El artículo 83.6
«Requiere el momento actual de una apuesta por aquellas áreas más necesitadas y esas necesidades se alejan desde luego de la centralidad que provocan todos los ejes autonómicos, el de Castilla y León también»
Una magnífica conferencia del presidente del Consejo de Cuentas de Castilla y León, Mario Amilivia, servía hace unos días para radiografiar la dura situación en ... la que se encuentra la comunidad.
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Amilivia, con el rostro marcado por una vida cargada de experiencias vitales, reconocía en su intervención la necesidad de apelar a la solidaridad entre los territorios.
Una reivindicación que se extiende a todos los ámbitos, del nacional hacia el autonómico, y por extensión del autonómico hacia el provincial.
Pero ¿cómo ofrecer y cómo materializar esa solidaridad?
La importancia de ser solidario no es un asunto testimonial, ni mucho menos. Lo remarca Mario Amilivia, conocedor de la tierra, viajero incansable, experto en captar esa realidad que muchos quieren enterrar.
Ser solidario, hoy, en lo administrativo es una cuestión casi imposible y todo, se remarca, porque los territorios son tan específicos que cada día necesitan más de los 'fondos de compensación' (dar más al que menos tiene, ofrecer a quien no puede crecer por sus propios medios).
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A ello, no se cansa de insistir el presidente del Consejo de Cuentas, obliga el artículo 83.6 del estatuto de autonomía desde el que se promueve y se impone la necesidad de mantener un equilibrio real entre territorios.
Pero no es fácil ser solidarios. En Castilla y León, por ejemplo, de cada cien euros que se presupuestan un total de 84 se destinan a educación, sanidad y servicios sociales (incluyendo la deuda pública). El resto, los 16 euros que quedan en el bolsillo, tienen como objeto cubrir la deuda y apostar por inversiones que puedan, precisamente, corregir esos desequilibrios. Y así, la solidaridad es imposible.
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Castilla y León, de extensión superior a la de Portugal, suma tantos desajustes que no hay cuentas que permitan regularizar los mismos. En la misma conferencia Amilivia evidenciaba el 'desgaste' de la provincia de León y, por elevación, el olvido a la hora de reajustar los territorios.
«Los datos de variación de la población en la provincia de León refieren que se pasó de los 500.200 registrados en 2008 a los 463.746 en 2018, con un descenso del 7,3%», aseguró. «El crecimiento vegetativo o natural de la población en la provincia (de León) pasó de un resultado negativo de -2.282 en 2008 a otro más intenso cifrado en -3.676 en 2018, un 62% de descenso que es expresivo de la evolución de este fenómeno», insistía.
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Los datos irrefutables, se multiplican en una única dirección. León, y esa es una apreciación a tenor de los mismos, camina hacia el abismo.
«Añado un ejemplo especialmente explicativo en lo que concierne a la provincia de León, con el desmantelamiento de la minería: el peso de la industria no manufacturera en la provincia, que incluye las actividades extractivas y la energía, ha pasado de representar el 13% del PIB en el año 2000 a tan solo un 5% en el ejercicio 2018, con la consiguiente pérdida de empleo», aseguró.
En esa línea es evidente que corregir los desajustes no es una cuestión inmediata, ni realmente factible en el medio plazo, requiere talento e inversiones. Y no es sencillo.
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