No, el cometa Atlas no es una nave espacial alienígena
Las redes sociales llevan semanas obsesionadas con un cometa procedente de fuera del Sistema Solar. Es el tercero detectado desde 2017
Hace unas semanas, Sean Duffy, secretario de Transportes del Gobierno de Trump y administrador interino de la Nasa, tuvo que salir al paso de otra ... de las conspiraciones más populares, la del montaje de la llegada del ser humano a la Luna. Toda una paradoja que el Gobierno de los conspiracionistas tuviera que salir al paso de una de estas conjuras. Duffy, escalador de troncos en su juventud y expresentador de la Fox, salió al paso de unas afirmaciones de la influencer Kim Kardashian en las que aseguraba que ni Neil Armstrong ni Buzz Aldrin habían pisado el satélite terrestre. «Hemos estado en la Luna seis veces y volveremos durante esta presidencia. Ganamos la última carrera espacial y ganaremos también esta», respondió Duffy.
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La estrella televisiva aprovechó la ocasión para preguntar al responsable de la agencia espacial por otra de las conjuras del momento, el cometa 3l/Atlas. Las redes sociales se han llenado de mensajes que aseguran que se trataría de una nave espacial alienígena. Se ha llegado a afirmar que la Nasa había activado la alerta por un posible impacto.
La realidad no tiene nada que ver con ninguna de estas invenciones. «Desde hace tiempo se sabía que, por pura probabilidad, tenía que entrar en el Sistema Solar material formado no en torno al sol, sino en torno a otras estrellas y que es lanzado al espacio. Lo que no se sabía es lo frecuente que serían», explica José Félix Rojas, del Grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU. El primero fue el 1l/Oumuamua, detectado en 2017. Le siguió dos años después el 2l/Borisov y en julio de este año, el 3l/ Atlas –el tres y la letra 'I' indican que se trata del tercer objeto interestelar registrado–.
«No va a pasar ni excesivamente cerca de la Tierra ni del sol. ¡Tiene narices que se diga que se trata de un vehículo especial y que lo han mandado aquí para vigilarnos! Todas sus características se pueden explicar perfectamente: sus materiales, los cambios de color, su trayectoria…». Aunque alimentado en las redes sociales, donde se han llegado a utilizar imágenes de paramecios vistos al microscopio para apuntalar la idea de que se trataba de una nave extraterrestre, el origen de este bulo parte de un astrofísico de Harvard llamado Avi Loeb.
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Un Nobel desnortado
«Su trayectoria muestra que se trata una persona brillante. Inicialmente hubo muchas expectativas de que iba a triunfar en la ciencia y de que incluso conseguiría el Premio Nobel. Pero no lo ha conseguido y ya se le está pasando el arroz. Me da la sensación de que ha descubierto que los extraterrestres tienen mucho eco en los medios y de que se pueden vender muchos libros. Parece que ha pensado: 'Si no voy a ser Premio Nobel, por lo menos voy a ser rico'», considera Rojas.
«Los extraterrestres venden y él lo sabe», corrobora el periodista especializado en ciencia Luis Alfonso Gámez, que añade que «el fenómeno ovni será visto en unos años como ahora el espiritismo».
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