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Laura linacero
Palencia
Lunes, 11 de abril 2022, 00:18
Aunque no hacen falta las palabras para entender qué están pasando las personas que huyen de la guerra y dejan toda una vida atrás, el idioma es uno de los grandes retos a los que se enfrentan los cientos de refugiados ucranianos que han llegado hasta la provincia de Palencia. Aprender el español es ya una necesidad para conseguir esa independencia que tanto anhelan, pero, sin recursos, las posibilidades se reducen al mínimo. La solidaridad palentina vuelve a ser imprescindible para paliar esta carencia y en esta ocasión, lo hace de la mano de la Academia Sonylang. A través de la Federación Española de Enseñanza de Idiomas se ha puesto en marcha un Plan de Generosidad Lingüística para ofrecer clases de español a todos aquellos ucranianos que puedan necesitarla. «Nosotros pertenecemos a esta asociación y lo que podemos ofrecer es enseñarles español o que continúen con sus estudios de lengua», explica Tatiana Seco, responsable del centro.
Especialistas en enseñar español a extranjeros, la academia se enfrenta a un reto motivado por las circunstancias. «Aunque estamos acostumbrados a enseñar un idioma sin saber absolutamente nada y de hecho, no se debe enseñar con el idioma materno, el hecho de que tengan otro alfabeto y que haya una necesidad urgente lo complica aún más», asegura Tatiana Seco. Un desafío complicado, pero «muy gratificante« que se agrava porque, como explica la responsable del centro, «no es tratar simplemente con un inmigrante, es una persona que viene huyendo del dolor».
Las clases comenzarán después de Semana Santa, aunque la presentación se ha llevado ya a cabo con el fin de que puedan conocerse y socializar entre ellas. «Esa era mi intención, que pudieran conocerse entre ellas porque además del idioma, les une todo lo que están pasando y expresarles el deseo de echarles una mano», añade. Con la ayuda de una ucraniana que reside en Palencia y se conectaba a la presentación de manera virtual, iba traduciendo las claves de las futuras clases. Mediante gestos de asentimiento y pequeñas sonrisas, se reconocía ese discurso como una oportunidad para avanzar.
Así, cuatro horas semanales hasta finales de junio dotarán a diez mujeres de nociones básicas de español para poder empezar una nueva etapa. «Las clases serán de manera presencial de lunes a jueves por las mañanas, pero quien no pueda asistir tendrá la opción de hacerlo 'on-line'», comenta la gerente de la academia. Esta decena de mujeres, de las cuales cuatro residen actualmente en Fuentes de Nava, dos en Villalobón y el resto en Palencia, serán las primeras en recibir esa formación. Sin embargo, la academia también espera a un grupo de refugiados ucranianos a través de la organización Cruz Roja. «Nos pusimos en contacto con ellos para ofrecerles esta posibilidad, pero ahora mismo están priorizando las cuestiones burocráticas y aunque les ha parecido una idea estupenda, estamos esperando a que se ponga en marcha», explica Tatiana Seco.
Por el momento, serán esas diez mujeres las que, de manera gratuita, podrán hacerse con una herramienta fundamental para avanzar: el idioma. Para ello, la academia Sonylang asumirá todos los gastos que derivan de las clases. «Tengo que pagar a los profesores esas horas, y aunque hemos conseguido antiguas profesoras que se ofrecen voluntarias, se reservará para ese grupo de la Cruz Roja que vendrá», añade Tatiana Seco. Por el momento, las profesoras que comenzarán a impartir las clases a partir del 18 de abril ya están preparando el material para que las clases sean lo más prácticas y útiles posible. «Durante este tiempo vamos a organizar cómo hacerlo porque la necesidad por aprender el idioma nos apremia y estamos acostumbradas a otro tipo de enseñanzas», asegura.
Una adaptación que no solo partirá de los profesionales del centro sino también de las propias alumnas. Acompañadas muchas de ellas de los familiares de acogida y de personas que brindan su ayuda, emprenden un nuevo camino que comenzó, como en el caso de las primas de Marga Krishtal, hace tres semanas. Marga, ucraniana que vivió durante años en Palencia consiguió que su tía, dos primas y tres niños llegaran hasta la capital para huir de la guerra. Hoy, quince días después, asisten a estas clases para tratar de integrarse lo antes posible. Aunque quieren volverse cuanto antes, son conscientes de la situación y su mayor preocupación es conseguir la independencia económica.
Esta oportunidad, no sólo les facilitará el acceso al mercado laboral sino que les permitirá socializarse. «Son personas que tenían su independencia, su trabajo, su ropa, su vida, y al día siguiente te encuentras con que tienes que pedir hasta comida», explica una integrante del grupo scout que les está ayudando a acomodarse.
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