Con Rafa Nadal pasa como con los besos: nunca sabes cuándo es el último que vas a dar, el último que vas a recibir. Por ... eso hay que disfrutarlos y ya se verá. Cuando veíamos a Induráin no sufrir mientras subía, ya sabíamos que esa forma de ganar tan poco española se terminaría. Cuando vas terminando una novela de Dickens sabes que te vas a quedar sin ese placer.
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Cuando se estaba acabando 'El ala oeste' sabías que vendrían otras series, pero ninguna sería como esa. Y te la guardabas un poco hasta que no podías aguantar y la veías entera. Por lo dicho el domingo, ni Nadal sabe lo que aguantará. Lo que sea bien estará.
Cuando estoy en un semáforo y veo a uno que va corriendo y empieza a hacer aspavientos parado, corriendo en el sitio, como si se fuese a desintegrar si no se mueve, pienso que es gilipollas. Cuando vi el domingo a Nadal, en la espera de la salida, como si estuviera calentando en la banda, pensé que empezaba uno de esos besos.
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