El Andrés Laguna cambia su muro exterior por una pantalla vegetal
El centro altera el paisaje de una de las zonas más transitadas de Segovia como una medida para frenar la contaminación y apostar por una pedagogía ambiental
El instituto Andrés Laguna ha aprovechado la parte final del verano para cambiar el paisaje, tanto de puertas a dentro como hacia afuera. Ese vallado ... de Conde Sepúlveda, una de las zonas más transitadas –y por ende contaminadas– de la ciudad adquirirá la imagen de un jardín botánico. El director del centro, Juan Solórzano, explica el valor de lo que llama una pantalla vegetal para combatir la contaminación química y la visual: absorber humos y que los alumnos vean verde. Forma parte de una reestructuración que incluye más espacios verdes y aulas didácticas exteriores. «Quitar hormigón e ir metiendo verde».
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El Andrés Laguna recibió el 5 de junio el sello como centro sostenible por su programa de educación ambiental y de gestión de residuos. «Vamos en la línea de reducir consumos, tanto de papel como energéticos». El centro ha mejorado su aislamiento a través de un cambo de ventana, ha hecho un esfuerzo por regular la temperatura y apuesta por digitalizar al máximo posible sus contenidos para ahorrar papel. Esto se complementa a la educación ambiental, ese proceso de renaturalización del patio, un proyecto que ya ha iniciado el CEIP Fray Juan de la Cruz. «El fin es que el patio no solamente sea espacio de ocio, sino que sea un aula más».
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La parte de la izquierda, la que limita con otros edificios, añadirá espacios verdes y la parte alta contará con una grada para dar clase cuando el tiempo acompañe. «Ya que estamos cerca de la naturaleza, en Las Lastras, y tenemos un jardín espectacular, que eso no solo forme parte del recreo, sino del día a día de las clases». Un mensaje que no solo es saludable, también pedagógico. «Que la realidad que viven los chicos aquí no se estanque en las cuatro paredes del aula. Que sea un contacto con el exterior, con otros espacios. Y concienciar de los riesgos climáticos, de cuidar nuestro entorno».
En resumen, en lugar de ver pasar los coches, escucharán a los pájaros. El centro ha instalado cajas-nido en los árboles para facilitar su estancia y pequeños hoteles de insecto similares a los del Jardín Botánico. Esto se suma a un huerto que lleva tiempo en funcionamiento y a un invernadero que han recuperado –el centro tuvo un ciclo de jardinería años atrás– y que está «a tope» gracias a una colaboración con Segovia por el Clima: muchas de las plantas que llevan por la provincia salen de allí. «Estamos intentando que haya contacto con la realidad social. Que los chicos aporten, salgan, vean de dónde sale un tomate o una lechuga, lo que cuesta».
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En el ámbito energético, el centro está inmerso en otra obra que inició la Dirección Provincial con el cambio de la caldera, a la que ha seguido una remodelación de las ventanas y la iluminación del centro. El sello ambiental supone un reconocimiento y materiales como lupas, prismáticos y viajes para visitar espacios naturales. El IES Vega de Pirón, de Carbonero el Mayor; el CEIP Agapito Marazuela, de La Granja; y el CEIP Nueva Segovia, de la capital, son los otros centros segovianos premiados este año.
El ahorro de la calefacción parte de segmentar su uso a través de 21 zonas de cara a optimizar la temperatura en cada una de ellas y gastar lo necesario. Determinar cuántos grados son suficientes en cada una es una cuestión de percepciones y de pedagogía hacia los alumnos. «Este año hemos bajado un poco. Le hemos dicho a la gente que no es cuestión de estar en manga corta en invierno. Que pueden traerse un jersey». La salida de la pandemia –con las exigencias de ventilación que llevaban a tener siempre las ventanas abiertas– ha permitido reducir gastos. Algo que también transmite un mensaje pedagógico a los alumnos de cara a nos despilfarrar energía en sus casas.
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Límite de apuntes en papel
De cara al consumo de papel, el centro tomó el pasado curso la decisión de limitar el número de fotocopias a entregar a los alumnos. «Había profesores que tradicionalmente les daban todos los apuntes y hemos dicho que cuando haya que dar fotocopias a toda la clase no pasen de tres o cuatro folios por alumnos. No dar tacos de 20. Para eso tenemos un montón de plataformas digitales; se lo subes ahí y el que quiera, que lo imprima». La idea es llevar a papel el contenido de la clase de turno o documentos esenciales como un examen, pero han puesto fin a la barra libre de los apuntes. El resultado es un «ahorro grande»: los datos del segundo trimestre en comparación con el mismo periodo del curso anterior ilustran una reducción de papel de un 20%. «Es muy considerable».
El gran reto por delante está en la gestión de residuos. «Ahí nos queda mucha concienciación por delante. Todavía vemos que los chicos ensucian mucho y tienen todavía la costumbre de tirar las cosas al suelo». No será fácil erradicar los tetra-brick o envoltorios en favor de portabocadillos o tuppers. «Tenemos que evitar los plásticos de un solo uso porque vemos que es exagerado». EL centro está valorando la idea de aportar directamente esos enlaces a los alumnos, pequeñas fundas que se adaptan, por ejemplo, al plátano y otras frutas. «Sobre todo con los pequeños, con los mayores es más difícil», reconoce Solórzano.
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