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Manifestación del Día de la Mujer en Valladolid el pasado miércoles. Alberto Mingueza

La poética de la calle

«La mayor pega de las pancartas de los desfiles es que siempre son reivindicativas, nunca líricas o épicas, como los cantares de gesta»

Las manifestaciones callejeras, las más recientes del feminismo, por ejemplo, ratifican contundentemente el título de estas líneas.

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Todo aquello que los manifestantes corean y gritan ... tiene que ser rimado en forma de pareado. ¡Ya caí yo mismo en la trampa: rimado-pareado!

Las manifestaciones callejeras a las que aludo suelen ser un pródigo muestrario de métrica de manual, zafia y ramplona las más de las veces, pero de métrica de libro de texto.

Hay que rimar sanidad con baja calidad, o bien «la sanidad no se vende/se defiende», o «tararí-tararí/sólo el sí es sí».

Más que pareados poéticos son ripios zafios y extravagantes. Quizá algunos tengan su punto de gracia, de ironía, o al menos de mala uva e intencionalidad. Como el que oí el otro día: «Si quieres tener dinero/arrampla como un banquero». Bueno, el grito en realidad no decía «arrampla», empleaba el verbo ese que empieza por 'r' y sigue por 'o' y que prefiero no explicitar por si esto se lee en horario infantil.

Y porque además el verbo 'robar' –¡se me escapó!– genera el sustantivo 'ladrón', y todos los sustantivos terminados en 'on' son los más gruesos y malsonantes que uno pueda echarse a la boca. (Hasta hay nombres propios, ejem, que se prestan a las rimas más insultantes)

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Item más: cuando esos gritos rimados se convierten en gritos escritos en pancartas panfletarias, entonces viene a ser como cuando la literatura oral se hizo literatura escrita, como cuando los juglares vocingleros plasmaron sus voces y versos en pergaminos o códices.

La mayor pega de las pancartas de los desfiles es que siempre son reivindicativas, nunca líricas o épicas, como los cantares de gesta. Presten atención a ésta que se me quedó in mente el otro día: «¡ Qué cinismo/llamar a eso feminismo!»

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No averigüé qué era ese eso, pero llegué a la conclusión de que los slogans callejeros son o pretenden ser como los refranes, también casi siempre rimados y con su punto de trascendencia o de frase lapidaria: A la cama no te irás/sin saber una cosa más.

Pues yo como Sócrates: Tras lo oído y leído recientemente en la calle, sólo sé que no sé nada. Eso.

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