El Barcelona de las grandes citas ha desaparecido esta temporada. Esa es la conclusión que se puede extraer tras el batacazo sufrido por los ... de Hansi Flick en Stamford Bridge y después de los otros dos varapalos encajados contra equipos de su teórica liga. El PSG en el Lluis Companys y el Real Madrid en el Santiago Bernabéu ya habían sacado los colores este curso a un Barça que ha perdido ese plus que tenía en las noches importantes y que ahora vive un auténtico martirio cuando le toca jugar encuentros de máxima exigencia.
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Y es que ante el Chelsea el Barça duró lo que tardó el Chelsea en meterle una marcha más al partido. En cuanto la presión adelantada dejó de dar frutos y los ingleses quisieron entrar en un ida y vuelta se le notaron las costuras a un equipo que sigue padeciendo algunos de los problemas del curso pasado, pero que ahora ha perdido las cualidades que le hicieron campeón de Liga y de Copa del Rey. «Necesitamos jugar de forma agresiva. No tuvimos la intensidad necesaria y cometimos algunos errores. No hemos mantenido el balón, pero soy positivo de cara al futuro», afirmó Flick tras el choque en una radiografía perfecta de los males que vive su equipo.
El Barça ha perdido el control de los partidos. Cede el balón en zonas más dañinas que el pasado año, eso le lleva a presionar peor la salida del rival y a quedar, por ende, más expuesto ante las transiciones del equipo contrario. Es una concatenación de sucesos que se repite en cada encuentro y que se ve acentuada por una intensidad que ha bajado un punto respecto a la temporada pasada. El resultado es un equipo que ya no consigue asfixiar al rival y vive permanentemente en un intercambio de golpes en el que puede salir cara, pero en el que también puede salir cruz ante conjuntos de un nivel superior.
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Eso mismo fue lo que le sucedió el pasado año ante un Inter de Milán inferior en la eliminatoria de semifinales, pero que supo mantenerse de pie hasta esperar su momento, y eso es lo que le ha pasado también esta temporada en los tres compromisos más exigentes. Ante el PSG, el Barça jugó un buen partido en líneas generales pero desperdició ocasiones y abrió la puerta a los de Luis Enrique, que aprovecharon en la recta final la fisura de los culés para llevarse el encuentro. Contra el Real Madrid, los azulgranas fueron inoperantes con la pelota, coleccionaron pérdidas en la construcción del juego y cayeron pese a que Szczesny tuvo una gran actuación. Y ante el Chelsea el Barça se vio superado en todo momento y no se hallaron fórmulas para emparejar un partido que parecía predestinado a la derrota y que invita incluso a la reflexión del vestuario. «Ha sido una noche jodida. Hay que ser más competitivos en este tipo de partidos. Los duelos, los segundos balones... si no te haces fuerte, es imposible ganar», afirmó Eric García tras el choque.
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Araujo, sospechoso habitual
Dentro del mal bagaje general, hay varios jugadores que quedaron señalados. Ferran Torres no estuvo fino en la ocasión más clara de los culés con 0-0 en el marcador, De Jong no supo hacerse con los mandos del centro del campo, Koundé volvió a estar desafortunado y Araujo cometió un error impropio de un futbolista de su teórico nivel. El central uruguayo vio muy pronto la tarjeta amarilla, y ya con ella, realizó una entrada a destiempo y lejos de la portería de Joan García que le costó la segunda amarilla y, por tanto, la expulsión.
No es la primera vez que Araujo sale en la foto tras una debacle del Barça en la Liga de Campeones. Ya le pasó en la temporada 2023-2024 en una eliminatoria de cuartos de final contra el PSG que los de Xavi Hernández parecían tener controlada y que se acabó desmoronando tras la expulsión del charrúa. Ese día, en el Lluis Companys, los culés llegaban con ventaja tras la ida disputada en París, tenían un 1-0 en el marcador y Araujo optó por frenar a Barcolá cuando enfilaba la meta azulgrana. Su expulsión rompió por completo al equipo de Xavi, que se terminó desmoronando y cayendo por 1-4 en la segunda mitad. Fue el primer gran día aciago para Araujo, que desde entonces ha perdido protagonismo en el equipo y que sigue sin alcanzar la proyección que tenía cuando irrumpió en el Barça.
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