Juan Jesús Rodríguez Lahore, capitán de la Brigada Logística del Ejército de Tierra. Antonio de Torre

«Fue una reacción humana, no soy ningún héroe»

La formación sanitaria básica del capitán Juan Jesús Rodríguez Lahore resultó decisiva a la hora de auxiliar a una joven que se desmayó en una parada de autobús

Jueves, 16 de julio 2020, 20:45

Por su profesión (es capitán de la Brigada Logística del Ejército de Tierra) Juan Jesús Rodríguez Lahore ha vivido situaciones complicadas, como cuando estuvo en ... Afganistán, «aunque eso sea harina de otro costal», de las quedan marcadas con la etiqueta de imborrable en la memoria. Como la del pasado 2 de julio. Ese día, el militar segoviano, que reside en la localidad de Tabanera del Monte, y que estos días prepara el curso de ascenso a comandante, esperaba junto a otro grupo de personas la llegada del autocar a Madrid en la parada ubicada enfrente de la Guardia Civil, por la mañana sobre las 12.15 horas. Esperaban tranquilamente en la sombra, pero algo se salió de esta nueva normalidad. «De repente noté que la chica que tenía detrás cayó desplomada y se dio un golpe muy fuerte contra el suelo», recuerda.

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Y a partir de ahí, todo sucedió muy rápido, unos segundos que se hicieron interminables. «Se quedó rígida, empezó a tener espasmos, estaba justo detrás mí. Lo primero que hice fue preguntar si había algún médico o algún enfermero. Había dos chicas esperando que eran estudiantes. Una de enfermería y otra de auxiliar de enfermería. El resto se quedó un poco en estado de shock, por el golpe y porque quedó en una mala postura, con el cuello muy doblado», relata.

«Tengo la formación básica sanitaria del ejército y otro curso relacionado con técnica de tratamiento de bajas en combate y pensé que era el más cualificado». Esa formación resultó decisiva. «Tenemos un protocolo muy sencillo que es vigilar primero las vías aéreas, que no estén obstruidas y que no haya ningún sangrado, pero claro, dentro de una vertiente militar. Pedí a la joven que estudiaba enfermería que vigilara el pulso porque al verla convulsionar pensaba que era un ataque epiléptico o algo más grave y que iba a entrar en parada... Estaba muy pálida y la postura en la que había caído no era de un desvanecimiento natural. Lo que hice fue una maniobra de elevación (tracción mandibular hacia arriba) y con eso se desbloquea rápido la mandíbula. Al quitar la mascarilla comprobé que la lengua estaba en mala posición y que se estaba atragantando con un chicle. Lo quité todo, la puse en buena posición y ahí fue un momento crítico. Me asusté porque el pulso era muy débil. Temíamos que entrara en una parada cardiorrespiratoria. Tardó un poquito, pero en el momento en el que empezó a respirar con más normalidad, empezó también a hablar cosas sin sentido, balbuceaba... Por lo menos era señal de que podía respirar y eso nos tranquilizó un poco más. Luego ya fueron respuestas más claras y vimos que iba mejorando».

Ese protocolo en su formación militar resultó vital. «Lo que hacemos son protocolos sencillos para que en una situación grande de estrés se puedan aplicar de una manera rápida hasta que llegue la asistencia sanitaria (en este caso fueron diez, quince minutos). En una situación en el exterior de combate se puede alargar mucho más tiempo y tenemos que tener esos protocolos muy estandarizados, muy claros. Es la respuesta a una de esas preguntas típicas de qué se hace en los cuarteles, todo el día allí metidos. Pues instruirnos, instruirnos e instruirnos. Y en todas las situaciones que planteamos, da igual el ejercicio, siempre tenemos en cuenta un escenario en el que vamos a tener bajas. Siempre. Es la peor situación posible y nos entrenamos para eso.

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¿Qué hubiera pasado si no actúa con esa rapidez?. «No soy médico y no lo puedo valorar; no sé si hubiera tenido un fatal desenlace pero algún tipo de lesión permanente. No me considero un héroe, me considero una persona instruida que ha sabido utilizar las herramientas de las que dispone por su trabajo. Fue una reacción humana». Pocos días después coincidió con esta joven. «Al principio fue un poco raro, pero es una persona muy agradecida».

Rodríguez Lahore resalta la importancia de saber «manejarnos en este tipo de situaciones. Lo que hice fue aplicar técnicas muy sencillas, que incluso se pueden explicar en los colegios. Teniendo los conceptos muy claros, se puede salvar una vida».

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