El mejor Prada, en el París ocupado por los nazis
El novelista retoma en 'Mil ojos esconce la noche' la visión histórica que comenzó con 'Las máscaras del héroe'
París, finales de los años 30. La víspera de la entrada de los nazis en la capital de Francia. Un París que hace ya algún ... tiempo que ha abandonado su condición de ciudad-luz para convertirse en un lugar de sombras, de intrigas, de espionaje, de miserias humanas… Un espacio en el que la historia de Europa dobla el espinazo. Y en el que viven y conviven muchos españoles: la colonia de artistas, los bohemios irredentos o los exiliados tras la guerra incivil; también los diplomáticos de la nueva España de Franco y los propagandistas de la Falange, que buscan adeptos, así como toda una suerte de pícaros movidos por el hambre, los deseos o la necesidad. Una ciudad que se pudre, a veces en el sentido literal del término.
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Ése es el espacio que ha elegido Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) para ambientar su última novela, 'Mil ojos esconde la noche', que da continuidad a la España que ya retrató en uno de sus títulos más emblemáticos, 'Las máscaras del héroe', con el que el escritor se reveló en 1996 como el narrador más importante de su generación. Y el heredero de una tradición que, desde el Lazarillo de Tormes, no ha dejado de reflejar ese lado descarnado, pleno de humor tanto como de ingenio y de sombras, de nuestra sociedad. Uno de los personajes de aquella su primera novela, Fernando Navales, se convierte ahora en el protagonista de esta nueva obra, que enseguida será saga, ya que Prada ha terminado de escribir su segunda parte, que aparecerá el próximo año. Un viejo personaje en un nuevo escenario, sobre el que el autor de 'La tempestad' o 'La vida invisible' desarma por completo la extensa mitología creada a su alrededor desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. A través de personajes conocidos o muy conocidos, si bien retratados desde una óptica por completo fuera de lo convencional, como César González Ruano, Gregorio Marañón o Pablo Picasso. Pero sobre todo alrededor de una extraordinaria serie de secundarios, que componen una inmensa y conmovedora sinfonía coral. Unos reales y otros de ficción, pero todos comprometidos con ese gran retrato tragicómico en el que Juan Manuel de Prada utiliza la técnica del esperpento valleinclanesco para mostrar una realidad donde lo auténtico y lo documentado con frecuencia resultan mucho más inverosímil que lo fabulado.
El mejor Juan Manuel de Prada, con todo el brío narrativo, con su capacidad para crear ambientes y personajes y, sobre todo, con ese lenguaje propio que mantiene viva y vibrante la herencia de la gran línea del claroscuro de la literatura española, aflora de nuevo en 'Mil ojos esconde la noche', donde los antihéroes de la historia y de la cultura vuelven a mostrar toda su fuerza cautivadora. No siempre agradable, ni siempre flamante ni venturosa. Pero en todo caso real como la vida misma. Esa vida secreta, controvertida, sin duda oscura, pero en todo caso palpitante, que se dio cita en un mismo espacio en un tiempo en el que mundo se plegó sobre sí mismo como muy pocas veces lo había hecho antes.
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