Sergio Mínguez, director del Taller Municipal de Teatro
«No hay que obligar a los adolescentes a ir al teatro»El único en postularse para la primera licitación del Taller Municipal desde el año 2018 aspira a crear una semilla
Aunque Sergio Mínguez (Segovia, 1994) haya forjado tu trayectoria teatral en el Andrés Laguna, nunca fue ajeno al legado de cuatro décadas del Taller ... Municipal de Teatro. «Aunque nunca he estado en él, siempre he sabido lo importante que era». Su oferta económica, por debajo de la planteada en el contrato, fue la única en concurrir, así que recuperará un servicio que no se licitaba como tal desde 2018, al menos, un año. No lo hará, eso sí, en el espacio tradicional de la iglesia de San Nicolás, en obras, sino en el centro de creación de La Cárcel. El acuerdo es prorrogable dos años más, así que su idea es volver. A la espera de que la Concejalía de Cultura saque la convocatoria de inscripciones, las clases comenzarán el día 29.
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–¿Qué le vale de lo que había y qué puede añadir?
–Es una pregunta un poco difícil. Intentar estar a la altura, somos todos profesionales predispuestos a la vocación de la educación teatral, a poder crear una familia. Va a estar para todas las edades a partir de los seis años. Tres grupos infantiles, tres juveniles, tres adultos y uno intergeneracional. También habrá taller de lectura dramatizada y taller de cuentos. Con tantos grupos, los horarios serán de lunes a viernes, por las tardes.
–¿Echará en falta San Nicolás?
–He ido a ver alguno de los montajes y es un sitio mágico. La gente podía salir desde las ventanas, Maite [Hernangómez] tenía muchísima creatividad. Intentaremos hacer lo mismo en La Cárcel.
–¿Piensa solo en este año o tiene un enfoque a más largo plazo?
–La verdad es que nunca miro mucho al futuro. A pesar de todo el monto de trabajo, estoy con muchas obras de teatro a la vez y varios grupos de formación. Me he sabido rodear de profesionales que estaban empeñados en seguirme a esta aventura. Con el deseo de que salga muy bien. Y si la gente y el Ayuntamiento lo desean, poder prorrogarlo los años que se pueda.
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–¿Por qué es importante este teatro amateur?
–Yo creo que el teatro es incluso terapéutico. Hay una parte detrás muy importante que es la social. Compartir la vida con otras personas, mirarnos a los ojos en vez de a una pantalla. Por eso creo que el teatro va a seguir en auge toda la vida. Es algo vivo.
–¿Cómo lleva a los escenarios a esos chavales pegados a TikTok?
–Muy complejo, tenemos un problema. Los niños suelen ir bastante hasta los 10 o 12 años, pero luego, hasta casi los 40, desaparecen. Te encuentras que en obras para adultos la gente viene a partir de los 50 o los 60. Hay una franja de edad que tenemos que abordar: la adolescencia.
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–¿Cómo?
–Me gustaría tener la clave. No hay que obligar a los adolescentes a ir al teatro, que quieran ir para enfrentarse a sí mismos, a una realidad, a un espejo social. Como les llevan obligados en los institutos, van a ver obras un poco tediosas en vez de tener un catálogo en el que puedan elegir. Los precios no son en general muy populares, sobre todo en Madrid. No todo el mundo puede permitirse gastarse 20 o 25 euros por una entrada. Está muy bien que a nivel municipal se subvencione. Y si no van gratis, casi.
–¿Hay suficiente oferta teatral en Segovia?
–Yo creo que sí. Llevo desde los siete años haciendo teatro y puedo decir que es una ciudad con una gran trayectoria y una cultura muy fuerte.
–¿Por qué la educación teatral?
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–Porque nos ayuda a conocernos a nosotros mismos de una manera muy íntima y en momentos en que no estás cómodo. Es muy difícil mostrar tus sentimientos delante de las personas. Si no es a través de este arte, ¿cómo lo muestras?
–¿Qué ha descubierto de sí mismo?
–Saber respetar a las personas, sean cual sean sus ideas, su etnia. Defender el uso de la palabra, yo soy de un teatro muy textual. Creo que a mí me ha servido para amar y respetar.
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–¿Ha perdido peso la palabra?
–Yo creo que la usamos en demasía, estamos rodeados de demasiada información, muy contaminados. Pero un escenario no es la vida real, sucede un caldo concentrado en el que todo tiene un porqué, desde un gesto a un movimiento o una palabra.
–A nivel económico, ¿es una operación rentable?
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–Mi contrato estaba por debajo de la propuesta, no he venido a hacerme rico, ni mucho menos. Da para mantenerse, sobre todo, con el objetivo de plantar una semilla y que eso dé un fruto. Y que a lo mejor más adelante pueda elevarse un poco ese precio, entiendo que haya echado para atrás a muchos compañeros porque son muchos talleres. Si haces cuenta, la hora no te sale muy rentable, pero el amor y la pasión por este oficio es lo que ha vencido en mi caso. Tengo 31 años, me encanta lanzarme a las piscinas, con o sin agua. Luego ya iremos viendo cómo vamos flotando. Nunca me ha movido trabajar por dinero. En eso soy un poco tonto, pero es verdad.
–Es un taller del que han salido nombres como Luis Callejo o Ana Zamora. ¿Puede servir de plataforma profesional?
–Me encantaría. En estos años en el Andrés Laguna he visto cómo se han hecho grandes profesionales. Espero que pase lo mismo con el taller. Es un orgullo ver a chavales que realizan su sueño, aunque tienen que luchar luego con otra parte importante de la partida: las familias, que piensan que esto no es estable. Es muy triste que no se atreven a facilitárselo.
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