Hoy es el día de la L. Que significa que es el día que uno entra en los cincuenta con la elegancia que les dan ... a las cifras los números romanos y, a la vez, es un recordatorio de que llevas pegado en la espalda el cartelón verde con la L blanca que identifica nítidamente a los novatos al volante. Porque por más experiencia que acumulas no hay modo de evitar que la vida te sorprenda con enseñanzas nuevas, y no todas amables. Así que te plantas de golpe, en un pispás, parece que fue ayer y tal, en la edad de las paradojas. Sintiéndote joven a pesar de esos dolores y cuitas que aparecieron tiempo atrás, pero con hijas que se asoman casi a la mayoría de edad cuando ni siquiera les diste permiso para abandonar la infancia. Reaprendiendo tu oficio mientras llegan becarios a los que hace mucho que doblaste la edad. Con muchos proyectos aún pendientes y días con muy pocas horas.
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A estas alturas has descubierto ya casi todos los huesos y músculos que te pueden doler y te has hecho a la idea, o deberías, de que la alternativa a cumplir años es peor que cumplirlos. Y como eres de la generación EGB, la primera de la historia que acompaña la nostalgia con cientos de fotos y puede que algún vídeo de superocho, te criaste con el 'carpe diem' del profesor Keating y sus poetas muertos y el anarquismo vital de La bola de cristal. Suficiente base como para intentar ver el futuro con optimismo aunque empieces a mascullar, como siglos de cincuentones antes que tú, eso de que las nuevas generaciones ya no son como las de antes.
Supongo que llegado este punto solo hay dos formas de verlo. Cada vez queda menos tiempo o, mejor, todavía queda mucho tiempo. Me acojo a la segunda opción con la intención añadida de que la L de novato no me abandone nunca.
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