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Avanzaba la Soledad por la Calle Mayor al son de la Agrupación Musical Baltanasiega, mientras en el interior de la Compañía se guarecían el Cristo ... de la Misericordia y Nuestra Señora del Perdón. El público expectante rodeaba toda la remozada plaza de Isabel la Católica, a la espera que diese comienzo la procesión del Miércoles Santo, una de las de las de más corto recorrido de todo el ciclo penitencial palentino, pero que encuentra en la Plaza Mayor el marco perfecto para desarrollar plenamente su sentido de oración con la celebración de un Vía Crucis, en el que las estaciones son portadas por representantes de las diferentes hermandades.
Las previsiones meteorológicas apuntaban a que no volvería a llover después de las siete de la tarde, por lo que desde muy pronto, los cofrades de la Misericordia tenía muy claro que la procesión se mantenía bajo el programa previsto. Pero una tímida cortina de agua en torno a las siete y media levantaba la alarma. Sin embargo, tal como había venido, la lluvia se fue marchando y solo algunas gotillas se encargaban de poner nerviosos a los cofrades. Tímidas, insuficientes, pero preocupantes, por lo que podía verse a los auxiliares de las diferentes hermandades caminar junto a los cuadro de sus cofradías cargados con plásticos y fundas para cubrir si fuera necesario imágenes y estandartes.
La procesión avanzó por la calle Ménendez Pelayo hasta Barrio y Mier, para dirigirse después a la Plaza Mayor, en donde las diferentes cofradía fueron formando para crear un recorrido con las estaciones penitenciales del Vía Crucis, por el que debía discurrir la imagen del Cristo de la Misericordia, ornamentado en esta ocasión con un diseño de flores silvestres teñidas de rojo, el color principal de las túnicas que lucen los hermanos de la Misericordia.
En la plaza, un grupo de música de cámara y una soprano deleitaban a las cientos de personas que desafiaban el frío durante la celebración del Vía Crucis, que a su término, se trasladó hasta San Francisco para despedir a la Soledad. Desde ahí, la Virgen del Perdón, La traición de Judas y el Cristo de la Misericordia emprendieron de nuevo el camino hasta la Virgen de la Calle.
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