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Resto de plásticos recogidos en una playa. RC

Alerta científica por el daño a la salud aún «subestimado» que causan los microplásticos

Una publicación en The Lancet pone en el acento en las consecuencias por conocer de respirar e ingerir este material omnipresente en el medioambiente que va a más

Lunes, 4 de agosto 2025, 19:42

La investigación científica en torno a los microplásticos y su relación con la salud humana es cada vez más prolija. En los últimos años, el ... interés en este campo crece al mismo ritmo que se acumulan en tierra, mar y aire estos polímeros de menos de 5 milímetros, resultantes de la degradación progresiva de los productos de plástico que acaban en el medioambiente. Se estima que 8.000 millones de toneladas métricas de residuos plásticos contaminan actualmente el planeta. Cifra que, si nada cambia, está previsto que se triplique en 2060. El reciclaje tampoco parece ser una alternativa absoluta:solo alcanza al 10%.

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Este tipo de esquivos residuos han sido hallados en los cerebros de cadáveres humanos que sufrieron demencias, en los testículos, en la misma sangre, en los pulmones y en las placentas de las madres recién paridas. Cómo no, también en el intestino, donde se sabe que estos restos alimentan a las bacterias malas de nuestro sistema digestivo. Se calcula que acumulamos el equivalente al peso de una tarjeta de crédito de plástico en nuestro cuerpo. Lo tienen los peces que comemos en los estómagos, las aves que picotean en el vertedero y el agua que en muchos casos bebemos.

La cuestión es: ¿Cuáles son todas las consecuencias para la salud de la interacción ya aceptada y extendida de nuestros cuerpos con estos frutos de la química industrial?

Sobre la necesidad de profundizar en esta dimensión, se ha pronunciado un equipo de investigadores en un trabajo especial publicado en la revista The Lancet, donde realizan un gran trabajo de campo, una revisión en la que recopilan datos de otros estudios sobre los daños vistos en la salud. «Cada vez es más evidente que los plásticos representan peligros graves, crecientes y subestimados para la salud humana y del planeta», versa el estudio. Y aunque hayan supuesto una revolución para la sociedad, insisten en que «no son tan económicos como parecen porque son responsables de otros enormes costos económicos ocultos que soportan los gobiernos y las sociedades»

Cada parte del ciclo de vida del plástico (desde su producción a base de combustibles fósiles) hasta su tratamiento posterior, tiene un coste medioambiental. Directamente en la salud, cita el estudio: algunos tipos de cánceres, desórdenes metabólicos y endocrinos, problemas reproductivos, respiratorios, cardiovasculares...

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No hay que olvidar –recalcan los investigadores– que en la producción de estos plásticos están implicados más de 16.000 químicos. «La mayoría de los daños comprobados para la salud asociados con el uso de plásticos se deben a sustancias preocupantes como monómeros y catalizadores, lubricantes, plastificantes, retardantes de llama, rellenos, colorantes y estabilizadores», recoge el estudio. La mayoría de las sustancias químicas de los plásticos se liberan al medio ambiente circundante por lixiviación –disolviéndose y filtrando a las aguas–, volatilización y abrasión. Y llegan al cuerpo humano «por ingestión, inhalación o absorción dérmica».

Herramienta de monitoreo

Para frenar las consecuencias de los efectos de esta especie de invasión global silenciosa, los científicos firmantes del artículo de The Lancet anuncian la puesta en marcha de una iniciativa de carácter científico que consiste en revisar la evolución de los estudios sobre los efectos en la salud de los plásticos. 'Lancet Countdown on Health and Plastics', es como se ha bautizado el proyecto, que se realizará de forma conjunta del Boston College, la Universidad de Heidelberg (Alemania), el Centre Scientifique de Monaco y la Fundación Minderoo (Australia).

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«Los datos importan», defienden, y tomar conciencia del problema también. Recuerdan en la publicación otros casos de éxito en los que medidas políticas mejoraron la salud de las personas, sobre todo los niños, cuando se prohibió la presencia del plomo en los combustibles o los gases que adelgazaban la capa de ozono.

Este proyecto «proporcionará a los responsables políticos y al público información fiable sobre cómo estamos abordando la crisis mundial del plástico a medida que entra en vigor el tratado de las Naciones Unidas sobre los plásticos», explica Philip Landrigan, coautor y profesor de Biología del Boston College y director del Observatorio Global sobre Salud Planetaria. Se refiere con ello a la reunión que comienza mañana en Suiza, que reunirá a diversos miembros de Naciones Unidas, y de la que se espera salga el esperado tratado mundial sobre la contaminación plástica.

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