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El equipo de Campus Seminci, durante la grabación del corto en los soportales del Calderón. CARLOS ESPESO

Rodaje adolescente de un corto en el centro de Valladolid

La Seminci organiza durante el verano talleres formativos para que los adolescentes conozcan los oficios del séptimo arte y rueden su propia historia

Víctor Vela

Valladolid

Viernes, 29 de julio 2022, 00:21

Vamos a repetir, que hemos perdido un poco el foco», dice el cineasta Pablo García Sanz, mientras el equipo recupera las posiciones iniciales, listo para grabar una nueva toma en los soportales del Calderón. Y entonces, los actores vuelven a sus marcas, la pértiga de sonido se recoloca en el aire, la cámara está lista otra vez para grabar y la claqueta, dispuesta para cerrarse y marcar la que puede ser la versión definitiva.

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«¡Prevenidos!», alerta el productor Pedro del Río. Yel silencio se apodera del joven equipo que este jueves por la mañana rueda 'La mafia del cine', el cortometraje en el que trabajan dentro del Campus Seminci, los talleres para adolescentes que durante este mes de julio organiza el festival de cine vallisoletano.

Son cinco días de sesiones en las que los jóvenes (entre los 13 y los 17 años) reciben formación teórica sobre el proceso creativo y técnico de una producción cinematográfica –desde el guion y la dirección hasta la fotografía y posproducción–, acompañado por prácticas para la escritura y rodaje de un cortometraje.

«La mayoría viene con esa idea sobre la magia del cine y aquí se dan cuenta de que este es un oficio que tiene muchas horas de trabajo detrás. Visto desde fuera, como espectadores, piensan que es mucho menos laborioso de lo que en realidad es y alucinan, por ejemplo, con todas las personas que intervienen en un rodaje y todo el trabajo que hay detrás», indica Del Río, uno de los profesores del curso y, además, integrante del comité de selección de Seminci.

El festival comenzó en 2019 con estos talleres que, tras un parón en 2020 por la pandemia, retomaron de nuevo impulso el año pasado. En esta edición de 2022, ha habido dos grupos de trabajo, con adolescentes que aprenden a mirar el cine con ojos más profesionales. Les ayudan para ello, como profesores, Jaime Alonso de Linaje, coordinador de Seminci y productor de Plan Secreto, Laura García Serrano, de Visual Creative, la sonidista Sofía Corral y Pablo García Sanz, director del documental 'Comuneros'.

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«Les sorprende mucho que el cine se grabe con una sola cámara y que luego, gran parte del trabajo, sea de montaje y posproducción», indica García Sanz, quien insiste en sus clases en la importancia que tiene la luz: «Es un elemento narrativo más, ya que se puede explicar mucho a través de los colores y las sensibilidades». También les inculca la importancia del equipo en una producción, así como el enorme trabajo que conlleva rodar un solo plano. El cine es una cadena de muchos profesionales que debe estar bien engrasada.

Para aprender estos diferentes oficios, los participantes en los talleres rotan en sus funciones durante esta jornada de rodaje y se turnan para trabajar como cámaras, actores, responsables de continuidad y o sonidistas.

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Laura González (15 años) es la encargada de que todo suene bien en la primera de las secuencias grabadas esta mañana. Se sorprende por la enorme cantidad de ruidos indeseados que se cuelan:el pitido de los semáforos, el motor de los coches... «A veces se tiene la idea de que basta con captar bien las voces de los actores, pero hay que estar atentos al sonido ambiente para que sea homogéneo, por ejemplo», explica Sofía Corral.

Varios de los alumnos del curso revisan el guion. CARLOS ESPESO

Leire Valle, 13 años, toma buena nota. Es una apasionada de Tim Burton, alumna de la academia de artes escénicas Enjoy y ha descubierto, durante este curso, que el sonido es una de sus pasiones. David Linares (16) está más interesado en el proceso creativo del guion (le encantan 'Pulp Fiction' y 'Regreso al futuro'), aunque su mirada profesional no se dirige tanto al mundo del cine como al de los videojuegos. David ha participado, junto a sus compañeros, en la escritura de este cortometraje que ahora se rueda y que cuenta la historia de unas bandas mafiosas que hacen contrabando de películas, con un peligroso virus de fondo.

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Valentina (16 años)y su hermana Martina (13) comparten taller con Cósima Campo (14), Andrés Hervada (15) o María Arias (13). Muchos han llegado aquí a partir de su amor por el teatro.Forman parte de grupos en sus colegios e institutos. Y descubren que el mundo laboral del cine trasciende a lo que se ve en pantalla. «Es importante que salgan de estos cursos con una idea general del proceso cinematográfico», explica Del Río. Eso les ayudará, además, a acercarse a la gran pantalla con ojos más críticos y atentos a detalles (planos, iluminación, montaje)que hasta ahora tal vez les pasaban desapercibidos.Porque el lenguaje que utiliza un director a la hora de presentar su película es parte clave para comprenderla mejor.

«Todos vienen con mucho interés, pero necesitan más referencias. Los jóvenes que quieran dedicarse a este mundo, tienen que ver mucho cine», recomienda García Sanz. Están convencidos, además, de la importancia de que el lenguaje fílmico se enseñe en colegios e institutos. Este jueves ha sonado la claqueta final del rodaje. Hoy llegan las labores de posproducción de un corto que confían exhibir en una sesión en el Espacio Seminci, junto al Calderón.

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