El invierno no tapa un verano de llamas y solidaridad
«Ver a la gente mayor negándose a abandonar sus casas fue uno de los momentos más emocionantes»
Ya han pasado más de tres meses desde aquel verano que nuestra provincia de Castilla y León no olvidará. Y, aunque ahora la nieve cubre ... algunas de aquellas heridas, siguen ahí, invisibles pero presentes.
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Los incendios del mes de agosto arrasaron montes y pusieron en peligro a cientos de personas. En la comarca montañosa de Tierra de la Reina, cada ráfaga de viento hacia la montaña que separa el valle hacía que los pueblos se contuviera la respiración. Sabíamos que si el fuego cruzaba esa barrera, no habría forma de salvar nuestras casas ni los montes donde muchos de nuestros abuelos habían pasado su vida.
Las primeras horas fueron las más duras. No llegaban medios suficientes y la sensación de abandono era difícil de asumir. El fuego arrasaba montes enteros y los vecinos solo podían mirar cómo el cielo se volvía naranja.
Pero también hubo esperanza: la solidaridad entre pueblos. Cada tarde se organizaban turnos de ayuda, llevando agua, comida o simplemente apoyo a quienes luchaban contra las llamas durante jornadas de diez horas. Era una lucha desigual, pero nadie abandonaba a nadie.
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Ver a la gente mayor negándose a abandonar sus casas fue uno de los momentos más emocionantes. No por imprudencia, sino por miedo a que, si ellos se iban, no se luchara con la misma determinación y ganas por salvar aquello que han cuidado toda su vida.
Este incendio no solo quemó el monte. Quemó recuerdos. Ojalá sirva para que los pueblos pequeños de Castilla y León no vuelvan a enfrentarse solos a algo tan devastador y para que los vecinos leones y su solidaridad estén acompañados de medios y recursos suficientes.
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