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Héctor Oliva, el portero de 18 años que debutó el domingo con la Gimnástica Segoviana, es un chico, dentro de lo que cabe, responsable y ... comprometido. Es muy trabajador en los entrenamientos, da el todo por el todo. No es una estrella impresionante, pero no se le da mal. La definición la da él mismo, vendiéndose, como buen agente de márketing, su aspiración fuera del campo.
El vestuario azulgrana arropó al debutante. Cuando ese escenario no estaba en el horizonte, Carmona elogió a su compañero bajo palos al final de la pretemporada. «Me dijo que hiciese buen año, que había demostrado esas semanas que tenía nivel suficiente para jugar aquí. Que lo demostrase. Esa frase la tenía en mente». En los prolegómenos de la victoria ante el Alcorcón B, Javi Marcos puso el toque de humor: «Caga si tienes que cagar, que no tienes tiempo».
La titularidad no fue una sorpresa para Oliva. «Durante la semana, yo me lo huelo. Veo que los dos porteros están lesionados; Julen no iba a llegar porque todavía no se podía incorporar a los entrenamientos y no sabíamos qué tiene Carmona». Tras el entreno del sábado, le dijeron que fuera al vestuario de los entrenadores. Allí, Ramsés le informó de su gran día. «Fui mentalizándome el jueves y el viernes para luego no encontrármelo de sorpresa. Intentas meterte en la cabeza que no es más que un partido, por muy importante que sea. Asumes la responsabilidad de defender la portería de la Segoviana, el club de tu ciudad».
Oliva nació el 15 de marzo de 2004 y empezó con tres años en la escuela del Unami. La de portero no es la posición más demandada en la infancia, pero a él le viene de familia porque su padre la ejerció en el fútbol sala, jugando en clubes como Torrecaballeros. «Lo tenía en la sangre». Así que cuando fue a entrenar el primer día, el levantó la mano. Llegó a la Segoviana en su segundo año de infantil. Fue su primera temporada en categoría regional.
La presión le llegó en su segundo año de cadete. «Te vas haciendo mayor y te mentalizas de lo que puede ir pasando: después de la cantera, ¿qué hay?». Verbaliza su sueño: quiere vivir del fútbol. Pero tiene otras balas en la recámara. Estudia segundo de Bachillerato y el lunes llegó a clase como una estrella. «Es muy bonito que tus amigos te den la enhorabuena». La estatura (1,80 metros) es un hándicap. «Para ser portero, alto no soy», sonríe. Pero todo tiene solución. «Trabajo mucho las piernas para saltar todo lo que tienes que saltar para ganar a una persona de 1,90». Con todo, no pierde la esperanza. «Dicen que los chicos crecen hasta los 20 o 21, a ver si puedo crecer dos o tres centímetros». La temporada pasada en División de Honor Juvenil fue complicada; apenas jugó los dos primeros partidos.
Con todo, recibió la llamada del primer equipo para hacer la pretemporada. «Fue un regalo que tenía que aprovechar a muerte». Conocía a los compañeros del año anterior, pero se ganó el cariño. Ahí se abrió un escenario, todavía improbable. «Podía caber la posibilidad de debutar, claro. Pero lo veía como algo casi imposible. Mi liga es el Nacional, aunque siga en dinámica con el primer equipo». La lesión de Pagola le hizo ir convocado en Cerdanyola. Ya ahí estaba mentalizado por si le pasaba algo a Carmona. «Yo tenía todas las ganas del mundo».
Oliva aplicó una mentalidad positiva en su debut. «Se me pasaba por la cabeza el hecho de haber cumplido un sueño. Ya lo he conseguido, ya estoy aquí y vamos a por todas. Estaba muy convencido de que el partido tenía que salir bien». Su primera intervención fue una salida por bajo para cortar un pase. «Sentí que todo el público me aplaudía, que me acogía con mucho cariño. Y que se fían de ti, que es lo más importante. Ahí ya te vienes arriba». Su primera parada fue en un tiro desde la frontal; lo hizo con estilo. «No veía el balón, había mucha gente en el área y estaba muy agachado. Cuando lo vi, prácticamente me lo encontré encima y me lancé, me salió así. Luego sí, pensé que me había adornado».
Los goles de sus compañeros fueron su mejor medicina. «Como vas ganando, sabes que te puedes permitir un fallo. Te quitas bastante presión». En el primer gol que encajó, un mano a mano, no estuvo lejos de la hazaña. «Me quedo con ese mal sabor de boca de haber tocado el balón y no haberlo podido sacar. En el segundo no pude hacer nada más que felicitarles por el tiro». El escenario de que repita suerte en Navalcarnero el domingo es probable. «Esta semana me la tomo igual que la anterior. Semana nueva en la que ves posible jugar. Has visto que eres capaz de afrontar un partido, así que a por todas».
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