La tasa de abandono de los temporeros locales que no han logrado «adaptarse al campo» supera el 30%
La pandemia agrava los problemas para encontrar trabajadores para
CLAUDIA CARRASCAL
Segovia
Lunes, 22 de junio 2020
El trabajo agrícola supone un importante esfuerzo físico, habilidad manual y en ocasiones fuerza para cargar. Además, los trabajos más duros se realizan a ... la intemperie durante los meses con temperaturas más elevadas. Las complicadas condiciones hacen que ni siquiera en momentos de recesión económica y aumento del número de parados haya más personas interesadas en conseguir un empleo en el sector. Esto obliga a los agricultores a contratar mano de obra extranjera en los periodos del año con más actividad.
«La normativa obliga a cubrir la demanda primero a nivel local, si no se presentan candidatos se abre para toda la región, después a nivel nacional y, por último, si no se han conseguido trabajadores, se lanza la oferta internacional», explica el presidente de la Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL) en Segovia, Juan Manuel Palomares.
Los primeros pasos suelen ser en vano porque han tenido procesos con cientos de plazas para trabajos temporales en los que, como mucho, se han presentado tres personas de la provincia. Por eso, el 99% de los temporeros que gestiona la organización son extranjeros. Además de la dureza del trabajo agrario, Palomares señala los escasos servicios y comodidades del medio rural como principales responsables de esta situación.Y es que apenas hay servicios sanitarios, el comercio y el transporte son muy escasos y las formas de ocio son casi inexistentes.
En la provincia de Segovia la demanda de temporeros se concentra entre marzo y noviembre. En primavera se centran en la poda, limpieza de los terrenos, trabajos de invernadero o producción hortícola, aunque el otoño es la época con más necesidad de mano de obra porque tiene lugar la recolección de la fresa, de la patata o de la uva. De hecho, los agricultores y empresas de la provincia contratan entre septiembre y noviembre a unos 5.000 trabajadores temporales, es decir, cerca del 90% de las contrataciones de todo el año.
Para gestionar los contingentes de trabajadores internacionales, que no residen en la Unión Europea, es necesario que haya un acuerdo entre los gobiernos de ambos países. Por eso no siempre es fácil emplear a personas del exterior; es necesario iniciar los trámites burocráticos con al menos seis meses de antelación. «Hemos estado muchos años trabajando con ciudadanos de Rumanía o Bulgaria, pero la mayoría ya no quieren venir porque encuentran trabajo en países como Alemania, Polonia y Austria que les pillan más cerca y suelen tener mejores condiciones económicas·, admite. Desde hace un año UCCL también gestiona contingentes de Marruecos. «Aprovechan el viaje a España porque primero van a las campañas de la fresa en Huelva y cuando acaban se desplazan hasta Segovia para trabajar en vendimia».
El cierre de fronteras y las restricciones de movilidad derivadas del estado de alarma han complicado todavía más la situación, ya que la mayor parte de los trabajadores internacionales no han podido entrar en España. Para tratar de cubrir la demanda de estos meses, UCCL-Segovia dio difusión a la bolsa de trabajo que gestionan desde hace más de 20 años. En dos meses se han inscrito, por vía telemática o telefónica, 1.537 personas, el 40% residentes en la provincia, un 39% en Madrid, el 5% en Valladolid y el resto de Burgos, Ávila y otras provincias, unas cifras de residentes en la zona insólitas para este sector. Cerca de 900 solicitudes no se han podido formalizar, ya que la mayoría procedían de personas extranjeras que no disponían de permiso de trabajo. En cuanto a la nacionalidad de los demandantes, el 46% son españoles y el 54% son extranjeros. Aunque la mayor parte de los temporeros que vienen a España son mujeres, en el caso de esta bolsa los hombres representan el 70%.
Los empleadores del sector también han preferido contratar mano de obra local porque, de este modo, no necesitan darles alojamiento y se reduce el riesgo de contagio. «Este virus preocupa porque si hay un foco de infección en sus instalaciones, el empresario se vería obligado a paralizar gran parte de la actividad y a poner en cuarentena a todos sus trabajadores», advierte Palomares.
Juan Antonio Blanco, agricultor en la zona de Valtiendas, contrata a lo largo del año a más de 40 temporeros, cerca de 30 solo para la vendimia. A su juicio, la pandemia de la covid-19 está complicando la contratación. En primer lugar, porque los temporeros que tenían que venir mayo no han podido y la mayoría personas que este año se han apuntado a la bolsa por primera vez, sin ningún tipo de experiencia, se han marchado a los pocos días.
Tampoco ha dado de baja a los primeros temporeros, que llegaron en el mes de febrero, ya que con el estado de alarma no podían regresar a su país y decidió mantenerlos para que al menos tuvieran ingresos. Además, ha tenido que poner a disposición de los trabajadores más viviendas. «Con el fin de evitar contagios conviven un máximo de cuatro empleados por vivienda siempre y cuando trabajen juntos», recalca.
Los contratos temporales son muy necesarios en el campo, donde la actividad a lo largo del año es muy irregular. Sin embargo, Blanco comenta que esto no implica que se explote a los trabajadores, ya que los casos puntuales que se producen en determinadas zonas del país no pueden extrapolarse a todo el colectivo, asegura. «Como cualquier trabajador, su sueldo está pactado con los sindicatos, tienen su contrato y cobran su finiquito cuando terminan. Todo se hace como marca la ley y sin ningún tipo de discriminación entre hombres y mujeres», apostilla. En su caso, también les ofrece alojamiento y comida por un precio de cino euros al día.

José Isaías Martínez y Juan Sebastián Medina proceden de Honduras y Colombia, respectivamente. Trabajan como temporeros en la provincia desde hace poco más de un año, y han optado por residir en la zona de forma permanente porque el coste del vuelo es muy elevado. Martínez cuenta que la vida en Honduras es muy difícil por la elevada tasa de delincuencia y las dificultades para acceder a un empleo digno. Está en España bajo asilo político y desde que llegó siempre ha trabajado en la extracción de resina o en la poda y vendimia. En su opinión, «lo más duro del campo es trabajar de sol a sol porque el esfuerzo físico es mucho mayor». No obstante, admite que las condiciones que tienen son buenas porque les dan alojamiento y, como no disponen de medio de transporte, les facilitan los desplazamientos. Gracias a su trabajo como temporero, su madre y su hermana menor también están en España, y aunque con su pareja ha habido más complicaciones, confía en poderla traer pronto. De momento, trabaja en la provincia de marzo a noviembre y asegura que está dispuesto a desplazarse donde haya una oportunidad. Eso sí, «siempre que las condiciones laborales sean dignas». José Isaías señala que ha buscado trabajos seguros, por lo que nunca ha tenido que hacer frente a la «pésima situación» de algunos compañeros de profesión, que viven hacinados, sin las mínimas condiciones de higiene y trabajando hasta trece horas diarias.
Juan Sebastián Medina vive en Segovia capital, pero trabaja en Turégano, Cuéllar, Cantalejo, Valtiendas, Navas de Oro y Aguilafuente, entre otros municipios. Los bajos sueldos de su país le impulsaron a cruzar el Atlántico en busca de nuevas oportunidades para él y su familia, a la que espera poder traer a España en 2021.

Constantin Zalaro y Vasile Lazar son de nacionalidad rumana y llevan cerca de una década trabajando como temporeros en el país. En primavera están en Segovia para la poda, en agosto se van a Lérida a la recogida de la manzana y de la pera, luego vuelven a la zona para la vendimia y cuando termina la campaña regresan a su país. «Venimos solos, sin familia, porque estamos unos seis meses y regresamos. Es un trabajo duro, pero estamos acostumbramos», relata Constantin.
Aunque son muchos los países que demandan trabajadores para el campo, prefieren venir a España porque conocen el idioma, lo que les facilita comprender las instrucciones del jefe y el contacto social durante sus días libres. Por otra parte, reconocen que en otros países como Alemania la remuneración es superior, como mínimo 8,5 euros la hora, cuando en Cataluña les pagan a 7,10 y en Castilla y León, 6,30 euros la hora trabajada. Vasile no ve factible vivir en España de forma definitiva porque su familia y su vida están allí. Cree que los salarios de este sector deberían revisarse y ser acordes al esfuerzo que implica el trabajo, aunque se considera afortunado de contar con este empleo, que le permite mantener a su familia durante todo el año.

213 contrataciones
Entre el 13 de abril y el 11 de junio se realizaron a través del sindicato UCCL un total de 213 contrataciones a personas residentes en Segovia o en provincias limítrofes, lo que supone que para el 90% de los contratos se buscó a gente de la zona. Sin embargo, el resultado no ha sido tan satisfactorio como en otras campañas, ya que la tasa de abandono ha crecido de forma considerable. Las bajas en este periodo han sido del 31%. De ellas, el 73% han sido voluntarias, en la mayoría de los casos «gente que nunca había trabajado en el campo y no lograban adaptarse al puesto o al ritmo de trabajo». Además, en el 27% de las ocasiones los trabajadores no han logrado superar el periodo de prueba por escasa productividad. De hecho, Juan Manuel Palomares, presidente de UCCL, precisa que la mayoría de las bajas se han producido a los pocos días de iniciar la actividad.
El esquileo es uno de los trabajos más especializados y complejos, además de un oficio que por su dureza se ha perdido en España. Lo habitual es encargárselo a empresas expertas que tienen trabajadores itinerantes procedentes de Uruguay, Argentina o Polonia. Después de innumerables gestiones y con un mes de retraso el sindicato logró traer a un contingente de 200 esquiladores que permanecerán hasta agosto.
Por el momento, se ha logrado cubrir la demanda para los trabajos agroganaderos, pero el otoño preocupa y mucho al sector puesto que la necesidad de mano de obra para la vendimia es muy elevada. «Si no se dejan resueltas las contrataciones a lo largo de los próximos días podría haber problemas porque con la bolsa local no va a ser suficiente», reconoce Palomares.
En este contexto, desde UCCL también exigen una normativa clara para la Comunidad sobre los alojamientos para los temporeros, cómo deben llegar los contingentes, y el modo de convivencia y de trabajo para evitar la propagación del virus y las responsabilidades del agricultor. De momento, se guían por las recomendaciones estatales y del Gobierno de Aragón, pero insisten en que no es suficiente.
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