Una ‘isla’ peleona en el tenis local
Laura Gotarredona tiene una frase de cabecera: «Vaaaamos ahí», que repite y resume su carácter tenaz. Con la experiencia de haber estado entre las 500 primeras raquetas del WTA y en el Centro de Alta Competición de Barcelona, ya de veterana defiende unos valores diferentes en el tenis de base mientras observa resignada que en Castilla y León el segmento femenino languidece
Santiago Hidalgo Chacel
Sábado, 15 de abril 2017, 17:03
El tenis es como la vida misma. Hay días buenos que te sale todo y el mundo te quiere, y días malos que no te sale nada y todo se vuelve en tu contra, pero hay que seguir tirando para adelante». Así piensa Laura Gotarredona López (17-06-1978), una luchadora nata, sexta en el ranking provincial absoluto y entre las 30 mejores del regional, aunque ella compite, o debería hacerlo, en la categoría de veteranos +35, donde a nivel mundial se encuentra entre las 80 mejores raquetas.
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Laura fue precoz en el tenis. Con seis años veía jugar a sus padres en El Coto del Cardiel en Viana de Cega; luego pasó a la pista de Paco Martín en el Camino Viejo de Simancas. «Iba jugando y ganando hasta que Castilla y León y Madrid se me quedaron pequeños», declara. En ese momento, con 13 años, recibe una beca para participar en la Escuela Sergi Bruguera y el Centro de Alta Competición de Santa Coloma de Cervelló, en la montaña barcelonesa, donde comienza a estudiar y a jugar a más nivel. Llegó a estar en el ranking WTA entre las 500 del mundo con su incontestable carácter de luchadora, pero la típica lesión del codo de tenista y una posible operación truncó su trayectoria. Sin poder competir, la beca se acababa.
Su experiencia con la tecnificación fue ambivalente. Por un lado, le hizo fuerte. Estar sola fuera de casa le sirvió para formarse «como persona con una lucha y garra constante». Aún rememora haber jugado un partido tras quitarse la escayola con un esguince de tobillo, pero también tiene la imagen de la escuela de Bruguera como un martilleo perpetuo en su cabeza: ganar, competir, ganar, competir: todo se reducía a eso. «Si no ganas, no te haces la foto con el club y con tu entrenador». En este sentido, la experiencia de Barcelona se le aparece en su imaginario «como si fuera la cárcel de Alcatraz». Pese a que su familia estaba allí, no contar con alguien próximo le pudo pasar factura: «Llegué a odiarlo», dice.
Regresó a Valladolid, aunque también se formó como entrenadora nacional en Madrid y estuvo un tiempo en la Ciudad Condal desempeñando esa labor. «Allí el entrenador acompaña al jugador en los partidos; aquí solo le apunta a un torneo y el niño va con su padre, que generalmente no sabe», indica. Lo que siempre intentó conservar Laura fue su mentalidad ganadora. Sí, para darlo todo hasta el último punto y hasta la última bola. «Un partido no finaliza hasta que no te des la mano con el adversario». Sin embargo, siempre hay que divertirse: «En el tenis, hay días de llantos y de risas, pero si se pierde hay otros torneos Yo misma me río de mis propios errores», explica Laura.
En su partido de la vida también sufrió otros reveses, pero supo afrontarlos con idéntica mentalidad. Con la energía suficiente para tener dos niños preadolescentes a su cargo, esta «maestra de infantil en apuros, esperando oposiciones», dedica todos los días de la semana, hasta los domingos de guardar, a dar clases de tenis. En el Club Lasa Sport dirige una escuela de 20 niños (no muchas niñas) de entre 3 y 13 años con un formato no competitivo. No existe perder, solo aprender, aunque hay que disfrutar y darlo todo. «Es un ambiente familiar; me gusta, pero como mujer no me ganaría la vida. No hay muchas mujeres profesoras en la competición de los clubes de Castilla y León», señala.
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La mentalidad dentro de este deporte lleva, a juicio de Laura Gotarredona, a errores de concepto: «Algunos padres piensan que su hijo puede llegar a ser profesional o a vivir de esto. Entonces, si su hijo ha perdido o ven que está jugando mal, ellos mismos se preguntan si esto es una pérdida de tiempo o si estamos tirando el dinero». Por otro lado, también los niños pierden la recompensa que sus padres les ofrecen. «Si no ganan, ya no hay hamburguesa, no hay regalo, no hay Happy Meal. Los niños empiezan a jugar tensionados, ven el enfado de sus mayores Por una derrota no hay que tirar todo por la borda. Lo mejor es que salgan a la pista y se enfrenten solos a un partido. Con eso ya han ganado», indica.
Como modelos de tenistas, Laura cita a sus favoritos: «Agassi, Arantxa Sánchez Vicario, Federer, por su estilo; Nadal y Ferrer, por la lucha, y Venus Williams, por su poderío físico. Me gusta la gente que impone, ya que yo me siento más debilucha en el aspecto físico y con poca confianza interior».
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El pasado año fue convocada para acudir al Campeonato del Mundo de Veteranos, en Croacia; sin embargo, poco antes recibió una llamada de la federación diciendo que al estar ella sola y no contar con equipo no podía acudir. Mientras, y ante la ausencia de jugadoras veteranas de su categoría o de torneos mixtos, participa bien cerrando cuadros de la categoría absoluta con chicas mucho más jóvenes que ella, o bien en dos ligas absolutas en las que compite en la categoría masculina de veteranos. Y eso que, en pleno siglo XXI, algún jugador dice que no quiere enfrentarse a una mujer; sin embargo, en la pista de transforma. «Me dicen que soy como la Williams, pero en rubio», señala.
En la Federación de Tenis de Castilla y León, cuyo presidente es José Luis Corujo, forma parte del Comité de veteranos «intentando sacar competiciones y equipos adelante». No muy lejos aún está la figura de su padre, Juanjo Gotarredona, antiguo presidente de la federación y dinamizador e impulsor necesario de muchos de los torneos que en su momento dieron realce a Valladolid, como los WTA (con 50.000 dólares de premios), o Castilla y León, como actualmente el Torneo de El Espinar. «Se ha perdido un poco la pasión y no hacemos más que quejarnos del terreno que nos ha ganado el pádel, y nos echamos las manos a la cabeza en vez de actuar», reflexiona Laura. Iniciativas como «el minitenis kids, con canchas en las plazas, en el Campo Grande o donde sea, pueden ser acciones para que todo el mundo conozca y vuelva al tenis y también las féminas». Ya lo dice Laura y lo refrenda también su carro de bolas: «Vaaaamos ahí, el tenis femenino».
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