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Ferie medieval de Ayllón. Antonio Tanarro

La Edad Media vuelve a conquistar un pueblo de Segovia

Ayllón celebra una nueva edición de su fiesta histórica con recreaciones, música, mercados artesanales y el calor de su gente

El Norte

Segovia

Domingo, 27 de julio 2025, 22:29

Ayllón volvió este fin de semana a vestir sus mejores galas medievales. Lo hizo, como lleva haciendo desde 1997, con un entusiasmo contagioso y una fidelidad histórica que convierte sus calles en un auténtico escenario del pasado. Ayllón Medieval no es solo una fiesta: es una evocación viva, un viaje colectivo en el tiempo impulsado por la Asociación Cultural Amigos del Medievo, junto a la Asociación Española de Fiestas y Recreaciones Históricas y la Confederación Europea de Fiestas Históricas.

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Durante el fin de semana, el casco histórico amurallado de esta villa de la provincia de Segovia se transformó en un vibrante decorado de estandartes artesanales, telas ondeantes y rincones llenos de historias. La Plaza Mayor, el Palacio del Obispo Vellosillo, el Palacio Contreras y la iglesia de San Miguel fueron los principales escenarios de una recreación cuidadosamente ambientada donde cada detalle, desde la iluminación hasta el aroma del asado, estaba pensado para transportar siglos atrás a los miles de asistentes.

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Fotos del mercado medieval de Ayllón. Antonio Tanarro

El sábado por la mañana, el pregonero anunció el inicio de las celebraciones, marcando el arranque de un mercado en el que oficios medievales como la alfarería, la herrería o el tejido artesanal cobraron protagonismo. Las mujeres de Ayllón dieron vida al Palacio Vellosillo con una representación que conmovió a propios y visitantes, mientras que compañías como Ixera, Hermanos Ramos y Titiriflás mantuvieron la animación constante por las calles empedradas.

El concierto de ministriles en San Miguel aportó una nota solemne, mientras la paella popular en los jardines del río unió a generaciones en torno a la mesa. La tarde fue ganando intensidad con actuaciones musicales y, al caer la noche, la villa entera se volcó en uno de los actos más esperados: el gran séquito, un desfile majestuoso donde arqueras, caballos, músicos y vecinos ataviados con ropajes medievales recorrieron el pueblo desde el puente hasta San Miguel, entre vítores y antorchas.

La cena del sábado tuvo como protagonista al emblemático cerdo asado al estilo Milagros, servido en bocadillos al calor de las brasas. El encendido de antorchas marcó un instante mágico, suspendido en el tiempo, al que siguió el concierto de Ixera con su espectáculo «Ic sunt dracones» y el desenfreno musical de Pepe Colás y los Punkifolkis, cerrando con un DJ medieval que transformó la plaza en una pista donde los ritmos antiguos y modernos se fundieron con naturalidad.

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El domingo mantuvo el pulso festivo con nuevas animaciones callejeras y otra cita musical con los ministriles en San Miguel. A la hora del almuerzo, la fideuá volvió a congregar a cientos de personas junto al río, en un ambiente distendido y familiar. Por la tarde, la Plaza Mayor se convirtió en un estadio improvisado para las Olimpiadas Rurakescen, donde se revivieron juegos populares y pruebas inspiradas en antiguos oficios rurales. El broche de oro llegó con el concierto de Ruin Rapaz y una última cena al aire libre. Con el encendido de antorchas, como ya es costumbre, se invitó al recogimiento. La despedida, la tradicional Sopilla de Esquileo, sirvió para cerrar el círculo.

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