La gloria efímera de los Juegos de París
Fiasco. Pese a los baños en el Sena y el retorno del pebetero en las Tullerías, las Olimpiadas han tenido en la región parisina un impacto inferior al prometido
Me apetecía revivir el espíritu de los Juegos Olímpicos». Faltaban pocos minutos para las diez de una plácida noche de agosto cuando Stéphanie Morin y ... su tía parisina se acercaron al jardín de las Tullerías a la zona dedicada a contemplar y fotografiar el pebetero en forma de globo. Esta asesora de empresas vive en Rennes (noroeste) y estaba solo de paso por París, pero no quiso desaprovechar la oportunidad para ver cómo se elevaba hacia el cielo esa icónica figura. Decidió asistir a esa atracción turística por un motivo evidente: «Siento un poco de nostalgia» respecto a las Olimpiadas, afirmaba.
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El pebetero fue todo un éxito el año pasado durante los Juegos y lo han vuelto a colocar justo en el lugar donde se encontraba. Así sucederá cada julio, agosto y septiembre hasta que Los Ángeles tome el relevo de París en 2028. Pese haber dejado de ser una novedad, cada noche centenares de turistas y franceses se reúnen para contemplarlo. Algunos de ellos lo hacen solo para admirar su belleza. A otros les sirve para recordar el verano de 2024.
«Fue un momento increíble con un ambiente inesperado en París», recordaba Morin, que trabajó como voluntaria en el Estadio de Francia, donde se celebraron las pruebas de atletismo y rugby 7. Mientras ella y su tía sacaban sus móviles para fotografiar el singular globo aerostático, sonaba el 'Himno del amor' de Édith Piaf interpretado por un músico callejero. Céline Dion cantó esa misma canción en el cierre esplendoroso de la ceremonia inaugural de la cita olímpica
El recuerdo de los Juegos ha estado muy presente este verano en la capital francesa. Se han instalado incluso unas pistas de voleibol playa delante del Ayuntamiento para rememorar el ambiente deportivo de 2024. Pese a estos esfuerzos comunicativos por parte del gabinete municipal de Anne Hidalgo, hay dudas entre los parisinos sobre el impacto real del evento en la ciudad. «Representó un momento genial. Pero una vez terminadas las competiciones, no me parece que haya quedado gran cosa», aseguraba Marie-Sophie, de 35 años, empleada en el sector de los seguros y que había ido con una amiga a los monumentales jardines para descubrir por primera vez el pebetero.
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El 'legado de los Juegos' es un elemento recurrente en los discursos del Comité Olímpico Internacional (COI). «Lo utiliza para legitimar este tipo de eventos y para justificar todo lo que se construye para organizarlos», explicó el historiador del deporte Michaël Attali, profesor en la Universidad Rennes II y autor del libro 'Héritage social d'un événement sportif', en declaraciones al diario 'L'Humanité'. Según este experto, quien considera que los responsables de París 2024 exageraron el impacto que tendría en el futuro de la región capitalina, «se quiere dar a los Juegos un rol para el que no fueron pensados».
Las autoridades acompañaron el año pasado el marco-evento -fue un éxito de organización- de grandes promesas, como la conversión del Sena en una zona de paseo y ocio, la consolidación de Francia como 'nación deportiva' o la transformación urbana de las localidades pobres de la periferia norte de París. Un año después, algunas de ellas se han convertido en una realidad, mientras que otras están realmente en entredicho.
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Después de que el pasado verano se celebraran ahí las pruebas de natación del triatlón masculino y femenino, los ciudadanos pueden bañarse de nuevo en el Sena desde el 5 de julio. Aprovechando el esfuerzo hecho para limpiar el agua del río de cara a los Juegos, que comportó una inversión de 1.400 millones de euros, han abierto tres espacios dedicados a la natación fluvial. «Creo que fue una muy buena idea que utilizaran los Juegos para descontaminar el agua. No era normal que antes oliese a alcantarilla», explicaba a este medio Aymeric Lietar, de 44 años y auditor de profesión, tras haberse dado un chapuzón en la piscina fluvial ubicada cerca de la Torre Eiffel.
Pese a la novedad histórica que representan -había estado prohibido bañarse desde 1923-, los datos de asistencia fueron correctos durante las primeras semanas, pero sin ser extraordinarios. Unas 35.000 personas nadaron en el Sena en julio, mes en que esos espacios habilitados estuvieron la mitad de los días cerrados (hasta el 13) debido a la lluvia y la contaminación del agua. «Se trata de la verdadera herencia de los Juegos, así que espero que todo el mundo disfrute de ello», defendió Marc Guillaume, prefecto (equivalente del delegado del Gobierno) en la capital, en declaraciones a la revista 'Le Nouvel Obs'. Más allá del pebetero y los baños en el río, resultan menos evidentes los otros legados de la cita olímpica.
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Un barrio fantasma
Los organizadores de París 2024 apostaron por celebrar una parte significativa de las competiciones en infraestructuras temporales en el centro de la ciudad, lo que permitió que muchas de ellas transcurrieran en escenarios envidiables. Como contrapartida, eso comportó que escasearan las infraestructuras deportivas construidas para esa ocasión. Estas se pueden contar con los dedos de las manos, siendo las más destacadas el pabellón Adidas Arena, donde disputa sus partidos el París Basketball, y la piscina olímpica de Saint-Denis. Ambas se encuentran en la periferia norte de la capital.
Esa zona, y en especial la Seine-Saint-Denis -el departamento más pobre de la Francia metropolitana-, concentró una parte significativa de las inversiones y las infraestructuras. Como ya sucedió con el distrito de Stratford, el más pobre de Londres, durante los Juegos de 2012, los responsables de París 2024 pretendían que el evento sirviera para dinamizar algunas de las zonas más modestas de la región capitalina. El emblema de ello fue la construcción de la Villa Olímpica en una zona limítrofe entre Saint-Ouen, Saint-Denis y la Isla de Saint-Denis.
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La actual política de recortes ha frenado la aplicación de las políticas deportivas prometidas en paralelo a las Olimpiadas
Doce meses después, ese amplio distrito, de 52 hectáreas, que albergó a los atletas es hoy un barrio fantasma. Las primeras familias que han alquilado o comprado algunas de las 2.800 viviendas no se instalarán hasta otoño. Eso ha comportado que uno prácticamente no oiga ni un alma cuando se pasea por calles llenas de vallas y en medio de esos edificios de arquitectura funcionalista, fachadas ocres y sus terrazas, de las que desaparecieron las banderas que distinguían antaño a las distintas delegaciones. Incluso en algunos jardines ha crecido tanto la naturaleza que eso impide el paso. Y le da al lugar un aspecto curioso en el que se mezcla lo nuevo con una sensación de incipiente abandono.
«Nunca voy a la Villa Olímpica, porque no hay nada allí. Es un barrio vacío», lamenta Inés, de 27 años, una educadora social que vive en el barrio Pleyel de Saint-Denis, justo al lado del olímpico. «Todos esos pisos tienen muy buen aspecto, pero me temo que servirán para aumentar los precios inmobiliarios en este distrito y acelerarán su gentrificación», alerta. Además, critica que no hayan utilizado la cercanía de la Villa para mejorar los equipamientos deportivos de ese barrio residencial, «donde los niños tienen que jugar al fútbol entre dos bloques de oficinas de EDF (empresa eléctrica)».
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A este escepticismo de los vecinos de la Villa Olímpica se le suma el hecho de que la actual política de recortes, fruto del elevado déficit público de Francia, ha frenado la aplicación de las políticas deportivas prometidas en paralelo a las Olimpiadas. El presupuesto del Ministerio de Deportes no solo se ha reducido de 775 a 593 millones este año, sino que está previsto que baje un 17,6% en 2026. El presidente, Emmanuel Macron, propuso que en cada escuela hicieran un mínimo de media hora de deporte cada día, pero esa medida se aplica en menos de la mitad de las escuelas del país debido a la falta de recursos.
Esta pérdida de apoyo financiero al mundo del deporte ha indignado al Comité Olímpico galo. Y ha advertido que «a través del proyecto de ley presupuestario, se ve amenazado todo un modelo. Los Juegos solo habrán durado un verano y eso que su promesa era que perdurasen mucho más tiempo».
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