El Pucela abandona el laboratorio
La calidad individual alumbra el camino de la tercera victoria consecutiva. Pezzolano parece que va escapando de los experimentos y tiene un once cada vez más reconocible
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El dibujo de Pezzolano se baja del tiovivo
Pezzolano ha limpiado la pizarra y va eliminando los tachones a medida que pasan las jornadas. El tiovivo es ahora una línea semirrecta. Todavía falta ... algo de fluidez y que la posesión no sea una quimera. Será cuestión de tiempo. El césped ya no parece un campo de minas. El dibujo ofrece menos fisuras gracias a la evolución de un sistema, en el que Juric encarna la solidez, el equilibrio, el futbolista que pone la primera piedra y hace la primera falta. Ocupa tanto espacio que al contrario se le funden los plomos. Los centrales viven mejor y Monchu puede crear sin el agobio de saber que detrás de una pérdida de balón está el abismo. El Pucela progresa adecuadamente, tanto en las prestaciones como en el resultado.
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La calidad marca la diferencia
La solvencia y la miseria, en el fútbol, están separadas por una línea casi imperceptible. Un suspiro. La calidad dibuja la frontera entre la sonrisa y el lagrimón, justo lo que le sobró al Real Valladolid y le faltó al Burgos. La calidad de Marcos André para embocar la primera ocasión del partido y la magia de Monchu para aplacar la posesión del Burgos con un gol olímpico de dibujos animados. El 3-0 desabrochó los mejores minutos del Pucela, que arrinconó a sus fantasmas para coquetear con un resultado aún mejor. La gloria llegó esta vez por ese intangible que a veces se esconde detrás de los nervios y la ansiedad, pero que ayer floreció para alumbrar el camino de un equipo que va a más.
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Boyomo y Torres se hacen indiscutibles
El eje de la retaguardia blanquivioleta ya tiene sello. Boyomo y David Torres son los jefes. ¿Habrían aterrizado en la titularidad si Henrique no hubiera caído lesionado? Viendo el ejercicio de la portería es posible que no, pero como estas líneas no van de suposiciones, sino de certezas, me quedo con la bondad del destino. Pezzolano ha dibujado un triángulo mágico, con Juric en el vértice más próximo al centro del campo, que elimina inquietudes y anula la fragilidad del inicio del curso.
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El vuelo por los costados, siguiente evolución
Ahora que Pezzolano va hormigonando las grietas, le faltan algunas evoluciones en el sistema para que el Real Valladolid vuelva a postularse como candidato a una vida mejor. El técnico uruguayo ha encontrado el nervio y la tensión, también la consistencia. La siguiente pantalla reside en revisar la portería, que vive en un brete, y conseguir que la profundidad por los costados aporte más alternativas al catálogo ofensivo del equipo. Iván Sánchez tiende siempre a buscar el desborde hacia el interior y Luis Pérez no consigue el filo en el desdoble. En la otra orilla, Moro aparece como un extremo puro que siempre busca la línea de fondo y el centro. Juega más cómodo en su banda, la diestra, porque llega y sirve. En la izquierda, el césped se le pone cuesta arriba.
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La eficacia del Pucela sigue al alza
El Real Valladolid se ha quitado la soga del gaznate. Pezzolano representa la imagen del científico que sale del laboratorio con la bata llena de lamparones en medio de una nube de humo. Da igual el sufrimiento. El tubo de ensayos contiene la fórmula. El Burgos manejó mejor la pelota, pero el Pucela ha escapado de la depresión. El pollo ya tiene cabeza y el esfuerzo colectivo parece que acelera en la misma dirección. Ahora les toca sufrir a los rivales, que ven cómo llega un avión con tres victorias consecutivas y la moral por las nubes.
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