
Julio Ceballos | Consultor de negocios
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Julio Ceballos | Consultor de negocios
«En términos económicos y tecnológicos, vivimos en un mundo achinado»El libro 'El calibrador de estrellas', firmado por el cántabro Julio Ceballos (Reinosa, 1979) y editado en abril, que se ha convertido en uno de ... las tres publicaciones de no-ficción más vendidas en España, se presenta hoy lunes a las 19:00 horas en el Casino de Palencia. Este abogado economista, especializado en internacionalización, estrategia de mercado y negociación y que ejerce como consultor de negocios en China, estará acompañado en este acto por el director corporativo en Galletas Gullón, Francisco Hevia Obras.
–Nació en Reinosa, pero ha residido durante 18 años en China...
–Nací en Reinosa, donde sigue viviendo toda mi familia; soy el único miembro que se ha ido al otro lado del mundo. He estado viviendo en China desde 2006 hasta 2023, año en que decidí residir la mitad del tiempo en España, concretamente en Santander, aunque sin cambiar mi 'modus vivendi', ya que sigo dedicándome al desarrollo de negocios en China y a ayudar a empresas a establecerse allí y realizar operaciones.
–Siendo cántabro, no le resultará desconocida Palencia...
–Conozco bien Palencia, sobre todo, el norte. Y tal como evoluciona el norte de Palencia y el sur de Cantabria, Aguilar de Campoo se va a convertir en Campoo de Aguilar, ya que una gran mayoría de los vecinos del sur cántabro trabaja en Galletas Gullón. Y por la capital he estado muchas veces, pero de paso; me gusta andar en bici y me encanta pedalear por tierras castellanas.
–El Casino de Palencia acoge la presentación 'El calibrador de estrellas'. ¿Este volumen descubre a Occidente las claves para mejorar su economía copiando de China?
–Este libro plantea un catálogo de aprendizajes que podemos extraer inspirándonos en el modelo chino, teniendo en cuenta que el modelo chino en bloque no nos sirve. China ha salido de la pobreza en sólo cuarenta años y se ha convertido en vanguardia tecnológica, en laboratorio de ideas y en segunda potencia mundial.
–¿Qué enseñanzas del gigante asiático son extrapolables a nuestro país?
–Fundamentalmente, todo lo que tiene que ver con la inversión en educación, en talento, en conocimiento y en capital humano. De las 18 propuestas extrapolables a nuestro país y al resto de Europa, te cito cuatro: su apuesta decidida por la educación y el 'largoplacismo', es decir, trazar planes a quince años que arrojen resultados sólidos, abandonando la improvisación y el 'cortoplacismo', así como introducir parámetros meritocráticos en los puestos más relevantes de la política, volver a fomentar el afán de superación y la cultura del esfuerzo, ya que el falso bienestar en el que vivimos no deja de ser una ficción, cada cual debe responsabilizarse de su propio destino; y, en cuarto lugar, incorporar hábitos saludables en nuestro día a día para mejorar nuestro bienestar y tener una vejez de mayor calidad, hábitos que podemos extraer de la medicina tradicional china.
–¿Qué actitudes de los ciudadanos chinos son paradigmas del progreso de su país?
–China es una nación con un sentido de propósito, es decir, es un colectivo que se siente heredero de una civilización de más de 3.500 años que aún comparte muchos de los rasgos que la hicieron gloriosa, como las instituciones sólidas y un idioma común. Los chinos están muy orgullosos de lo que fueron y de lo que son y están decididos a alcanzar las metas que se han propuesto: convertir a China en la nación más próspera, más fuerte y más segura cuando la República Popular cumpla 100 años, centenario que llegará en 2049. En sus valores, de corte confuciano, siguen teniendo una importancia fundamental la educación, la apuesta por el talento y el sentido colectivo, lo que ellos llaman el patriotismo cultural: tener en cuenta que es mucho más lo que comparten que lo que les separa, estar unidos en torno a un proyecto de nación común y orientarse al cumplimiento de esas metas con esfuerzo, disciplina, autodeterminación, motivación y autoexigencia.
–«El mundo va a ser mucho más chino; el futuro es asiático; China no es parte del problema, es nuestra solución», subraya usted...
–En términos económicos y tecnológicos ya vivimos en un mundo achinado. No vamos a acabar hablando chino porque es un idioma demasiado complejo y ellos mismos no quieren globalizarlo porque es como una especie de muralla invisible que les aísla y les protege del exterior. China está demostrando que el liderazgo mundial no será de quien más regule ni de quien más hable, sino de quien más innove y ejecute. Este país está capturando posiciones de liderazgo en las tecnologías que va a dominar el siglo XXI. tales como la inteligencia artificial, las energías limpias, la industria 4.0, Además, son conscientes de que quienes aprendan a hablar antes el idioma de los algoritmos, tendrán la supremacía de este siglo, en el que no cabe la no competencia; estamos obligados a competir y ellos han decidido mejorar las herramientas de cara a la competencia global. No pretenden liderar el mundo, sino que el mundo no les lidere a ellos, es decir, que las decisiones que les atañen no se tomen fuera de sus fronteras.
–¿La nación china será la clara vencedora de la guerra comercial entre las dos superpotencias mundiales?
–Estados Unidos ya está perdiendo. Trump está jugando una partida de póquer a base de faroles y de amenazas a corto plazo, mientras que China está jugando una partida de ajedrez a 50 o 60 años vista. Mientras Washington improvisa, Pekín responde con contundencia, serenidad, aplomo y planificación estratégica, diversificando sus mercados y fortaleciendo su consumo interno. En mi humilde opinión, creo que la interdependencia global frena más a Estados Unidos que a China y que la guerra arancelaria de Trump no sólo no va a resolver los problemas que ya padece su país, sino que los acelerará.
–¿El presidente del Gobierno español hizo bien en no cancelar su visita a China cuando Estados Unidos anunció su política arancelaria?
–Absolutamente. Esa visita fue muy oportuna. La clave de la misma fue tender puentes con China y demostrar al gigante asiático que España está dispuesta a mantener relaciones con los principales socios geopolíticos mundiales. Europa ya no es el centro del mundo y el orden anterior, basado en reglas diseñadas por Occidente, ya está obsoleto. Por tanto, los países como España tienen que redefinir los términos de relación con esos principales actores y nuestro país debe convertirse en una bisagra pragmática entre Europa y China y, también, entre China y América Latina. Posicionarnos como un interlocutor fiable para China y Estados Unidos, buscando acuerdos mutuos, es una estrategia acertada para España.
–¿Cómo ve a España en el marco del mercado internacional?
–El mundo ya no gira alrededor de un solo eje. Vivimos en un tiempo de bloques, que se fragmentan, alianzas que se reconfiguran y reglas que ya no se obedecen por inercia, sino por interés. España, que no se resigna a ser un mero espectador del nuevo desorden global, tiene que apostar por construir puentes, no trincheras, sin elegir entre Washington o Pekín. Se trata de que España se convierta en un nodo activo, estratégico y confiable del nuevo multilateralismo al que nos dirigimos.
–¿Cree que el denominado Estado de Bienestar nos ha hecho más mal que bien?
–No, pero sí que ha generado una falsa sensación de bienestar, una actitud, a menudo, acomodaticia en la que parece que quien se esfuerza y los que no lo hacen tienen las mismas posibilidades, que, a veces, se premia más la mediocridad que los méritos y que, de alguna manera, se ha interpretado la meritocracia como elitismo cuando realmente consiste en premiar el afán de superación, los logros eficaces y el esfuerzo. Tenemos que volver a una nueva relectura de la meritocracia. El Estado de Bienestar es un logro magnífico de Occidente que tenemos que luchar por mantener, pero imprimiendo la cultura del esfuerzo, de la disciplina y del sacrificio. Hay que tener en cuenta que la vida depende de lo que cada uno logre con sus medios y no de lo que te regalen.
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