La esencia en vertical del espíritu aventurero
Transe Express desarrolla en la Plaza Mayor un espectáculo de acrobacias de altura con colores y sonidos para quitar el aliento
Con el incontestable éxito que supuso su 'Palacio de Cristal' en la edición del TAC de 2024, el regreso de Transe Express al Festival Internacional ... de Teatro y Artes de Calle de Valladolid era una de las comidillas entre el público aficionado a este encuentro cultural de nuestra ciudad. No era para menos; ya los ensayos el jueves en Plaza Mayor abrieron los apetitos incluso de quienes no tenían la referencia de aquella majestuosa lámpara de cristal que se tradujo en uno de los espectáculos aéreos más comentados del pasado año.
Sin embargo, para calibrar el verdadero voltaje de la nueva incursión de Transe Express en el TAC, había que esperar de nuevo a la noche. Porque su 'ADN, Odyssée verticale', no solo se nutre de las espectaculares piruetas a 40 metros sobre el suelo de sus acróbatas, también requiere del manto nocturno para apreciar mejor el contraste de luces que construyen su andamiaje, una representación de barras y círculos en homenaje a la hélice del ácido desoxirribonucleico que apela a nuestra identidad, nuestra genética, nuestra esencia.
Una manera de ser y de vivir vertebrada en torno al espíritu aventurero. Porque los bailes a noventa grados, los tambores girando sobre su eje, los cantos semitribales de Sara Giommetti y Vanessa Hidden y las espectaculares caídas (controladas) de los profesionales (que, a pesar de su evidente profesionalidad, no impidieron algún grito ahogado de sorpresa emitido desde las respectivas gargantas de numerosas personas que, por un instante, temieron asistir a una espantosa tragedia) remitían una y otra vez a la temeridad, la osadía y el llevar los cuerpos y las imaginaciones al límite. Un lema, por otra parte, común al grueso de los espectáculos del TAC de esta vigesimosexta edición.
A lo largo de cerca de una hora, la compañía francesa con un equipo de algo más de veinte personas deleitó a los aficionados al TAC en Valladolid la noche del viernes y el sábado en Plaza Mayor, combinando, como en los mejores espectáculos de circo, las proezas en equipo y los lucimientos en solitario. Cabe destacar, finalmente, de esta «odisea vertical», al margen de los apoyos visuales subrayados por sus colores rojos, azules y eventualmente arcoiris, su muy estimulante banda sonora, espoleada por las sugerentes voces femeninas y los contundentes tambores a la percusión, herederos de la mejor tradición de Babatunde Olatunji, que se transforman con la incorporación de sones electrónicos en una auténtica fusión de modernidad y música de raza muy propia también del nigeriano, no por nada afincado en París, Tony Allen.
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