Quién paga la juerga
«Desde que se desataron los primeros fuegos, una vez más, comenzó a difundirse que habrá dinero para indemnizar a los damnificados, en vez de prescribirlo en invierno para prevenirlos»
Persiste en España algo más acuciante que la emergencia nacional actual: la profilaxis para no reeditarla. Si algo queda patente durante la actual tragedia es ... la frivolidad con que los representantes públicos han abordado los incendios que han arrasado parte de nuestro patrimonio natural y que ha atentado contra el bienestar de quienes habitan ese entorno.
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Desde que se desataron los primeros fuegos, una vez más, comenzó a difundirse que «habrá dinero» para indemnizar a los damnificados, en vez de prescribirlo en invierno para prevenirlos. Propaganda acompañada de la procacidad sobre la que cabalga la política española. El Gobierno de la nación había desaparecido del escenario, fiando la gestión de la emergencia a las comunidades autónomas, escudándose en la ley. Mientras el país comenzaba a arder, Castilla y León sobre todo, el ministro Puente lanzaba chascarrillos en las redes contra los peperos regionales por permanecer al sol y no al pie del cañón. Como la frivolidad no entiende de color sectario, el presidente Mañueco lanzó eso de «seremos generosos» para afrontar lo sucedido en Las Médulas, un eczema de condesdencencia con dinero impropio. La distancia entre estas 'reses publicas' y el pueblo la constató el patricio consejero semiambiental, Suárez-Quiñones, tras su indolente «tengo la mala costumbre de comer», mientras practicaba dejación de funciones a cientos de kilómetros de la crisis.
No sé qué pinta el ejército acuartelado mientras libramos una guerra brutal. Si un tío amenazara la vida de mi madre, actuaría; ya vería cómo retorcer la ley después. Sánchez es un consumado experto en eso. En cuanto a Mañueco y Quiñones, dudo que regresen a la Sierra de la Culebra a que les pateen el coche de nuevo brigadistas y lugareños exhaustos, que constituyen la excelencia de esta farsa deleznable. Ningún león elegiría líder al más torpe de la manada.
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