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Litografía del arquitecto francés Alfred Guesdon (año 1854). En el centro, el Octógono y un poco más arriba, la puerta de acceso a la calle Santiago. A la derecha, ocupando el cuarto inferior, el suelo que hoy acoge al Campo Grande.
Tribuna

El desconocido Presidio Modelo de Valladolid y la Academia de Caballería

La idea y desarrollo de la obra del presidio estuvo desde el principio enfrentada a una fuerte oposición del proyecto que encabezaba el Ayuntamiento, que prefería el exconvento de Nuestra Señora de Prado

Ricardo M. Mata y Martín

Catedrático de Derecho Penal. Universidad de Valladolid

Sábado, 4 de octubre 2025, 08:56

En el espacio central de la litografía del arquitecto francés Alfred Guesdon en el año 1854 destaca poderosamente un edificio por su centralidad en la ... perspectiva de la ciudad de Valladolid. Se trata del conocido como Octógono, un edificio poligonal construido para presidio Modelo. Se trataba de un proyecto realizado bajo el influjo del histórico centro de la Maison de Force de Gante de 1775, también con forma octogonal, por el arquitecto Epifanio Martínez de Velasco. Esta construcción en el llamado históricamente campo de feria ha permanecido mucho tiempo envuelta en una espesa niebla. El trayecto para la realización del centro penal estuvo jalonado de una decisión firme por parte de la Dirección General de Establecimientos penales para implantar un Presidio Modelo en la villa vallisoletana, pero igualmente de una oposición no menos perseverante por parte de las autoridades locales.

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Será de la mano de Rafael Salillas, nuestro primer criminólogo, cuando se rescate la memoria del centro penal de Valladolid. Mucho tiempo después, Carlos García Valdés alude a la polémica dieciochesca a la hora de elegir el régimen penitenciario a implantar y la arquitectura para los presidios. Y a propósito del régimen celular indica los casos de Valladolid y Vitoria como líneas de avance del mismo. Durante todo el siglo XIX existe la preocupación por contar con edificaciones adecuadas a la ejecución de las penas privativas de libertad que, en principio, se ubicaban en otros abandonados de anteriores destinos y normalmente con precarias condiciones.

Arriba, el flanco del Octógono que daba a la plaza de Zorrilla, con la estatua del poeta abajo. El edificio, tras el incendio de 1915 y al lado, militares en el patio interior.

En 1840 se inauguraba en el Saladero (cárcel de Villa) en Madrid, el «presidio correccional modelo» para jóvenes. Había sido una iniciativa de la Sociedad para la mejora del sistema carcelario, penal y correccional de España, preocupados sus integrantes especialmente por la falta de separación en las cárceles entre jóvenes y adultos. También se crea en Madrid un presidio modelo y se acompaña de otras reformas generales. Pero la carencia de espacios suficientes harán de este presidio madrileño un intento frustrado.

En junio de 1846 el Director General de Presidios anunciaba la construcción en Valladolid de un Presidio Modelo al estilo del de Gante, referente en la historia penitenciaria europea. Pese a otras alternativas esgrimidas la elección final sería erigir un edificio completamente nuevo en la zona del Campo Grande utilizando materiales del convento de San Pablo. Las obras avanzan rápido y en octubre de 1846 se informa que «El presidio modelo avanza pasmosamente. Los cimientos están concluidos, y ya se empieza a forjar el edificio». Pese a la oposición de la corporación municipal a esta nueva ubicación, en mayo de 1847, la misma reina ordenó la cesión del terreno por parte del Ayuntamiento y también del suministro de agua.

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La idea y desarrollo de la obra del presidio modelo en Valladolid estuvo desde el principio enfrentada a una fuerte oposición del proyecto que encabezaba el Ayuntamiento de la ciudad. El Ayuntamiento por una parte se dedicó a conseguir la disponibilidad del Exconvento de Nuestra Señora de Prado para como alternativa para el Presidio y, también, se iniciaron gestiones para el traslado a la ciudad del Colegio Militar de Caballería que se había constituido muy poco antes en los locales de la vieja Universidad Complutense de Alcalá de Henares pero que encontraba serios inconvenientes en esa instalación. A través principalmente de dos personas se realizaron las gestiones que consiguieron enlazar los objetivos del Ayuntamiento. Por una parte el Diputado a Cortes Benito Fernández Maquierira y por otra el Visitador General de Presidios, Manuel Montesinos. El segundo ejerciendo su cargo de Visitador de Presidios había informado desfavorablemente sobre las condiciones de la nueva construcción del presidio, sentido de su postura que repitió como miembro de la comisión encargada del dictamen final. Montesinos habría informado durante este proceso al Director General de Caballería –arma a la que él mismo pertenecía-, el Teniente General Ricardo Shelly, de la posibilidad de acceder para el colegio de Caballería al edificio del Presidio. El general Shelly había visto con buenos ojos la propuesta del Ayuntamiento y pasado todo el proceso la ciudad reconocerá su relevante papel para el buen éxito de la instalación de su Colegio de cadetes («ha sido un decidido protector de la traslación del Colegio»).

Uno de los aspectos de interés es poder averiguar si el mencionado presidio modelo llegó a entrar en funcionamiento. Se repite de manera incesante que no pudo llegar abrirse y fue trasladado en esa situación al Monasterio de Prado. Sin embargo, con los datos de los que disponemos se puede llegar a afirmar que de hecho estuvo en funcionamiento como tal presidio. Pero además contamos con un dato singular, que hace referencia al ingreso de un condenado en este mismo presidio. Condenado que era un personaje político conocido y por tanto fue un hecho revestido de cierta notoriedad.

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Se trataba de José María Orense (1803-1880), marques de Albaida, que sería elegido diputado en diversas ocasiones y llegaría al iniciarse la Primera República a ser el primer presidente del Congreso de los Diputados. Había sido condenado por el delito de desacato contra el presidente del Consejo de Ministros. Por ese delito ingresó en el nuevo centro en medio de un despliegue importante de fuerzas del orden. Salió de Palencia «escoltado por el comandante de la guardia civil y algunos soldados de caballería, que sucesivamente se fueron relevando en la carretera donde se hallaban apostados», «y á la mañana siguiente ingresó en el presidio modelo» de Valladolid. Efectivamente el 5 o 6 de noviembre de 1850 llega a Valladolid, ciudad en la que «ingresó en el presidio modelo donde continuará a pesar de sus dolencias». De esa manera numerosos diarios constatan el ingreso del ilustre político en el presidio del Campo Grande. A este respecto se suscita en el Congreso referencias a «la entrada en el presidio-modelo de Valladolid del señor marqués de Albaida», como lo hizo el general Prim, quien quiso demostrar en la tribuna parlamentaria la injusticia de la condena.

Quedando el Octógono vacío se consiguió también la llegada de los cadetes de caballería a Valladolid a las pocas semanas. El proceso avanzaba, ahora ya sin cortapisas, y se aprueba mediante otra Real Orden (de 21 de marzo de 1852) el traslado del Colegio Militar de Caballería que se encontraba en Alcalá de Henares hasta su nuevo emplazamiento en Valladolid. De manera que no tardando demasiado, el 6 de abril inmediato, llegaban los componentes del Colegio Militar a la que sería su nueva residencia hasta la actualidad (con dos edificios diferentes por el incendio del primero). El Ayuntamiento queriendo honrar a sus nuevos huéspedes acordó «que una comisión de su seno saliera a la raya del término de esta población a recibir los individuos de aquél».

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