Decepción trasl el segundo tanto del Albacete el pasado domingo. Carlos Gil Roig
Libre Directo

Objetivo realista en el Real Valladolid

«La nueva directiva, Víctor Orta e, incluso, Guillermo Almada pueden ser esclavos de sus propias palabras»

Alberto Cuesta

Lunes, 22 de septiembre 2025

Cuando los nuevos propietarios del Real Valladolid se presentaron, el mensaje que enviaron fue que el objetivo era sanear el club para construir un proyecto ... estable, con capacidad para sostenerse sin hipotecarlo en el futuro. Un acto de responsabilidad al que, por supuesto, tienen que acompañar los hechos. Sin embargo, se les escapó una meta más ambiciosa —aunque fuera con la boca pequeña— como es el ascenso. Imagino que, fruto de la emoción del momento y con la intención de agradar a su nueva afición, dejaron esa pildorita para mostrar optimismo sin darse cuenta de que pueden acabar siendo esclavos de sus palabras. También Víctor Orta y Guillermo Almada han cometido el mismo pecado, elevando las expectativas a un nivel quizá demasiado alto.

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Marcarse un objetivo realista cuando empieza la temporada es el primer paso para no aumentar la presión innecesariamente. El inicio de Liga no ha sido malo, de hecho, hasta la jornada pasada era muy positivo, pero el batacazo en Albacete, no tanto por la derrota como tal, sino por las formas, ha destapado las carencias que se escondían detrás de los puntos obtenidos. ¿Es el Real Valladolid ahora el peor equipo de la categoría? Claro que no, pero el resultado en el Carlos Belmonte evidencia que este equipo tiene más problemas de los que nos gustaría.

El análisis de cada partido y de la temporada varía según cuál sea el objetivo a final de temporada. Esta plantilla, al menos por lo visto hasta el momento, parece que quiere presentar batalla, pero no está preparada para hablar de ascenso directo. Tener ambición es bueno, pero siempre con los pies en el suelo. Yo sueño con ponerle un tapón a LeBron James en las finales de la NBA, con alcanzar el oro olímpico en los cien metros lisos batiendo el récord mundial a la pata coja y con ganar Wimbledon jugando con una pala de ping-pong, pero, por lo que sea, no va a ser posible. El Real Valladolid debe replantearse sus objetivos, ser realista y mandar un mensaje claro a su afición para poner los pies en el suelo, rebajar la presión y hacer entender que lo más probable es que esta sea una temporada de transición. Si después llega un milagro en forma de ascenso, lo celebraremos, pero si el Pucela viene de hacer la peor temporada de su historia, no deberíamos obligarle a correr sin haber aprendido a andar.

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