El presidente de la Fundación Bases posa en las escaleras de la Facultad de Economía.

«Se puede ser emprendedor con un euro en el bolsillo»

Luis Miguel de Pablos

Domingo, 9 de noviembre 2014, 12:18

Pocas voces tan autorizadas como la suya para hablar de números, de empresa o del fenómeno emprendimiento como vía de escape a la crisis actual. Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad y decano durante ocho años, en la actualidad preside la Fundación Bases, que destina todo su esfuerzo a respaldar y asesorar a todos aquellos jóvenes que se lanzan al mercado empresarial.

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La tercera convocatoria de becas anunciada hace unas fechas cumple con el objetivo de dar salida a quince proyectos por año.

¿Qué problemas se encuentra un emprendedor cuando decide dar los primeros pasos?

El emprendedor, cuando empieza, tiene un déficit de muchas cosas. Tiene su idea pero le falta conocimientos en materia económica, cómo se mueve el mercado, los movimientos administrativos que tiene que hacer, el aspecto económico, Y muchas veces no es solo económico el problema sino simplemente de estructura.

¿Qué pesa más en un fracaso empresarial, la falta de financiación o de una estructura sólida?

Cuando uno empieza a desarrollar su proyecto, necesita centrarse en su idea de negocio y no puede volcarse en organizar su dinero, y en ese punto le ayudamos y orientamos. Aspectos técnicos que le son completamente nuevos y que nosotros le resolvemos de alguna manera para que no se tenga que preocupar más que de su formación. La intención es que el día que abandone la Fundación sepa cuáles son las líneas básicas que mueven la economía. Además de darle una formación personalizada, le ponemos a su disposición dos asesores, uno económico-financiero que le lleva la contabilidad y le ayuda en las primeras decisiones, y un asesor técnico que le orienta en su propio negocio en cuanto a los aspectos más singulares de su proyecto.

¿Podría lanzar mi idea hoy mismo si solo tengo un euro en el bolsillo?

Perfectamente puedes empezar a emprender con un euro en el bolsillo. La idea es que a través de la Fundación, el emprendedor vaya adquiriendo proveedores, encontrando clientes y desarrollando paulatinamente el negocio que quiere poner en marcha.

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¿Amancio Ortega o Juan José Hidalgo son ejemplos válidos?

Son válidos y hay una coincidencia con todos aquellos que empiezan a emprender, y es que los dos están convencidos de una idea. Una buena idea en la que ponen todo su empeño en desarrollarla. Cuando Bill Gates se encontraba en su garaje con su ordenador también tuvo sus dificultades económicas. Nosotros queremos ayudar para que esas dificultades sean menores y que el tránsito no sea tan duro y que no lleve al fracaso. Precisamente uno de los problemas de los emprendedores cuando empiezan es ese miedo al fracaso. El índice de fracaso cuando empiezas llega al 90 por ciento y eso es bien triste.

¿Qué falta en este país, más empresas o empresas más cualificadas?

Hay algo de las dos. Está claro que el mundo está cambiando, ya no se trata tanto de contratar muchas personas sino de mejorar la formación de los que ya están para desarrollar ideas dentro de la propia empresa. Es un modelo que está cambiando y que ya está ahí. Por supuesto, también hay un cambio de paradigma y como profesor el modelo que enseñamos también tiene que ser distinto. La sociedad se está dando cuenta y nosotros mismos hemos incorporado asignaturas como por ejemplo Creación de empresas, Emprendedores o Asesoría económico-financiera fiscal o contable. Asignaturas que hacen que el alumno tenga iniciativa y no espera a que otros le contraten.

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En España siempre ha habido cierto recelo o miedo al emprendimiento, ¿es también un problema de cultura o mentalidad?

Efectivamente hay un aspecto cultural muy importante. Estamos a la cola de Europa en iniciativa emprendedora, por ejemplo Francia o Alemania tienen un índice de emprendedores mucho mayor. En España siempre ha cuajado más la idea de que nuestros hijos tienen que ir a la Universidad, tienen que tener conocimientos universitarios para las empresas les contraten. La realidad nos está demostrando que este modelo no puede ser generalizado a todos los universitarios. Las grandes empresas están mejorando sus índices de competitividad a base de ajustar empleo. Con este dato uno no puede pensar que hay empleo para él porque no lo hay para todo el mundo. Por eso las instituciones públicas deben apoyar a las pequeñas y medianas empresas, que es donde se crea empleo.

¿Estamos a tiempo de cambiarlo?

Es justo éste el momento de cambiarlo. Cuando hay una crisis como la que tenemos, que afecta tanto a la sociedad, es momento de cambiar las cosas. Se debe cambiar. Es la oportunidad para cambiar de modelo, no tendría mucho sentido volver al ladrillo. Hay que hacer un esfuerzo y la gente lo ha entendido así.

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Tanto hemos utilizado la palabra emprendedor que está llegando a generar rechazo, ¿hemos explicado mal el concepto?

Creo que las palabras se gastan y muchas veces cuando buscamos un término lo hacemos como alternativa a decir lo mismo de otra manera. Los economistas hablaban en los años 20, en el siglo pasado, de empresario y en realidad estaban hablando de lo mismo que ahora. Aunque nos guste utilizar otras palabras, lo que hay detrás es lo mismo. Lo que sí hemos aprendido es que detrás de la palabra, sea cual sea, lo que tiene que haber es un modelo de emprendimiento y un apoyo por parte de los poderes públicos. Tenemos a unos jóvenes muy bien formados en todos los sentidos que quieren aportar a la sociedad, y es lo que tienen que entender las instituciones. Luego hay otro tipo de emprendimiento, el de aquellas personas que por culpa de la crisis se han quedado sin trabajo.

¿Es la salida fácil?

Es la que se tiene. Uno trata de aplicar el conocimiento que tenía y que plasmaba por cuenta ajena, y la diferencia es que traslada esa actividad a un negocio propio. Esta opción es igual de importante, aunque es un modelo que no genera tanta perspectiva de empleo como la anterior.

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¿Empresario y emprendedor es lo mismo o tienen matices?

Exactamente igual. Ahora llamamos emprendedor, quizás con un elemento diferencial, a la persona que no dispone de recursos económicos. Al empresario parece que implícitamente era al revés y que se le presuponía recursos. En definitiva, cuando enseñamos a los alumnos no hablamos de personas y sí de proyectos.

¿Yla corrupción? ¿Se habla de ética en sus clases?

Claro que sale ese tema, sin ir más lejos esta semana en una clase sobre finanzas y el sistema bancario español. Se oyen preguntas como ¿usted hubiera dejado caer Bankia? o ¿qué pasa con las tarjetas negras? Las ideas se debaten sin ninguna contaminación y es bueno que se planteen temas como estos. En ocasiones hay mucha contaminación y es necesario profundizar en estos temas para determinar cuál es el alcance real de los mismos. Como profesores debemos intentar que los alumnos tengan un concepto ético de los negocios. Está claro que luego se necesita un sistema político que lo acompañe. Un mundo económico sin ética es un mundo fracasado. Y los alumnos tienen que saber que si quieren un mundo mejor tienen que comportarse mejor.

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