Aguilafuente reclama con el teatro su lugar en la historia
La villa segoviana ha celebrado este fin de semana una nueva edición del Sinodal para celebrar el hito del primer libro impreso en España, en 1472
«El pueblo entero es un teatro». Es el mantra del que se enorgullece toda una villa cuando se pone manos a las obras (porque ... son varias las que se representan); repasan los libretos que luego interpretarán los vecinos; adornan las calles, plazas y edificios para retrotraerse al siglo XV, y cuando, en definitiva presumen más de su cuna en la provincia de Segovia. Y es que Aguilafuente -los 'aguiluchos', como se conoce popularmente a sus habitantes- saca pecho estos días de los albores de agosto para presumir de fiesta con honores. Lo hacen ataviados de época, con sus atuendos medievales, cada uno en su papel. Es más que un disfraz porque el taller de costura de las vecinas y la Asociación Cultural Sinodal de Aguilafuente que cuida y aporta los trajes ponen el alma para que no sea una recreación más. El motivo lo merece.
Aguilafuente es el lugar donde se celebró el sínodo que luego ha pasado a la historia por plasmarse en el primer libro impreso en España. Fue en 1472, y tal hito apasiona a todo un pueblo y lo mueve para que levante el telón durante tres días en los que se rinde homenaje a sí mismo y, de paso, deleita a los visitantes que admiran las capacidades escénicas de un elenco autóctono que vive las celebraciones del Sinodal como el mayor tributo que se puede brindar a sus orígenes y a su santo y seña patrimonial y cultural.
Una localidad de 564 habitantes volcada. Padres, niños y mayores se juntan para convertir Aguilafuente en un teatro ante un aforo vivo de alrededor de 7.000 espectadores 'forasteros' a los que los 'aguiluchos' sumergen en la vida cotidiana de una villa medieval.
Aquellas actas con los asuntos tratados en el sínodo que convocó el obispo Juan Arias Dávila se imprimieron en Segovia, en concreto en la calle Velarde. Fue Juan Parix el que convenció al prelado de las bondades de la imprenta frente a los recelos de un fraile inquisitorial.
Las funciones se suceden en diferentes escenarios que aporta la villa: desde el lavadero hasta el Ayuntamiento. Las calles son el plató natural. Las representaciones teatrales de 'Las fabetas'; 'El jefe', interpretada por el elenco más joven de Aguilafuente; 'El paseo de fray Antón'; 'El obispo y el impresor'; 'El Romance del Sinodal'; 'La decisión de tía Ino', y 'El Sinodal perdido' se suceden entre danzas medievales, música, juegos populares, talleres infantiles o visitas turísticas. Además, este año los asistentes han podido contemplar hasta una exhibición de lucha medieval, que tuvo lugar en la tarde de este sábado. Sin olvidar los puestos del animado mercado que ha estado instalado durante este fin de semana.
Una conferencia, una misa con canto gregoriano, más teatro y una paella popular para reponer fuerzas han preludiado el arriado del telón de la fiesta, que cumple veintitrés años, hasta la próxima edición.
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