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Cuéllar
Miércoles, 2 de enero 2019, 12:45
La promoción y difusión de la cultura judía en Cuéllar han centrado buena parte de los esfuerzos de la Concejalía de Turismo a lo largo de 2018. El equipo que dirige Nuria Fernández se ha volcado en dar a conocer el pasado hebreo del municipio en distintos foros, con el fin de poner en valor el antiguo barrio de la Judería y contribuir a la promoción de este legado. Fruto de ese trabajo ha sido la incorporación del municipio a la Asociación Itinerarios Sefardíes de Castilla y León, una iniciativa cultural y turística a la que se han adherido una docena de municipios.
En paralelo, Cuéllar continúa impulsando la candidatura local para formar parte de la Red Española de Juderías, una actividad en la que han colaborado de forma activa el primer teniente de alcalde, Javier Hernanz, y el responsable de la Cátedra España-Israel de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Ignacio Ruiz.
Además, durante los meses de noviembre y diciembre el municipio desarrolló el programa 'Cuéllar sefardí', en el que, a través de exposiciones, conferencias, cine, talleres, presentaciones, visitas guiadas, actos conmemorativos y recitales de poesía, se ha redescubierto el pasado judío de la localidad.
Entre los actos más novedosos destacan la presentación del plano guía de Cuéllar en idioma hebreo y la colocación de un tótem señalizando la antigua sinagoga, cuya ubicación se pudo determinar gracias al trabajo de la archivera municipal, Julia Montalvillo,. En su estudio de los documentos de la localidad, halló una venta de unas casas «situadas en la bela de la puerta del Barrio Nuevo, que tienen por linderos de una parte casas de Pedro Gil Sánchez e de la otra parte casa de Rodrigo Herrero e la caballeriza vieja que solía ser sinagoga». Así lo señaló la propia directora del Archivo durante la conferencia que impartió bajo el título 'La Judería de Cuéllar', en la que detalló cómo era este barrio cuando los judíos vivían en ella.
«Hasta 1480 la judería no es un gueto, sino la tendencia que tenemos de vivir en un entorno determinado; es comodidad», explicó. Así, los judíos tenían cerca la sinagoga, tiendas y carnicerías khoser, e incluso su hospital. Pero también había cristianos que vivían dentro de la judería».
Montalvillo explicó que los judíos cuellaranos se regían por sus propias leyes, bajo las cuales se dirimían los pleitos. El barrio físico era la judería y la aljama, la unidad administrativa. La sinagoga no solo era el centro de oración, sino también punto de reunión y a los sermones no acudían solo judíos, sino también cristianos. Entre los asistentes había gente de Palacio, como Leonor, tía del duque de Alburquerque, tal y como está documentado. Y es que Beltrán de la Cueva, explicó la archivera, empleó a su servicio a judíos de Cuéllar. El más famoso de ellos fue su médico, Rabí Simuel, un intelectual de gran categoría cuyos sermones en la sinagoga eran famosos. Su mayordomo era Rabí Yucé Memé y su recaudador mayor, Iuzá Hadida.
Durante la conferencia, Montalvillo también detalló los impuestos especiales que se pagaban, como el cabeza de pecho. Gracias a este y al padrón de Huete y los maravedíes que se pagaban por entonces, se sabe que la de Cuéllar no es una judería de las más grandes. Otras de la provincia, como las de Sepúlveda o Fuentidueña, tenían más habitantes. De hecho, en torno al año 1474 la población judía de Cuéllar oscila entre las 250 y 300 personas. En vísperas de la expulsión de los judíos se mantenía esa cifra.
La archivera también explicó que a partir de 1480 se empieza a cerrar la judería. Entonces se construyó un nuevo paño de muralla, con el fin de «estrangularles económicamente, de tal manera de que ellos mismos se dieran cuenta de que era mejor convertirse». Como la separación por barrios no funciona bien, llegó el edicto de expulsión en 1492.
Otras de las curiosidades de la población judía que vivió en Cuéllar es que no se tiene ubicado su cementerio, aunque es probable que estuviera en la zona de las Iglesuelas, según Montalvillo. Cada aljama debía disponer de un lugar propio para enterrar a sus muertos, y por razones de salubridad estos cementerios se situaban extramuros; solo los judíos tenían cabida en ellos. Los cadáveres aparecen orientados con la cabeza al oeste y los pies al este, para que en el momento de la resurrección sus rostros estén vueltos hacia Jerusalén.
La archivera también realizó un recorrido a través de numerosos documentos sobre compras y ventas de los judíos, también tras el edicto de expulsión, y sobre quiénes se quedaron con las propiedades de los judíos cuellaranos, entre ellos la duquesa viuda de Alburquerque, María de Velasco, o el alcaide de la fortaleza, Juan Salazar, además de la iglesia de la Cuesta, el hospital y particulares. Tampoco faltaron aquellos que, tras marcharse regresaron. Montalvillo aseguró que se desconoce el número de judíos que volvieron a Cuéllar y fueron bautizados, aunque el motivo de la mayoría probablemente fuera la dura experiencia de éxodo. En noviembre de 1492, un decreto autorizaba el regreso de los judíos que, una vez aceptado el bautismo, desearan volver. Se trataba en su mayor parte de judíos que habían emigrado hacia Portugal. Los reyes decidieron recibirles, brindarles protección y asegurarles que podrían recuperar los bienes que hubieran vendido en idénticas circunstancias bajo las cuales los habían enajenado.
Fernán Gómez de la Cueva, Diego de Alburquerque, Diego Velas, Francisco Sánchez de la Cueva, Fernán Núñez, Fernán Pérez de Cuéllar o Alfonso de Cuéllar son algunos de los nuevos nombres que tomaron los judíos que regresaron y que se encuentran en los documentos del Archivo Municipal.
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