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De las cucarachas, felices en los bares, al chinche migratorioLos bares son un lugar de ensueño para las cucarachas por la temperatura del local y porque sus instalaciones suelen tener un acceso a las ... redes de abastecimiento: cualquier conexión de luz, fontanería o desagüe es una autopista para ellas. Una cucaracha vive enterrada sale a buscar la humedad y necesita restos orgánicos para alimentarse. El aplicador de plagas Roberto Íñigo cuenta la fábula que combate cada día: «Por el caminito este llego a un conducto de luz, hay un enchufe. Por aquí salgo a la barra de un bar, tengo comida. Y además tengo un motor para poder anidar y van a eclosionar mis nuevas crías».
La cucaracha germánica anida dentro del local –cafetera, motores, barra, rodapié– mientras que la oriental, muy extendida en el casco histórico de Segovia, suele estar en sitios con mucha humedad y eso la hace mucho más difícil de eliminar. El primer paso es poner trampas en puntos estratégicos como motores y otras zonas de calor. El último extremo es la fumigación, en la que el técnico decide el tipo de biocida en función del enemigo, un tratamiento que se repite en torno a los diez días porque el primer ataque elimina al 90%, pero no al 10% restante, las crías.
La cucaracha necesita una temperatura alta para su reproducción óptima y en un bar tiene todo. Calor en los motores, en la barra; lugares de anidamiento como grietas de los ladrillos o en la cafetera; restos orgánicos en los posos del café, migas de pan o los pinchos. También son el principal problema en viviendas particulares.
Los roedores pueden entrar por un desagüe o simplemente por dejar una puerta abierta. Su defensa depende del lugar; en una fábrica alimentaria, se complica porque ignoran el veneno. «En esos casos tienes que procurar llegar al origen. Que encuentre antes lo mío que lo del cliente. Eso estrategia del técnico». O la hormiga, muy común. «Al contrario de lo que dice todo el mundo, que me invaden las hormigas, las hemos invadido nosotros porque hemos construido un edificio donde ellas estaban habitando antes que nosotros. Y no me voy a morir, como hayas dejado un resquicio, me voy a comer tus migas de pan». Frente a las cucarachas, Íñigo habla de una solución «más o menos fácil» a través de la fumigación.
En las viviendas particulares proliferan también los ácaros, tan comunes como difíciles de detectar. «Es normal que produzcan irritaciones con picores; además, bastantes». También cualquier tipo de parásitos como la pulga. «Te la puedes llevar sin querer de un arenero donde esté jugando el niño». Y el más molesto y difícil de erradicar, muy en auge en los últimos años, como el chinche. «Se alimentan de nosotros y el modo de llegar a una vivienda siempre es por desplazamiento de enseres». Cualquier migración, especialmente desde países cálidos, es un problema. «Vienen en cualquier maleta y los tratamientos son complicados».
Iñigo habla de una inspección «muy exhaustiva» en enchufes, rodapiés, colchón, somier, cajones, armarios o ropa. Cuando el chinche suelta el huevo, los encapsula en una especie de babilla que protege del biocida. «Es muy cabrón de eliminar», resume. Una vez encontrados los nidos, hay que optar entre un tratamiento químico o físico –si es uno pequeño, se quema con vapor–, pero lo habitual son fumigaciones repetidas. Y en los enchufes, donde no se puede meter 'caldo', recurrir a polvos insecticida.
En la mosca común no se trata tanto de matarlas como de encontrar el origen, la larva. Todos los mosquitos nacen en aguas estancadas y hay que matarlas con un tratamiento biológico para no matar al pato si va allí a beber. En la avispa, hay que encontrar el avispero.
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