Víctor Orta, director del Área Deportiva del Real Valladolid
«Este verano me he sentido más director deportivo que nunca»El máximo responsable futbolístico del Pucela se muestra muy satisfecho con la confección de la plantilla y el funcionamiento interno del club
Víctor Orta Martínez (Madrid, 1978) ha vuelto al Real Valladolid veinte años después de su primera etapa en el Pucela con el objetivo de liderar ... como director deportivo el proyecto blanquivioleta de la nueva propiedad mexicana agrupada en Ignite Sports. Tras un intenso verano de fichajes y salidas, Orta comprueba ahora cómo las piezas se van ensamblando sobre el césped.
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-¿Qué balance hace del juego del equipo en estas cinco primeras jornadas de Liga?
-Una de las cosas por las que doy mucho mérito al entrenador y a su 'staff' es la identidad. El equipo ha entendido muy rápidamente lo que el entrenador quiere y cómo lo quiere, con las virtudes y defectos de cualquier sistema en el fútbol. Ya lo noté en el partido de pretemporada ante el Pafos. Salí con una sensación de que habíamos adquirido la identidad rápidamente. En eso tiene mucho mérito Guillermo Almada. Un equipo con identidad me ofrece seguridad porque sabes qué te puede dar. Los jugadores saben interpretar lo que les pide el entrenador. Este sistema demanda mucho esfuerzo físico, y cuando el premio son los buenos resultados, se cree mucho más.
-¿Está satisfecho con la confección de la plantilla teniendo en cuenta todos los condicionantes?
-Sí, estoy satisfecho de tres maneras. Uno: con las salidas. Dos: con el primer tramo de mercado, en el que las entradas fueron rápidas para consolidar el proyecto; necesitábamos jugadores de carácter defensivo y vinieron muchos en una línea que necesita mucho trabajo. Y tres: con la semana final. En esos últimos días de mercado muchas veces se ficha volumen y nosotros hemos firmado calidad y valor añadido. El plan ha ido por donde determinamos desde el comienzo con la nueva propiedad.
-Ha fichado jugadores en todas las demarcaciones… excepto en la de delantero centro. ¿No era necesario o no ha resultado posible?
-Analicé al equipo y vi los 38 partidos completos de la temporada anterior. Entendí que arriba estábamos bien. Y eso me pareció tranquilizador para la confección de la plantilla. Conozco mucho a Juanmi Latasa de su etapa en el Real Madrid. Conozco muchísimo a Marcos André. No conocía a los dos jugadores jóvenes [Jorge Delgado y Adrián Arnuncio] y tuve que actualizarme en verano. Para una delantera de Segunda División, estaba todo muy completo, con dos perfiles diferentes. Guillermo Almada ha jugado en anteriores equipos más con un segundo punta, con un 'diez'. Si hubiera continuado con doble punta [como empleó durante la pretemporada] nos habríamos planteado traer otro delantero por una cuestión numérica. A Guillermo le gusta más jugar con un 4-4-2 sin balón, pero 4-2-3-1 con balón. Entendí que existían recursos de sobra.
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-¿Cuáles son las situaciones más complicadas con las que ha tenido que lidiar este verano? ¿Le han preocupado más las entradas o las salidas?
-Las entradas transcurrieron según el plan. Ha habido un par de situaciones que se han quedado en el tintero por decisiones de los jugadores o circunstancias. En las salidas, en cambio, siempre hay un momento complicado donde no manejas toda la información. Esto te frustra más. Te llegan cosas lateralmente, muchas veces ni siquiera por la parte del jugador o su agente. En este mundo del fútbol hay una nueva profesión por encima de los agentes que es el intermediario. Cada vez hay más intermediarios que representan menos jugadores y su única manera de sacar beneficio es moviendo al futbolista aunque no lo representen. Eso genera mucho ruido y mueve a la reflexión. Hay jugadores, como el caso de Selim Amallah, que querían salir del club y nosotros también queríamos que saliera, y la idea era que tuviera un final positivo. Sí me preocupa porque ahí no manejas todos los elementos, como sí sucede en las contrataciones
-Javi Sánchez es uno de los jugadores que finalmente no ha salido. ¿Resulta recuperable para la causa de Almada?
-Cien por cien. Absolutamente. Ha pasado siempre en la historia del fútbol que las ideas de principio de verano cambian, tanto en los jugadores como en los clubes. Javi es un jugador importante que conoce la casa, la profesión, ha jugado Primera y Segunda División. Es un futbolista que nos puede dar valor añadido.
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-¿Cómo se arma una plantilla que tiene que luchar por el ascenso, pero que no debe suponer un lastre para consolidarse luego Primera?
-Es muy complicado. Si te llenas de cesiones en Segunda y consigues el objetivo, te descapitalizas. Hemos sido ambiciosos para contratar jugadores en propiedad. No pienso ahora si esos jugadores van a determinar un nivel superior. He pensado en este año en un equipo joven, con piernas, con agresividad, en un momento de carrera que nos necesiten, que los jugadores necesiten al Real Valladolid. También pienso en el lado humano. Mantenemos entrevistas previas con los jugadores y una presentación en la que les enseñamos las cosas buenas, muy buenas, malas y muy malas del club para que tomen la decisión con corazón y cabeza, y así en los malos momentos sean fieles a lo que decidieron. Por ejemplo, los jugadores ya saben que los entrenamientos de Guillermo Almada van a ser durísimos. Tampoco vamos a decirles que en diciembre hace 18 grados. Trajimos a Ponceau a conocer la ciudad un par de días. No quería que, cuando firmase, pensara que Valladolid era más grande o que las instalaciones eran otras. Los futbolistas no deben sentirse engañados para que luego nosotros podamos demandarles exigencia.
-Almada es una de las piedras angulares de este proyecto. Se tiene la sensación de que su nombre partió desde la copresidencia. Si es así, ¿en qué momento se convirtió en el favorito de la dirección deportiva?
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-Hay mentiras que se quedan en el ambiente y acaban transformándose en verdad. Iniciamos el proceso con muchos nombres: la primera lista tenía 20 candidatos. Una propiedad que pone el dinero y cuenta con conocimiento futbolístico tiene la obligación de opinar en la elección. Me dieron total libertad para la toma de decisiones, pero yo debo ser humilde para escuchar a gente que conoce a ese entrenador más que yo. Como si viene en su día un jugador mexicano. Conocía a Guillermo Almada antes de que me lo nombrara la propiedad, claro. Ha llegado a una final de Copa Intercontinental y ha sido campeón en México. Tenía referencias de fuera de la propiedad muy buenas. Sabía quién era Almada, un entrenador de éxito con un modelo de juego que siempre destaqué como europeo. No lo conocía personalmente. El primer Zoom con él duró dos horas y media. Nos conocimos mutuamente. Hablamos mucho, con una honestidad brutal. Él quiso arriesgar. Lo fácil para él habría sido quedarse en Sudamérica. No necesitaba al Real Valladolid en este momento de su carrera, pero decidió entrenarnos, con una pretensión económica muy adecuada para la categoría y por debajo de la media salarial de Segunda. Demostró que quería estar aquí y yo sólo podía darle todas las facilidades. Claro que la propiedad conocía a Almada más que yo, pero tras la primera reunión llamé a los copresidentes y les dije 'quiero que sea nuestro entrenador?
-¿Qué tipo de club es el Real Valladolid? ¿Copresidencialista? ¿Con papel relevante del entrenador para fichar? ¿Decide la dirección deportiva?
-He trabajado con mucha independencia en todos los equipos en los que he estado, aunque un poco menos en el Zenit. Este verano me he sentido más director deportivo que nunca y en cualquier decisión deportiva yo tenía la última palabra. También soy un trabajador de equipo: consulto a los míos y la gente que me rodea en la dirección deportiva son diez mil veces mejores que yo. También consulto con el entrenador y con Bruno [Mazziotti]. Y con la propiedad. Luego tomo una decisión con la soledad del líder, pero escuchando a muchas personas. Me he sentido prácticamente como un director general deportivo, cosa que no me había pasado nunca excepto quizás en Elche.
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-Entiendo que aquí no hay lo que a veces usted ha denominado 'modelo Frankestein', con fichajes que llegan por diferentes intereses y en los que no hay consenso interno.
-Si me ofrecían un jugador que ha sido entrenado por Almada o que Almada conocía de la liga mexicana, yo le preguntaba. Y, al revés, si yo me siento con Guillermo Almada y hablamos de Mathis Lachuer, él se fía de nosotros. Se elaboran informes físicos y también psicológicos, algo que hacemos antes de cada contratación, basados en la entrevista previa. Ahondamos en su pasado y en el entorno de los jugadores. Me he sentido independiente. Si ya venía convencido antes al Real Valladolid, mi decisión ahora está más consolidada.
-¿Le frustra que los fichajes deban adaptarse físicamente a las exigencias del entrenador y que no tengan un impacto más rápido en el equipo?
-No me frustra para nada. Creo que es un error alinear jugadores recién llegados que pueden tener riesgo por su estado. El modelo de Almada demanda un nivel físico muy óptimo. El jugador tiene que salir en su mejor momento de forma. Puede que los fichajes que han ido apareciendo no hayan tenido un impacto brutal, pero ninguno ha hecho tampoco un ridículo espantoso
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-¿En qué punto está la renovación de Chuki?
-Valoro con mucho optimismo esa posibilidad. Tengo la certeza de que el jugador se quiere quedar. Desde la dirección deportiva, y el resto de elementos en la toma de decisión, todos queremos que Chuki sea parte del epicentro del proyecto. Todavía no hay una oferta sobre la mesa, debido a diferentes circunstancias mías, pero la va a haber en breve, absolutamente en breve. Así lo queremos la propiedad y la dirección deportiva.
-¿Hay más renovaciones en perspectiva?
-Por ahora, sólo la de Chuki.
-¿Es pronto para pensar ya en cómo se puede reforzar el equipo en invierno?
-El mercado de invierno tiene un problema de disponibilidad. La predicción es muy difícil: jugadores que parecen imposibles pueden estar disponibles y jugadores disponibles pueden convertirse en titulares indiscutibles en sus equipos. Hasta ahora han participado unos 18 jugadores y tenemos que esperar para elegir bien y ver dónde se puede aportar valor añadido.
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-¿Cómo es la relación con los copresidentes Gabriel Solares y Enrique Uruñuela?
-Hoy he tenido un 'briefing' con Enrique Uruñuela de casi dos horas para ponernos al día de lo deportivo y extradeportivo. También me consulta aspectos de 'marketing' y del entorno para que le dé mi opinión. Contamos con un grupo de WhatsApp para realizar llamadas, aunque alguno de ellos esté en México. Hablamos mínimo una hora al día. Me gustan que ellos estén implicados en las decisiones. Todos tenemos derecho al veto. Son unos presidentes con perfiles tan compatibles que los considero más unos presidentes ejecutivos. Tienen un conocimiento deportivo importante, Gabriel con más experiencia en clubes, pero Enrique también con mucho nivel en negocio, 'branding', comunicación… Generamos un montón de ideas para acercar el club al aficionado. Y para que todos los trabajadores dentro del club sientan que aportan su granito de arena. Hacemos una estrategia para ese crecimiento. Los dos están muy presentes en el día a día y trabajando constantemente para el club.
-¿Qué queda del Víctor Orta que llegó hace 20 años al Real Valladolid? ¿La pasión?
-Sí. Mantengo la pasión por este juego. Amo el fútbol en su esencia. Queda también el hambre de ser agradecido con la gente que apuesta por mí. En aquel momento fue Carlos Suárez y ahora son Gabriel Solares y Enrique Uruñuela. Quiero devolverles la confianza. Tengo más edad, soy más maduro y tengo más kilos. También he ganado calma con la experiencia, pero todavía tengo muchos sentimientos de trascender. Mi historia en el primer año aquí [2005-2006] fue regular tirando a mal y en la segunda fui parte inicial del proyecto de Caminero y Mendilibar con el que se batieron todos los récords. José Luis Pérez Caminero y Carlos Suárez quisieron que me sintiera partícipe porque yo me había marchado en julio y había fichajes ya realizados.
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-El directivo Bruno Mazziotti continúa en el club de la etapa anterior de Ronaldo Nazário. ¿Cómo se compenetra con él?
-Gaby Ruiz, mi mano derecha, dijo una frase contundente tras dos semanas de trabajo: «Somos absolutamente complementarios». Bruno Mazziotti tiene una experiencia en equipos de primerísimo nivel en la élite del fútbol mundial (Arsenal o Paris Saint Germain, por decir sólo dos) y en diferentes posiciones. Tiene una visión 360 grados de la gestión de un equipo de fútbol. Me ayuda en microdecisiones que evitan conflictos. Por ejemplo, yo no puedo estar todo el día discutiendo con el jefe de instalaciones por el estado del césped, pero Bruno sí. Ya se ha visto que el campo va mejorando. Bruno gestiona extraordinariamente bien y, además, es muy compatible con Gaby Ruiz y Alberto Cordero, que son clave para la decisión técnica. Ahí Bruno también da una opinión, aunque más lateral.
-Dígame cuáles son las virtudes de los integrantes de su equipo de trabajo.
-Gaby Ruiz me aporta mucho sosiego, algo que necesito por mi carácter. Ese punto emocional tan diferente al mío me ha ayudado en mi trayectoria. Además, tiene un conocimiento técnico absolutamente privilegiado. Quizá no haya visto tanta Segunda División, pero en tres años será el mejor especialista de España. Alberto Cordero es el mejor 'scout' o jefe de reclutamiento para detectar talento entre 15 y 19 años. Hay nombres de jugadores de primerísimo nivel mundial que yo escuché por primera vez en la boca de Alberto Cordero. Rodrigo García es volumen y, al vivir en Madrid, ve seis o siete partidos cada fin de semana. Paco Peral es la versión 'old style' del antiguo ojeador. Ya va con 'tablet', pero me encanta esa visión de tío de campo con experiencia. Se ha especializado en ligas nórdicas. Gerardo Fernández es una incorporación que nos puede aportar mucho en el fútbol sudamericano porque ha trabajado allí. Quiero incluir también a Enrique Benéitez, el chico de datos, que he heredado de la etapa anterior. En Sevilla tenía 12 personas para el Big Data. Con Enrique Benéitez sólo tengo ahora una y cuento con la misma calidad de información. Ya he hablado de Bruno. También está Roberto, que es 'el Valladolid'. Ha sido entrenador y ahora es gestor de la dirección deportiva. Le consulto muchas cosas para que me dé una visión pura del Real Valladolid, porque lleva aquí más de 20 años.
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-El caso de Gerardo Fernández es diferente al del resto porque llega a su equipo de trabajo por la parte de los nuevos accionistas.
-Se me hizo la propuesta para su incorporación. Lo entrevisté. En mi entorno de trabajo hay tres cosas absolutamente innegociables. La lealtad, algo imprescindible en el mundo del fútbol. La capacidad, porque esto es 7/24 y es complicado para muchas personas. Y el conocimiento. La lealtad y la capacidad te dan conocimiento, pero si tienes las tres cosas cuentas con un equipo de trabajo como el mío del que estoy muy orgulloso.
-De todos los fichajes de esta campaña, el de Víctor Orta para la dirección deportiva se contempla por muchos como el más rutilante. Además, prácticamente ha ejercido como portavoz del club, más allá de lo meramente futbolístico. ¿Se siente cómodo en esa faceta?
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-Ha sido algo natural y vuelve a hablar bien de la propiedad. Cuando me convencieron para contratarme, ellos ya querían que mi figura fuese relevante y que me sintiera importante. Si yo hubiera elegido otra situación económico-deportiva, no estaría aquí. Es respetable y, tal vez, habría optado por otra cosa en otro momento de mi vida. Necesitaba esto, recuperar la autoestima, sentirme más yo, ver mi verdadero yo laboral, que había perdido, con un año final en mi anterior etapa [en el Sevilla] muy duro. Ellos me dieron todo eso. No me da miedo ser la imagen del club porque me siento cómodo cuando defiendo públicamente lo que se está haciendo bien.
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