Una fábula optimista
Sergio Cabrera cuenta la lucha de un grupo de vecinos en Bogotá para impedir el desalojo de sus viviendas en 'La estrategia del caracol'
Jorge Praga
Jueves, 16 de octubre 2025, 07:09
El director y su época. La vida de Sergio Cabrera (Medellín, 1950) da para mucho. A Juan Gabriel Vásquez le dio para escribir las ... cerca de quinientas páginas de 'Volver la vista atrás', una reconstrucción novelada de los años previos al ingreso de Cabrera en la London Film School. Escritor y director mantuvieron una conversación intermitente durante siete años, a fin de recoger el «gigantesco pedazo de montaña que es la experiencia de Sergio Cabrera y su familia», según apunta Vásquez en su obra.
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El padre de Sergio, Fausto Cabrera, era español, canario. La guerra civil lanzó a su familia al exilio. Fausto siempre mantuvo su formación revolucionaria, que luego transmitiría a su hijo. Cuando este contaba diez años toda la familia se instaló en Pekín. Sergio Cabrera acudió a colegios chinos con sus hermanos, atravesó la Revolución Cultural. Cuando volvió a Colombia en la primera juventud contactó inmediatamente con la guerrilla maoísta, donde permaneció cuatro años. Un contacto casual con Joris Ivens despertó en él la curiosidad por el cine y la ambición de estudiar en Europa. Cuando quiso dirigir en Colombia se encontró con la precariedad de la industria. Aun así, sacó adelante proyectos como 'La estrategia del caracol', que tuvo el apoyo fundamental de Gabriel García Márquez. El éxito internacional le permitió dirigir nuevos trabajos, alternándolos con la televisión. Actualmente ha vuelto a China como embajador de Colombia.
La estrategia del caracol
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Director: Sergio Cabrera. Intérpretes: Frank Ramírez, Fausto Cabrera, Florina Lemaitre. Colombia, 1993.
La película. El ideario revolucionario que seguramente guiaba los primeros pasos de Cabrera toma tierra en 'La estrategia del caracol' en forma de fábula social ambientada en un barrio popular de Bogotá. Una fábula que cuenta una utopía: el triunfo de un grupo de vecinos que van a ser desalojados de un inmueble por una poderosa maquinaria judicial y policial a instancias del dueño. Sabedores como David que a Goliat solo se le puede derrotar con la astucia, trazan un plan, una estrategia inspirada en las mudanzas del caracol: se puede cambiar de concha fabricando una similar a la anterior, de la que solo quedará la inútil carcasa.
La película define pronto a sus personajes. El viejo anarquista que canta 'A las barricadas' (interpretado por Fausto Cabrera) es el alma ideológica del grupo de resistencia, en el que no faltan marxistas teóricos, prostitutas y un cura reprimido. Enfrente está el propietario que al ser rico lo quiere ser aún más y los defensores de la ley que es la ley del más fuerte. Todos van calentado estrategias y motores para un desenlace tan esperado como el desnudo de 'Full Monty', y que se salda con un canto a la dignidad de los desalojados. Aunque la película se rodó hace más de treinta años, las circunstancias de su guion son más actuales que nunca. Qué día no amanece en cualquier gran ciudad sin que esté a punto de ejecutarse una orden de desalojo en un piso antiguo y codiciado. La diferencia es que ahora el jefe de los malos sería esa rareza invisible que llaman fondos buitre.
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La marca de autor. Para confirmar que estamos ante una fábula la película se arma sobre las palabras de un narrador que, ante un previsible desalojo, cuenta a un joven reportero cómo fue el triunfo de los débiles en un caso sucedido cerca de allí, años atrás. El narrador puntea con su palabra encendida las imágenes y entrega un balance o moraleja de dignidad en el plano final, un plano que sintetiza muchas cosas. En la explanada montañosa a la que han huido los vecinos con su botín inmobiliario se ve de fondo la estructura de Bogotá, una red de casitas de la que sobresalen con abundancia creciente los rascacielos de la voracidad capitalista. La defensa de los vecinos frente a esa amenaza que les va a dejar sin vivienda no es otra que la unión, la vieja solidaridad. Moldeados por su experiencia defensiva, proclaman en ese final entusiasta que van a hacer una casa nueva con los pocos mimbres que han salvado de la anterior. El plano no hace más que rematar una puesta en escena siempre preocupada por la respiración colectiva, por el mutuo apoyo entre los de abajo.
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