Warren Buffett carga contra la «avaricia» de los altos directivos en su carta de despedida
El legendario inversor reafirma la confianza en su sucesor, Greg Abel: «Gobernar desde la tumba nunca ha dado buenos resultados»
Warren Buffett comienza a preparar a sus fieles accionistas para su retirada al frente de Berkshire Hathaway, prevista para final de año. El legendario inversor ... ha publicado una carta -cargada de recuerdos personales- en la que reafirma su apoyo a su sucesor, Greg Abel, y valora la visión filantrópica de su estrategia.
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En este último punto, el conocido como Oráculo de Omaha, aprovecha para dar un tirón de orejas a los altos ejecutivos de las empresas que solo trabajan para engordar sus cuentas bancarias personales. «Lo que a menudo molesta a los directores ejecutivos muy ricos -que son seres humanos- es que otros directores ejecutivos sean aún más ricos», asegura en la misiva remitiva a sus inversores. «La envidia y la codicia van de la mano; ¿han visto a algún asesor recomendando alguna vez reducir seriamente la remuneración de estos cargos o de la junta directiva?», se pregunta.
No lo menciona expresamente, pero sus palabras coinciden con la reciente decisión de los accionistas de Tesla de aprobar -con un 75% de votos favorables- un paquete salarial de 1 billón de dólares para Elon Musk.
Con tono emotivo, Buffett marca con esta carta el inicio de una nueva era para Berkshire Hathaway, quizá la firma más seguida por el mercado a la hora de valorar estrategias de inversión a largo plazo. En este sentido, y ante su retirada del mundo de la inversión Buffett insiste en que la compañía tiene que hacer un especial esfuerzo para evitar a futuros altos cargos que busquen jubilarse a los 65 años, o que quieran hacerse «ricos para ostentar» o «iniciar una dinastía».
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No parece ser el caso del elegido para sucederle. En la misiva, Buffett se esfuerza en demostrar su confianza en su sucesor, asegurando que no tiene ninguna intención de realizar posibles movimientos en la sombra, una vez su retirada sea completamente oficial. «Gobernar desde la tumba nunca ha dado buenos resultados y no tengo el impulso de hacerlo», asegura.
Buffett asegura escribir la carta como alguien que ha sido «imprudente innumerables veces y ha cometido muchos errores», pero que también ha tenido la gran suerte de aprender «de unos amigos maravillosos a comportarse mejor (aunque todavía estoy lejos de la perfección)». «Recuerden que la señora de la limpieza es tan humana como el presidente», asegura en referencia a cómo se debe gestionar una empresa.
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«Mi inesperada longevidad, sin embargo, tiene consecuencias inevitables de gran importancia para mi familia y para el logro de mis objetivos benéficos», asegura el inversor, consciente de que, a sus 95 años y con sus hijos ya con edades avanzadas -todos superan la edad normal de jubilación, con 72, 70 y 67 años- conviene dejar bien atadas sus aspiraciones filantrópicas.
«Sería un error apostar a que los tres —ahora en la plenitud de su vida en muchos aspectos— disfrutarán de mi excepcional suerte de retrasar el envejecimiento; Para aumentar la probabilidad de que distribuyan lo que esencialmente será mi patrimonio completo antes de que los fideicomisarios los reemplacen, necesito acelerar el ritmo de las donaciones en vida a sus tres fundaciones», explica Buffett.
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Por eso, aprovecha la carta remitida este lunes para asegurar que convirtió 1.800 acciones clase A de Berkshire Hathawat en 2.700.000 títulos de clase B para donarlas a las cuatro fundaciones familiares. «La grandeza no se consigue acumulando grandes cantidades de dinero, gran publicidad o gran poder en el gobierno. Cuando ayudas a alguien de mil maneras, ayudas al mundo», asegura.
Respecto a sus hijos -de quienes a lo largo de la carta destaca su gran capacidad gestora, además de otros factores personales como su formación en escuelas públicas- asegura que también apoyan al cien por cien a su sucesor. Y repasa diversos episodios de su infancia, incluso uno en el que estuvo a punto de morir por apendicitis, para agradecer al médico familiar que le ingresase en un hospital católico (su familia era protestante). «Agradecido y sorprendido por mi suerte de estar vivo a los 95. Cuando era joven, eso no parecía una buena apuesta. Tuve la suerte de nacer en Omaha», reitera.
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