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El canterano Hugo Poladura se eleva para lanzar ante Guitart. Rodrigo Jiménez
Balonmano - ASOBAL

El Recoletas Valladolid cierra la puerta al Villa de Aranda

Gran victoria del equipo de David Pisonero en un derbi castellano con un gran ambiente en Huerta del Rey

Domingo, 9 de noviembre 2025, 19:01

Hay partidos que acaban como una fiesta, con los jugadores de los dos equipos mezclados con saludos entre deportistas, rodeados de aficionados que saltan de ... la grada al parqué a sentirse parte del juego, con las aficiones despidiéndose entre aplausos, confundidas la victoria y la derrota en el mismo gesto; da gusto que sea así siempre, mucho más si se trata de un derbi castellano, y es que, por desgracia, estamos acostumbrados a ponernos colorados de vergüenza por el comportamiento, maleducado en el mejor de los casos, de muchos partidos de este tipo en otras disciplinas.

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Recoletas Atlético Valladolid

Juan Bar (p), Serrano (7, 4p), De Toledo (2), Ribeiro (4), Abdelazize (5), Herrero (6), Camino (0) -siete inicial-; César Pérez (p), Oliveira (4), Karapalevski (1), Gey-Emparan (1), Fodorean (0), Poladura (2), Jozinovic (2) y Carvalho (2).

36

-

30

Tubos de Aranda

Guitart (p), Berbel (0), David López (4), Huix (2) Rogonovs (6) Iribar (4), Arias (3) -siete inicial-; Teixeira (p), Alberto González (0), Megías (1), Martínez Ayres (0), Poveda (7, 4p), Tamayo (0), Cardoso (1), Sladkowski (2) y Martín (0).

  • Árbitros: Hoz Fernández y Riloba Pereda. Dos minutos a Abdelazize (mins. 15 yh 26), De Toledo (min. 13); Alberto González (min. 23) y Huix (min. 27)..

  • Parciales: 3-3, 6-7, 8-10, 11-11, 14-12, 19-16 (descanso); 23-17, 25-19, 28-21, 32-24, 34-26, 36-30.

  • Incidencias: Pabellón Huerta del Rey. Jornada 8ª de la Liga Asobal. 2800 espectadores, más de tres cuartos de entrada, con unos cuatrocientos aficionados arandinos.

En el caso de los vallisoletanos, la enhorabuena es doble, y es que el Recoletas redondeó un gran partido, muy completo, que además de dos puntos despejó las sombras que cubrieron el recuerdo del último partido en Huerta del Rey, una derrota ante Logroño que había que remendar cuanto antes. Villa de Aranda fue un rival más complicado de lo que indica el tanteo final, al menos durante los primeros veinte minutos de juego, en los que llevó la iniciativa en el marcador. El entrenador Javier Márquez puso sobre la madera un siete que no movió durante esta fase, con Iribar y Rogonovs al mando de unas operaciones que dieron a su equipo ligeras ventajas en el tanteo, nunca más allá de los dos goles. David Pisonero cubrió la baja por lesión de su hijo Alejandro con el macedonio Karapalevsi y Pablo Herrero entendió que tendría que asumir un protagonismo que le llevó a concentrar sus seis goles de la mañana en la primera parte.

Juan Bar y Guitart braceaban en las porterías y lanzaron contras que encendieron los ánimos del graderío; uno que cerró Serrano, mágico al recoger el balón con una mano, reventó los aplausos de la afición pucelana, que respondió así a los ánimos de la arandina, más encendida de salida. Villa de Aranda disfrutó su mejor racha con un 0-3 que le dio su mejor renta (7-9), replicada de inmediato por un Valladolid que remontó hasta el 16-13 con dos goles consecutivos de Herrero que, además, llevaron el lacito de regalo de dos minutos de exclusión del rival. Los de Burgos no supieron, ni pudieron, reaccionar.

Los gladiadores supieron gestionar la ventaja con las que llegaron al descanso, repartieron esfuerzos para redondear una victoria grupal en que las rachas de Herrero se encadenaron con las de otros compañeros, primero de Serrano, infalible en el punto de penalti, después con la de los pivotes Abdelazize y Ribeiro, que encontraron un socavón por dentro a los que se sumó Carvalho en la fase de desorden, también de Jozinovic, que soltó la zurda para mantener las distancias, y siempre de Oliveira, con el brazo encogido por sus molestias, pero siempre con el periscopio en alto para hacer goles con la portería vacía, uno de ellos desde el suelo. Y eso que José de Toledo se retiró con dolores en una mano.

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Cuando Valladolid alcanzó los seis goles de ventaja (23-17), Villa de Aranda se agarró al partido como pudo, con David López y con Poveda, pero sin continuidad, incapaz de enlazar dos ataques de peligro, sin que su defensa adelantada sirviera para cortar la progresión del Recoletas Valladolid, con la madurez suficiente para consumir minutos sin alimentar esperanzas en el contrario.

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