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Ibarrola
Después de las palabras

La ignorancia del escritor

Un libro tiene tantas almas como lectores

Juan Villacorta

Valladolid

Lunes, 10 de noviembre 2025, 07:18

El escritor ignora el significado de lo que escribe, pues aquello que piensa lo confunde. La obra del escritor es indistinguible para sí mismo. Pensar ... y escribir sin dejar de vivir es hoy un desafío. Las palabras originan muchas ideas engendradas por el vacío. No inventamos palabras sino su convivencia con el vacío. Las palabras encadenan letras, las letras son geometría de signos que materializan símbolos e ideas. ¿Dónde vive la libertad? Las palabras se nos escapan, huyen, nada quieren saber de nosotros, las pronunciamos y no se escuchan a sí mismas, las escribimos y no se leen a sí mismas, no creen en nosotros.

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Escribir sobre los sueños es desdibujarlos, soñar no admite traslaciones, el único tránsito de los sueños es disiparse, escribir su virtualidad. La vasija de Creta, el rostro de Toulouse Lautrec, la pistola de plata en el desván, los niños que juega con canicas de muchos colores mientras observan el designio de la veleta. Hay un destino de palabras para los sueños de la dulce aventura del escritor. Nadie se fía de nadie, así es la realidad virtual del que escribe.

Dejamos constancia de nuestro tiempo, pues ¿para qué otra cosa sirve el escritor? ¡Ah! Sí, el escritor también sabe que con su oficio mata el tiempo, o eso cree, pero no es del todo cierto, el tiempo lo mata a él. Los libros tienen el alma de quienes lo leen, no de quienes los escriben. Un libro tiene tantas almas como lectores. El alma del escritor muere con su libro.

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