El presidente ruso, Vladimir Putin, el presidente chino, Xi Jinping, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un (de izq. a der.). EP

Inquietante nuevo orden

La fotografía de los tres lideres,exhibiendo la mejor de sus sonrisas es un aviso directo al Pentágono por cuanto se erigen como una alianza estratégica frente a la OTAN

Antonio San José

Valladolid

Martes, 9 de septiembre 2025, 07:40

La Guerra Fría tradicional, aquella desarrollada por la fuerza de los hechos tras la Segunda Guerra Mundial, que mantuvo apaciguada la llama nuclear de las ... entonces dos únicas superpotencias, Estados Unidos y Rusia, basada en la capacidad de destrucción letal de adversario en caso de comenzar una confrontación bélica con armas atómicas, ha quedado definitivamente atrás arrumbada por los cambios geoestratégicos y la política de nuevos acuerdos.

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La Alianza Atlántica ya no es lo que era. Las reticencias de los países europeos a incrementar su gasto en defensa motivó que Washington asumiera la mayor cuota de los costes de la organización y fueran los norteamericanos quienes aportaran las capacidades más sofisticadas en materia de tecnología y efectivos disponibles. Eso ha sido así hasta el segundo mandato de Donald Trump que, cansado de ser el 'pagafantas' de la cosa, hizo saber que los países integrantes debían de aportar como mínimo un 2% de su Producto Interior Bruto a la Alianza. A pesar de múltiples protestas, todos los miembros del club, espoleados por el implacable Mark Rutte, han terminado aceptando el órdago, incluida España, y ahora, el horizonte se centra en un 5% que también aportaran todos más temprano que tarde, España también.

Son las nuevas reglas del juego en un mundo fragmentado con nuevas potencias que reclaman protagonismo en el tablero internacional y exhiben su poderío bélico sin disimulo alguno. La URSS ya no existe y EE.UU. ha dejado de ser la gran superpotencia que encarnó en el pasado. Para muestra, basta observar con un poco de perspectiva de futuro la reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, celebrada en la ciudad china de Tianjin. De este encuentro salió una visión común del nuevo orden mundial sustentada en la cooperación económica y de seguridad entre Rusia y China. Las bravatas amenazantes de Trump han conseguido lo que en un principio parecía imposible, que India haya estrechado lazos con Pekín dando lugar a una tripleta de poder tan temible como real. Entre los tres estados representan nada menos que el 45% de la población mundial.

La fotografía de los tres lideres, Vladimir Putin, Xi Jinping y el indio Narendra Modi, exhibiendo la mejor de sus sonrisas es un aviso directo al Pentágono por cuanto se erigen como una alianza estratégica frente a la OTAN. Inquietante también la presencia, por si faltara alguien, del inefable líder norcoreano Kim Jong-un. Y todo esto tiene derivadas indudables en la inestable situación geoestratégica que vive el planeta. De momento, ya hemos visto como Putin y sus organizaciones tienen capacidad para anular el sistema de navegación del avión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, una acción a modo de aviso. La alternativa a la Alianza Atlántica ya es un hecho y se llama CR (China y Rusia), una realidad que activa una nueva politica de bloques y hace más inestable el frágil tablero internacional en el que se desempeña el mundo. Y todo, absolutamente todo, va a estar condicionado por esta realidad en el futuro. Como ejemplo basta señalar el cierre de filas de Moscú con Caracas en rechazo a la presión militar ejercida en estos últimos dias por Donald Trump en Venezuela. Toda acción tiene como consecuencia una reacción, y lo que pinta en el escenario geopolítico no solo es que no sea bueno, sino que resulta alta y vertiginosamente inquietante, al tiempo que constata la decadencia e irrelevancia paulatina de Europa en el actual contexto. Con esta incertidumbre vivimos en este convulso tiempo.

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