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Joaquín Achúcarro, en un momento del concierto en el Auditorio Miguel Delibes. E. A.

La pulsación de un genio

CRÍTICA DE MÚSICA ·

A sus 92 años, Joaquín Achúcarro es capaz de mostrar sus dosis intactas de virtuosismo, con las que dota a cada obra de un carácter inconfundible

Lunes, 23 de diciembre 2024, 19:06

La sala completa esperaba con expectación la aparición de Joaquín Achucarro para darle la primera ovación que se intuía llena de cariño y admiración. Y ... es muy justo destacar que este pianista nonagenario sigue gozando de buena salud y que es capaz de mostrar sus dosis intactas de virtuosismo y además, y esto es lo que le hace más grande, conserva su mágica pulsación, con la que dota a cada obra de un carácter inconfundible. El pianista quiso comentar al público la razón de las obras seleccionadas, todas de sus queridos compañeros de viaje que le acompañan en los recitales actuales. Así, fue hablando de Bach como inicio de lo que ha llegado a ser la música para teclado y como ejemplo abrió el concierto con el adagio en Do mayor, según la reflexión de Ferruccio Busoni, un compositor de principios del siglo XX. Los 'Intermezzi' 1 y 2 de Brahms. El número 2 desprendió una lánguida sensación, difícil de lograr.

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  • Joaquín Achúcarro Obras de Bach-Busoni, Brahms, Debussy, Granados, Albéniz y Chopin. Auditorio Miguel Delibes.

Achucarro aseguró que la escritura pianista tuvo un antes y un después tras la irrupción de Debussy en la música. El pianista puso el acento en el 'Claro de luna de la suite bergamasque', y en el extremo opuesto, en dos preludios: En 'La puerta del vino' el pianista trazó un lienzo sonoro con rasgueos andaluces sobre un grave ritmo de habanera; y en 'Fuegos de artificio', pieza muy innovadora, por momentos atonal, que deja abiertos los caminos para el libre pensamiento musical.

Entrando en España, 'La maja y el ruiseñor' de Granados nos dejó con la duda final que expuso en su comentario sobre el trino agudo de una clara referencia al ruiseñor. En 'El Puerto' se vierte la personalidad de Albéniz con fuerza. Nos llevó a Chopin, con tres ejemplos que abarcan el dominio y extensión de una personalidad única. La 'Fantasía-impromtu', el 'Nocturno op. póstumo' y la 'Polonesa heroica' y aún nos regaló tres propinas, un nocturno de Grieg, otro de Scriabin y un tercer regalo sorpresa con el público puesto en pie. Bravo por su pianísimo único y también por su personalidad que abre las llaves desde donde la música es un cobijo inagotable.

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