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Marina Lázaro en su trabajo diario con las ovejas en Oquillas (Burgos). SC

Marina Lázaro, ganadera de ovino

Especial Somos Campo
«Me siento realizada y feliz, hago lo que me gusta»

Tras una década dedicándose al mundo audiovisual, decidió regresar a sus raíces dando una nueva vida a la ganadería familiar

Susana Gutiérrez

Aranda de Duero

Jueves, 15 de mayo 2025, 10:13

Después de trabajar casi una década como técnico de cámara en una televisión local en Aranda de Duero (Burgos), decidió volver a sus raíces, e incorporarse a la explotación familiar situada en localidad de Oquillas, a unos veinte kilómetros al norte de la capital ribereña. Desde niña, había vivido de lleno estas labores vinculadas especialmente al mundo del ovino y de diversos cultivos. Por ello, cuando sus padres llegaron a la jubilación, apostó por sumarse al trabajo de su hermano, Sergio, ampliando el concepto de negocio. Marina Lázaro se muestra satisfecha y feliz con la decisión tomada hace algo más de un año y que ha dado un cambio radical a su vida laboral. Asegura que ha encontrado su sitio. «Vengo de una familia que ha estado toda la vida trabajando con ovejas, me he criado ayudando en lo que podía. Con mi madre siempre hemos hecho queso a nivel particular, siempre he estado rodeada de esas enseñanzas. Entonces, cuando mi padre decidió jubilarse, la explotación ya estaba en manos de mi hermano que se quedaba solo. Con lo difícil que es encontrar trabajadores, decidí dar una oportunidad a ese negocio», detalla. Se trata de una explotación de 400 cabezas de ganado ovino, además de una superficie agraria, que practica una economía circular. Los cultivos autoabastecen de comida a los animales, y con el abono de las ovejas se fertilizan los suelos agrarios. Su mayor fortaleza se sitúa en la venta directa de los lechazos de raza churra, crudos o preasados, aunque ahora el negocio también se ha diversificado.

Marina Lázaro explica que, además de echar una mano a su hermano «en todo lo que puedo, el peso lo lleva él y yo le ayudo con las tierras y ovejas», su llegada ha supuesto una nueva vida para el negocio. De esta manera, ha abierto una pequeña tienda dentro de la explotación y ha puesto en marcha una oferta para realizar visitas que dan a conocer el trabajo ganadero, junto a un taller didáctico de cómo hacer quesos de forma artesanal. «La gente contacta conmigo y vienen a que les haga un paseo por la ovejas, les enseñe nuestro día a día, cómo se cuida el ganado. Por otra parte, tengo un pequeño sitio con los utensilios con los que antes se elaboraba el queso, yo aprendí con ellos, y explico cómo se hace. Para terminar se les da una cata de quesos», precisa.

Cuenta que, en los últimos meses, han recalado en la explotación burgalesa un gran número de grupos de diferentes colegios, de variadas asociaciones y muchos visitantes, especialmente de Madrid. En el plano más exótico de llegadas, coloca un grupo procedente de Argentina, una visita de coreanos y alumnos de la Universidad de Nueva York. «Esas han sido las cosas más curiosas en esta etapa», indica. Detalla que la gente «se sorprende mucho en la visita», apuntando a que «vienen de la ciudad y les encanta, pero alucinan a la vez». En cualquier caso, califica esa labor como «muy gratificante».

En cuanto a su forma de elaborar el queso, Marina Lázaro incide en que es una forma «muy artesana», al estar «hecho desde cero» y, así, se sabe «el recorrido que ha tenido el alimento de las ovejas». El producto, según desvela, siempre lo han elaborado en «queserías afines a nosotros», fuera de la explotación. «Cuando lo pruebas, te da un sabor diferente al que estás acostumbrado, un sabor tradicional, un sabor de antes. La gente que ha hecho quesos con sus familiares, cuando lo prueban, es como el que hacía la abuela». Algunos de esos secretos, los pone sobre la mesa en sus talleres donde inculca a los participantes «la diferencia en que tu estés removiendo, con que lo remueva mecánicamente un máquina, no quito validez porque también están buenísimos. Simplemente, cuento la diferencia, este tiene unos sabores menos controlados».

Y es que el queso artesano depende incluso del clima, algo que se denota en su sabor. «Afecta, por ejemplo, si ha llovido más o menos, si hay más hierba o menos, lo que hayan comido las ovejas, esas cosas se notan». El resultado artesanal es un queso «cremoso, graso y con mucha proteína», al elaborarse con leche cruda hace que «mantenga las propiedades de la materia prima», enumera la experta.

Cambio

Marina Lázaro es consciente que ha dado un cambio de 180 grados a su vida. «Ya no tengo una nómina, sino que dependo de mi actividad y mi movimiento para conseguir ingresos». En cualquier caso, confiesa que su nueva actividad le tiene «bastante motivada para seguir creciendo». A mayores, pone el foco en el contacto con la naturaleza que le ha aportado «mucha salud» en su nueva vida. «Pensar que estoy en el campo, me da tranquilidad, me siento realizada y feliz de estar en mi pueblo. Es un trabajo muy esclavo porque tienes que trabajar todos los días, pero si haces lo que te gusta no se le llama trabajo», puntualiza. Es consciente de que el trabajo en el campo es complicado y con pocos descansos. «No tienes vacaciones fijas, vives más al día, cuando no tengo trabajo me puedo coger en algún momento. Al estar con mi hermano, conseguimos sacarnos algún día, nos cubrimos», concluye la ganadera.

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