra que vuelve a su Cachemira natal, un productor que confiesa los abusos de su padrastro y otro ejecutivo timado por un ligue son la figuración de un fresco desigual sobre un país al que Occidente mira con más prejuicios que conocimiento.

'I am Afia' aborda el anhelo maternal de quien ha sido abandonada por su marido. Afia quiere un hijo sin padre. Independiente y atractiva pertenece a la incipiente clase media de esta economía emergente. Si una decisión de este calado ya es meritoria en Europa, resulta heroica e incomprensible en el entorno indio de la protagonista. Onir acierta en el equilibrio de humor y trascendencia. Tanto en esta como en las demás, las razones del comportamiento que refleja la película están contadas a base de 'flashbacks' en un montaje especialmente logrado en el siguiente.

'I am Megha' es el título del segundo corto, el más documental, el que trasciende las cuestiones personales y apunta un problema histórico. El estado de Cachemira ha cerrado en falso su guerra civil de los noventa y aún sangra la herida en la división de las familias entre los que permanecieron y los que se refugiaron en Delhi. Una refugiada vuelve a solucionar la venta de sus propiedades y el viaje sirve para constatar la muerte del 'paraíso'.

Los otros dos cortos se centran en la homosexualidad bajo una legislación que condena a cadena perpetua a aquellos que «practiquen el sexo contra natura». En el primero, Onir bordea las consecuencias de los abusos sexuales en la infancia y en el segundo, el desamparo jurídico de los homosexuales. Esta cinematográfica 'salida del armario' puede ser avanzadilla en un país que no admite esa opción sexual, si se llega a exhibir, pero las pantallas indias se rinden a Bollywood. Por otra parte, en Occidente esta es una etapa superada, la propia Seminci ya dedicó hasta ciclos monográficos a filmografías como la de Techiné.

La cámara de Onir se deleita en reflejar el cortejo, la duda, el amor y el sexo homosexual para, a fotograma seguido, hablar de compromiso y dar cifras como que el 53% de los niños indios sufren abusos o el fundamento jurídico de la cuestión. Si denunciar era el objetivo, resulta frívolo el tratamiento.

Los cuatro cortos comparten algunos actores, recursos estilísticos e intención. Rodados en Calcuta, Bangalore y Srinagar este viaje por una India inédita resulta más ilustrativo y sugerente en los dos primeros que en el resto, cuando cae en tópicos universales manidos ya. No es mala media para un director ya rodado en otros tres largometrajes.

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