De corto, pero muy respetables
El Pucela confirmó en su particular derbi la imagen de un equipo que está de paso en Segunda
f. bravo
Lunes, 3 de noviembre 2014, 10:01
Los más de ochocientos kilómetros que separan Valladolid de Gerona no son óbice para que el encuentro entre los dos equipos que disputaron ayer la undécima jornada de la Liga Adelante en el estadio Zorrilla convirtieran el enfrentamiento en un verdadero derbi, si atribuimos el término a la vecindad de intereses, afinidades, emociones... La mayor parte del cuerpo técnico del Real Valladolid celebró sus mejores éxitos y su mayoría de edad profesional en el Girona; algunos jugadores, como Óscar Díaz, Chus Herrero o Timor, han defendido los colores del equipo catalán y, por si no fuera suficiente, ambos conjuntos han convivido en los primeros puestos de la tabla durante el primer cuarto de liga.
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Hay, también, otros aspectos que conferían una especial rivalidad al encuentro, esa rivalidad que tiene un plus entre los más cercanos. El lenguaje políticamente correcto lo define como motivación. En realidad, toda la vida se ha dicho ganas. El Valladolid le tenía ganas al Girona. Porque cuando has estado trabajando en un club que abandonas por el motivo que sea, siempre se queda uno más a gusto si le superas desde tu nuevo equipo. Algún jugador, además, tenía motivos personales, como es el caso de Óscar Díaz, que abandonó el club catalán muy poco contento con el trato recibido. Jetas fue lo más suave que dijo de sus dirigentes cuando dejó el Girona. Aunque cuando terminó ayer el partido, el delantero madrileño quitó hierro al asunto, aludiendo a que ha pasado ya por muchos otros equipos.
Un equipo de cuidado
Al margen de la rivalidad, cuyo resultado se decantó en favor de un Valladolid que volvió a regalar a la afición unos últimos minutos de angustia, el Pucela es ya un equipo respetable y respetado en Segunda.
Los entrenadores rivales suelen aludir a la calidad del Real Valladolid y a su condición de serio aspirante a volver a Primera División, una categoría que parece que le corresponde por derecho. Ytienen motivos, porque los de Rubi solo han sido derrotados en un partido de Liga y no conocen la caída en lo que va de Copa. Pero incluso en las tres ocasiones en las que ha empatado frente al Sporting, Betis y Ponferradina, el Real Valladolid había dado la imagen de ser un contrincante superior a sus adversarios. A pesar de que todavía regala buenas dosis de angustia, incluso cuando parece tener el partido cerrado, como ocurrió la semana pasada en el Carlos Belmonte de Albacete.
Los jugadores que forman la plantilla del Real Valladolid, un vestuario de urgencias y limitado por un presupuesto muy restrictivo, se han ganado ya el respeto en la categoría. No son once chavales corriendo en pantalón corto detrás de una pelota, sino respetados jugadores en todos los campos, que han puesto el equipo por encima de las individualidades, que juegan con un sistema y tienen en cuenta las virtudes y carencias de las distintas líneas y siguen un patrón, el de Joan Francesc Ferrer Rubi, que ha logrado ahormar las características de los veinte jugadores profesionales con los que cuenta para que sumen al proyecto.
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De hecho, Rubi sigue complicándose la vida, haciendo cambios constantes, para hacérselo más difícil a los rivales. Y para que todos sepan que tienen un puesto en el equipo y, sobre todo, para que asuman que ninguno es imprescindible, aunque haya quien no tiene dudas de su titularidad si no hay lesiones por medio, como puede ser el caso de Jesús Rueda, que ha jugado los 990 minutos oficiales correspondientes a las 11 primeras jornadas.
Quedan 31 partidos de Liga, pero el Valladolid ýa es algo más que el primero de la clasificación.
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