n grupo de agricultores visita la parcela experimental de trigo blando del Itacyl en la Finca de Zamadueñas. E.N.
Somos Campo

Se estudian nuevas variedades de trigo más sostenibles y eficientes

El Itacyl busca material vegetal que se adapte al cambio climático y a la reducción del uso de agroquímicos

Susana Gutiérrez

Aranda de Duero

Jueves, 11 de septiembre 2025

La vulnerabilidad al cambio climático y la imposición de reducir a corto plazo el uso de agroquímicos, está generando la necesidad de incorporar nuevas variedades vegetales de trigo blando que se adapten a la realidad futura a la que se enfrenta este cultivo. El reto es conseguir la sostenibilidad de las producciones con la incorporación de nuevo material genético, tanto en el trigo blando de invierno como en el de primavera. En esa búsqueda de nuevo material, que sea más tolerante a enfermedades, más sostenible y eficiente en cuanto al uso del nitrógeno y el agua en el suelo, se enmarca el proyecto Climostrigo, del que forma parte el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl). Se trata de un grupo operativo supra autonómico (GO), donde están representadas también otras comunidades como Cataluña, Extremadura, Andalucía, Castilla la Mancha y Navarra. Este proyecto está cofinanciado al 80% por el fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) y al 20% por fondos de la Administración General del Estado. El Centro Tecnológico Agrario y Agroalimentario (Itagra) y la empresa semillera Hernán Villa completan la representación de Castilla y León. «Abarcamos casi el 95% de la superficie de trigo blando nacional, representando así la gran variabilidad de ambientes y condiciones edafoclimáticas que tenemos en nuestro país. El proyecto comenzó en septiembre de 2024 y se van a realizar ensayos a lo largo de dos campañas, con trigo blando de invierno y de primavera, y en seis ambientes cada campaña. Esto implica que para cada material dispondremos de información de doce ensayos, de los cuales vamos a extraer datos para establecer índices de sostenibilidad», explica Nieves Aparicio, investigadora del Itacyl al frente de este proyecto. Estos materiales serán, además, ensayados bajo cuatro condiciones de manejo, incluyendo los bajos insumos de nitrógeno y la no aportación de fungicidas. La experta pone el acento en la necesidad de buscar variedades más tolerantes a los eventos impredecibles debidos al cambio climático, para que se comporten de forma más estable ante estas condiciones cambiantes. «A nivel de material vegetal se necesita, sobre todo, acortar el ciclo en las últimas fases, en el llenado de grano, porque es ahí donde se están viendo eventos más extremos de temperaturas altas, que es lo que preocupa», precisa la investigadora. En el trigo, según Aparicio, la situación climática está afectando porque «se están viendo alterados los ciclos fenológicos», además de que «muchas labores no se pueden realizar o se ven retrasadas, y el agricultor tiene que contar con todas estas incertidumbres». Otra de los requisitos es la adopción de criterios de sostenibilidad con el fin de desarrollar variedades más eficientes en uso de nitrógeno y agua. «El agua es un requerimiento del cultivo muy limitante, y si tenemos variedades más eficientes en el uso del agua se van a desarrollar mucho mejor», insiste la investigadora del Itacyl.

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Por otra parte, desvela que se trabaja en identificar materiales vegetales más tolerantes a las principales enfermedades, ya que a corto o medio plazo se prevé que Europa imponga una reducción del uso de agroquímicos que podría llegar a aminorar en un 50 por ciento el uso de plaguicidas y el 20 por ciento en fertilizantes. Favorecer la seguridad alimentaria es otro de los objetivos, garantizando el acceso de alimentos a toda la población en cantidad y en calidad. «Este proyecto va a intentar que los materiales cumplan con el rendimiento y la calidad de la materia prima que se produzca», recalca Aparicio.

Preliminares

La investigadora del Itacyl considera que son necesarios los resultados de, como mínimo, dos campañas para tener información concluyente, considerando todos los datos del conjunto de socios del proyecto. De momento, se han extraído los resultados preliminares de la primera campaña en la finca experimental de Zamadueñas. «La de este año, ha sido una campaña marcada por unas condiciones climáticas concretas, por eso el hecho de dos años para tener resultados más concluyentes», insiste. En esta línea, matiza que, aunque finalmente la diferencia en pluviometría «no ha sido tanta», si se han registrado un mayor número de días de lluvia que «han influido a la hora de realizar las labores y en la incorporación del abono por el cultivo», por lo que ve necesario considerar los datos de más campañas para tener condiciones diferentes y resultados concluyentes. «Al final del proyecto, se identificarán qué variedades son las más tolerantes al estrés hídrico, qué variedades son las más tolerantes a las altas temperaturas al final del ciclo, qué variedades son más eficientes para el uso de nitrógeno y más tolerantes a principales enfermedades, cumpliendo así con todos los objetivos que nos hemos marcado en el proyecto», emplaza la investigadora.

Diferentes respuestas al uso de abonos nitrogenados

Castilla y León cuenta con zonas vulnerables en las que se limita el uso de fertilizantes nitrogenados. A ello también se unen la llegada de mayores restricciones en un corto y medio plazo desde Europa. «Bien es cierto que estamos jugando con dos niveles de fertilización, una convencional y otra reducción del abonado, y sí qe vemos que hay una interacción que se denomina genotipo con el manejo del abonado nitrogenado», puntualiza la investigadora del Itacyl Nieves Aparicio. En esta aspecto, ahonda en que «no todas las variedades responden igual al incremento del abono». En este aspecto, considera necesario estudiar esa situación concreta eso a nivel varietal. «En algunos casos por abonar más, no va a rendir más el cultivo, se ve que si se reduce, funciona igual y se obtiene el mismo rendimiento», puntualiza.

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