Valor cultural, gastronómico y territorial
Un producto de primera calidad que destaca por su valor cultural, gastronómico y territorial y por ser emblema de la gastronomía leonesa
Celia Martínez
Martes, 2 de diciembre 2025, 23:18
La cecina de León ha sido distinguida con el Premio Alimento, un galardón que destaca su valor cultural, gastronómico y territorial, reconociendo un producto emblemático de la gastronomía leonesa, elaborado mediante un proceso artesanal que garantiza su excelencia. La IGP Cecina de León salvaguarda su autenticidad y asegura un estricto control de calidad, impulsando, además, el desarrollo económico y social.
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Luis Castro, presidente del Consejo Regulador, expresa su satisfacción ante este reconocimiento. «Para nosotros es un honor, somos gente de campo y no estamos acostumbrados a que nadie venga con premios hacia nosotros», recalca. Así, entre risas, afirma que la gente va a su despacho «solo con problemas», por lo tanto, «recibir un premio así es un avance».
Sobre la relevancia de la distinción, Castro explica que se encuentran «muy contentos y orgullosos» de que este reconocimiento «ponga en valor no solo el producto sino la historia de la cecina». En este sentido, insiste en que este alimento «tiene en sí mismo una identidad cultural, porque desde León entienden que somos el estándar gastronómico de la provincia».
Asimismo, el representante subraya el esfuerzo y la tradición tras este producto, al considerar que «en el fondo es el resultado del trabajo y de un saber transmitido durante generaciones». Al respecto, añade que «siempre, históricamente, se ha afirmado que la cecina no es solo un alimento, es tradición y es el paisaje en el fondo». A su juicio, el paisaje influye «determinadamente en el producto que se pone en el mercado. Es el resultado del esfuerzo de productores y artesanos y de una vida dedicada a ello».
Producto único
En cuanto a la singularidad de la Cecina de León, Castro afirma que «puedes poner un producto semejante, pero ninguno puede contemplar a nuestros productores y artesanos» porque asegura que «artesanos hay en todos sitios, pero la historia y la tradición es lo que al final ofrece como resultado un producto que es único». Sobre la garantía de calidad que ofrece la IGP, defiende que «la figura de calidad soporta praxis y unas formas de trabajar que están perfectamente establecidas, identificadas y reconocidas a nivel europeo». Sobre el componente social y territorial, explica que «acaba vertebrando un territorio» porque «no solo los productores, sino la materia prima que le da origen, permite mantener ganaderías locales».
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