Con tilde

A todo trapo

Hay un ejercicio que podría ayudarnos a todos: ser más partícipes de los presupuestos que nos rodean, empezando por los de nuestras ciudades

El caso Koldo salpica la gestión presupuestaria autonómica. ¿Tenemos realmente un control sobre lo que gastamos? Y, más importante, ¿sabemos cómo se gasta? Se reabre ... el debate sobre la transparencia con la que somos gobernados y esto suscita dudas razonables. No es sólo cómo de accesible es la información sino hasta qué punto debemos desconfiar de lo que hacen los que nos gobiernan con nuestros impuestos. ¿Es lícito cobrar una comisión por colaborar en la gestión urgente de una crisis sanitaria? ¿Es cívico cobrar por ello una cifra de seis dígitos? La parte legal del asunto está siendo revisada y la moral, aunque ambigua, está más o menos clara. Lo complejo es poner un remedio a este y otros tantos casos similares; la cultura de la picaresca en España está en la propia raíz de su historia.Las irregularidades entre ministerios, comunidades autónomas y empresas privadas para comprar mascarillas trascienden cualquier análisis que hagamos, son pura psicopatía. Sin embargo, hay un ejercicio que podría ayudarnos a todos: ser más partícipes de los presupuestos que nos rodean, empezando por los de nuestras ciudades. ¿Cuánto destinamos a las fiestas y cuánto a la gestión de basuras? ¿Qué cantidad anual ponemos al servicio del acondicionamiento urbano y cuánto damos a eventos que prometen generar economía sin resultados? Conocer mejor la realidad es útil si queremos cambiar la lógica política en la que nos vemos inmersos desde hace años. Efectismo a todo trapo.

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