Podemos, solo de nuevo
El partido de Ione Belarra, que vino a regenerar la política y ha quedado malherido en menos de una década, habrá de medir hasta qué punto le conviene propinar revolcones a la alianza PSOE-Sumar de la mano del PP y Vox
La ruptura de Podemos con Sumar, oficializada ayer con el paso de sus cinco diputados al Grupo Mixto, pone fin a una convivencia insostenible en la que la formación creada por Pablo Iglesias no ha sabido asumir su acelerado declive, fruto de mayúsculos errores, y la marca de Yolanda Díaz, repleta de antiguos agraviados de ese grupo y en la que se integró a regañadientes ante el riesgo de desaparecer, no ha mostrado interés alguno en contar con sus dirigentes.
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El desalojo de los morados del Gobierno de coalición, su arrinconamiento parlamentario y unas formas incompatibles de entender la política han conducido al divorcio de un matrimonio de conveniencia que nunca dio muestras de solidez. Esta fractura representa para Pedro Sánchez una dificultad añadida para mantener aglutinada la mayoría de la investidura.
La necesidad de Podemos para sobrevivir de distinguirse como el garante de «transformaciones valientes» supone un riesgo para la estabilidad del Ejecutivo. Pero el partido de Ione Belarra, que vino a regenerar la política y ha quedado malherido en menos de una década, habrá de medir hasta qué punto le conviene propinar revolcones a la alianza PSOE-Sumar de la mano del PP y Vox.
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