Un fotograma de 'Italiano para principiantes'.

La promesa del calor

Lone Sherfig salva a sus protagonistas del frío y la soledad con una clase de italiano

Jorge Praga

Valladolid

Jueves, 4 de diciembre 2025, 08:41

La directora y su época. El 1995, con ocasión del centenario del nacimiento del cine, los daneses Lars von Trier y Thomas Vinterberg convocaron ... a la prensa en París para dar a conocer un manifiesto al que llamaron Dogma 95, que luego se completó con un decálogo bautizado como Voto de Castidad. Era un llamamiento a la naturalidad, también una sugerencia para rodajes más económicos. Y, desde luego, una maniobra publicitaria algo gamberra. A la iniciativa se sumaron más cineastas, empezaron a proliferar los rodajes que respetaban esa castidad técnica, y pronto hubo unas decenas de películas con el certificado avalado por los inventores. En 2000 se sumó la primera mujer, Lone Scherfig (Copenhague, 1959), una directora con experiencia televisiva que cambió el tono, que no la forma, con la cálida 'Italiano para principiantes'.

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Su éxito le abrió a un cine más internacional que pronto olvidó los mandamientos del Dogma. 'An Education' (2009) y 'One Day' (2011) son alguno de sus logros posteriores de una filmografía irregular que recaló en nuestro país para producir en 2023 'La contadora de películas', estrenada en la Seminci.

'Italiano para principiantes'

  • Director: Lone Scherfig. Intérpretes: Anders W. Berthelsen, Anette Stovelbaek, Peter Gantzler. Dinamarca, 2000. Hoy en los Broadway, a las 20:00 h. Para José Luis Cienfuegos.

La película. Un camarero que despiden por grosero; una peluquera sin clientes; un pastor luterano en prácticas con un superior que le detesta; una dependienta de panadería incapaz de sujetar la bollería; un gerente de hotel tímido y sin carácter. Tras esa primera línea de personajes planea una madre alcohólica, un padre insoportable, jefes que maltratan a sus empleados. La muerte va haciendo su trabajo con la generación de los mayores llenando la iglesia de funerales que el pastor no es capaz de organizar. Todo parece abocada a la tragedia y a la tristeza, empujado también por la oscuridad nórdica del pequeño pueblo que alberga la historia. Parece que la única brecha alegre fue la visita futbolística en el pasado de la Juventus de Turín, que dejó un cierto gusto por el idioma y el brillo del sur de Europa. Tal vez por eso se mantiene una clase de italiano que siguen animosamente alguno de los desheredados.

Si en 'El festín de Babette', otra nórdica necesitada de risas, la promesa de una gran comida a la francesa se erigía en el bálsamo que iba a llevar la alegría a la deprimida comunidad, en esta película es Italia, el Mediterráneo, la Venecia que nadie conoce la que va enhebrando ilusiones y energías. Lo necesitan los protagonistas para romper su soledad, su apocamiento. La ternura y el humor van abriendo claros azules en el cielo de nubes oscuras y entre todos son capaces de sacar adelante la clase de italiano, cuyas palabras funcionan como el engrase indispensable de la amistad y el amor. La película progresa con delicadeza y finura por esa vía de liberación, de conquista de la simple felicidad de una sonrisa, de un abrazo, de un beso. Qué hermosura más contagiosa baja de la pantalla.

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La marca de autora. La película se abre con el plano de un certificado extendido por el movimiento Dogma y firmado, entre otros, por sus fundadores Lars von Trier y Thomas Vinterberg. La pantalla se llena de movimientos bruscos de cámara, de interiores sin iluminación según los mandamientos de ese manifiesto dogmático. Pero qué poco importa esto, qué insustancial es ese caparazón formal, superficie prescindible de una hondura que está en otro lado: en la trama de personajes sencillos y derrotados, en los formidables actores capaces de dar vida a unos seres insignificantes. Esta escuela puede albergar el cine siempre terrible de Trier, pero permite también la ternura de Scherfig. La directora se vale con maestría de ciertos mandamientos: el temblor de la cámara subraya el pálpito interior de sus personajes; o el acercamiento en primeros planos permite ver la sencillez del gerente, la falsa dureza del futbolista fracasado. En fin, la iluminación natural no impide la contemplación de los rostros ansiosos por conquistar el amor o la belleza de la chica que reza a sus vírgenes para que el gerente se fije en ella. Poco importa el Dogma, Venecia lo arreglará todo.

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