Vacaciones escolares: ¡si solo son tres meses!
Los expertos alertan del llamado «vacío de aprendizaje», que consiste en una pérdida de conocimientos debida a un largo parón sin actividad académica.y afecta con mayor gravedad a áreas como matemáticas y lengua
El debate del siglo (qué digo del siglo, ¡del milenio!) está sobre la mesa: ¿tienen los jóvenes españoles demasiadas vacaciones de verano? Si nos agarramos ... a los datos y establecemos una comparativa con el resto de los países europeos, podemos ver que en verano en España los alumnos tienen alrededor de 12 semanas libres, desde mediados de junio hasta mediados de septiembre, frente a las 8 semanas en Francia, 6 en Alemania, Reino Unido y Países Bajos. Cabe también destacar que hay varios países con vacaciones muy similares a las nuestras, como Italia, Finlandia, Portugal e incluso Suecia.
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Por otro lado, si hacemos un análisis mundial, en Japón, Corea del Sur o Australia las vacaciones van desde las 4 a las 6 semanas y países como Brasil, China, Argentina o Canadá tienen entre 6 y 10 semanas. Solo Estados Unidos es el país con vacaciones parecidas a España, aunque hay algunas excepciones, según el estado al que pertenezca el alumno.
Los datos no mienten, ¡España es uno de los países del mundo con más vacaciones estivales! Ahora bien, ¿estos datos perjudican, benefician o son indiferentes desde el punto de vista académico para nuestro alumnado?
Los expertos no lo dudan y nos alertan del llamado «vacío de aprendizaje» (summer learning loss, en inglés), que consiste en una pérdida de conocimientos debida a un largo parón sin actividad académica. Este vacío afecta con mayor gravedad a áreas como matemáticas y lengua y a alumnos con menor apoyo familiar o recursos, obligando a los docentes a pasar gran parte del mes de septiembre, en 'la vuelta al cole', repasando contenidos ya explicados porque han sido olvidados.
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Además de este aspecto, aparecen otros problemas cuando las vacaciones son tan extensas, desde problemas de conciliación familiar, al aumento del tiempo de uso de pantallas sin supervisión, pasando por la necesidad que lleva a algunas familias a utilizar recursos externos como campamentos, donde el niño puede estar bajo supervisión de un adulto haciendo actividades varias que ocupan su tiempo y mente, siempre que la familia pueda costearlos.
Viejas quejas por el calendario
Cierto es que en España las críticas dedicadas a este gran periodo de descanso no son nuevas, ya nacieron hace años y hoy continúan siendo muchas y muy bien fundamentadas. El hecho es que no han sido estudiadas o tomadas en serio por parte de la administración competente argumentando que las vacaciones no se adaptan a criterios pedagógicos, sino a cuestiones laborales, históricas o incluso meteorológicas, indicando, por ejemplo, la dificultad que tendría dar clases en verano con las altas temperaturas que hay entre julio y agosto en casi todas las ciudades del país.
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Si la administración escuchase estas plegarias, repartir las vacaciones en varios periodos más cortos tendría efectos positivos y negativos.
Dentro de los primeros cabría destacar que se favorecería una mayor estabilidad en el aprendizaje por la menor desconexión académica, unida a una mejora en los niveles de bienestar emocional de los jóvenes.
Por otra parte, conllevaría un mayor coste para las familias al tener más interrupciones logísticas para los padres y madres trabajadores, y por supuesto la administración tendría que climatizar adecuadamente todos y cada uno de los centros para que dar clases en verano no fuese una tortura climática.
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Cosa que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, hay que resaltar que no es algo nuevo, ya que en junio e incluso en septiembre en muchos centros escolares de toda nuestra geografía se suda la gota gorda por este aumento de temperatura y dar o recibir clases se convierte en algo insoportable.
Los centros y docentes quedan totalmente desamparados frente a estas olas de calor haciendo auténticas filigranas para conseguir que sus alumnos estén cómodos desde el punto de vista térmico y no sufran ese calor agobiante que algunos años nos acompaña en esas fechas.
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Sería un acierto que las vacaciones estivales fuesen más cortas, desplazando esos días a otras fechas como hacen en otros países
Los expertos, a favor de periodos más cortos
Los expertos son tajantes al respecto y analizando diferentes informes de la OCDE y de la Unesco recomiendan una mejor distribución de los periodos de descanso y favorecer calendarios más equilibrados evitando así los largos periodos de desconexión que implican esa pérdida del progreso académico.
La opinión mediática tampoco falla y el debate no ha dejado de intensificarse en redes sociales y medios de comunicación durante estas primeras semanas del verano, donde han aparecido muchas opiniones de padres y expertos cuestionando el sistema actual. Cabe decir que muchos de estos «especialistas pedagógicos» son individuos frustrados y 'haters' que su único anhelo es la crítica al docente por sus deseadas y amplias vacaciones, que lejos de ser las de sus alumnos, es indudable que son mayores que en otros trabajos.
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Si ese es el motivo de esta lucha, deberían centrarse en si este cambio beneficia a los alumnos y por ende a sus familias y dejar de estar cuestionando a diario la labor o el calendario laboral de los profesores. Recalco también, que tienen la puerta abierta si lo desean para formarse y optar a ese empleo. Posiblemente ahí cambiasen de parecer en muchos aspectos que hoy son sometidos a juicio.
Pero si la pelea viene por la búsqueda de una sociedad mejor y de unos alumnos más preparados y competentes, es imperativo realizar un plan educativo sólido que combine el descanso con el trabajo escolar. Hoy por hoy parece que este tema no es el que más preocupa a nuestra administración ya que considera que no hay que hacer ningún cambio.
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En este caso, si te preocupa el parón que hacen tus hijos existen diferentes opciones que debes tener en cuenta para que no pierdan su hábito de trabajo. Hay gran cantidad de actividades voluntarias, lúdicas y motivadoras que tu hijo puede realizar fuera de las pantallas. Está claro que de primeras su reacción pueda ser negativa pero ahí los adultos pueden hacer una labor de acompañamiento inicial para que les pique el gusanillo del conocimiento y aprendan de otras maneras.
Lectura y matemáticas, imprescindibles
Siempre es imprescindible y necesario potenciar al máximo la lectura y el trabajo matemático. Ambas competencias son claves para el progreso del alumno en su vida académica.
Desde mi punto de vista como docente, sería un acierto que las vacaciones estivales fuesen más cortas, desplazando esos días a otras fechas como hacen en otros países, pero el proceso debería de ser gradual y sólido a la par que consensuado por todos los partidos políticos dejando así de usar la educación como arma política y pensando en el bien social.
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Además, añado que, aun creyendo en esa necesidad, hoy en día considero que hay maneras de mantener la llama del conocimiento encendida y el cerebro de nuestros alumnos activo, pero pasan por competir con los TikTokers o Instagramers y eso sí que es algo harto complejo.
Siempre nos quedará el recuerdo del niño en el pueblo con los abuelos y el libro de vacaciones Santillana debajo del brazo, mientras la abuela gritaba: ¡hasta que no acabes el tema de hoy no sales a jugar a la pelota con el vecino!
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